En el cuarto Rosario por el Papa en Santa María La Mayor, el cardenal Pizzaballa llamó a los fieles a “confiar en el Señor y en su palabra”

Ante cientos de civiles, el religioso invocó a la Virgen para que “nos ayude a levantar el corazón” en estos momentos, que puede generar “confusión” y “desesperación”

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En el cuarto Rosario por
En el cuarto Rosario por el Papa en Santa María La Mayor, el cardenal Pizzaballa llamó a los fieles a “confiar en el Señor y en su palabra” (REUTERS)

Como desde hace cuatro noches, este viernes decenas de fieles se reunieron en la plaza de la basílica de Santa María La Mayor, para participar del rezo del Rosario en honor al papa Francisco.

Esta noche, se percibía en el aire una mezcla de aliento, impulsada por un grupo de niños latinoamericanos que acompañaron la espera con cánticos, al igual que de introspección, por otros que se acercaron con sus intenciones personales: familiares enfermos, la paz, el sufrimiento, sus patrias.

Sin embargo, lo que unía a todos era el recuerdo del papa Francisco y de la Virgen que, durante 12 años, guiaron a la Iglesia, y cuya labor concluyó -con un gran simbolismo- el pasado 21 de abril, Lunes de Pascua.

Decenas de personas se reunieron
Decenas de personas se reunieron en la plaza a las afueras de la Basílica para el rezo del rosario (REUTERS)

El encargado de presidir el rezo fue el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, quien intentó llevar esperanza a todos los fieles, en estos tiempos difíciles para la Iglesia.

En el paso de la peregrinación terrena a la vida eterna, existe la posibilidad de que sentimientos como la “confusión” y la “desesperación” se apoderen de las personas, comenzó explicando, como ocurrió con los discípulos, quienes se cerraron en sí mismos en un intento por evitar pensar en la muerte de Jesús, pero eso solo fue en vano.

Es por ello, agregó, que hoy todos los miembros de la Iglesia podemos estar “tentados de dejarnos vencer” por la desesperación pero, más que nunca, debemos “confiar en el Señor y en su palabra”, siguiéndolo.

“Con la muerte de nuestro amado Santo Padre Francisco, también nosotros experimentamos la dificultad de creer” y podemos caer en el olvido de la promesa que Cristo nos hizo; sin embargo, debemos “pedir a María Sanísima, Salus Populi Romani, que nos ayude a levantar el corazón y a transformar esta hora de dolor en un amanecer de esperanza”, insistió.

Pizzaballa sostuvo que debemos “pedir
Pizzaballa sostuvo que debemos “pedir a María Sanísima que nos ayude a levantar el corazón y a transformar esta hora de dolor en un amanecer de esperanza” (REUTERS)

De hecho, recordó, fue casualmente esa esperanza la que el Santo Padre había invocado al recibir este Año Santo.

“Consolador de los afligidos, intercede ante nosotros”, cerró Pizzaballa su intervención, antes del rezo, que culminó con el canto de “Salve Regina”, las Letanías Lauretanas, la oración de encomienda a la Madre de Dios y el “Regina Coeli”.

En los últimos días, otros miembros de la Iglesia han recordado a Francisco y han honrado su legado, tras más de una década en el Vaticano.

El líder de los jesuitas, Padre Arturo Sosa SJ, lo describió como “un hombre de Dios que no buscaba agradar a todos ni medir su desempeño con base en un índice de popularidad” y destacó que, para él, “lo importante era escucharnos, dialogar con la complejidad de la realidad, escrutar los signos de los tiempos y, en la oración, en familiaridad con su Señor, discernir lo que más convenía en cada momento”.

Repole recordó al Papa como
Repole recordó al Papa como “un hombre verdaderamente injertado en Cristo resucitado” (AP)

A la par, el arzobispo de Turín, cardenal Roberto Repole, se refirió a él como “un hombre verdaderamente injertado en Cristo resucitado”, que revivió el cristocentrismo en la Iglesia “con su palabra, su existencia y su vida”.

En tanto, el cardenal Matteo Maria Zuppi, señaló que el pontífice argentino mantuvo un estilo pastoral distinto al de sus antecesores, que lo llevó a “acercarse a la gente, porque quería comunicar a todos el amor de Dios por la humanidad concreta, tal como es, sin filtros, sin hipocresía”.