
Primero, un canciller apartado. Luego, un ministro de Defensa desaparecido de la escena pública. En China se acumulan las intrigas alrededor de la cúpula del poder, cada vez más opaca bajo la presidencia de Xi Jinping.
Hace semanas que no hay rastro del ministro de Defensa, Li Shangfu, nombrado hace apenas seis meses. Según el diario Financial Times, responsables estadounidenses creen que está siendo investigado y que ha sido relevado de sus funciones.
Algo parecido ocurrió en junio con Qin Gang, entonces ministro de Relaciones Exteriores. Designado en marzo y considerado un aliado cercano de Xi, a finales de julio fue cesado sin explicación después de semanas de ausencia.
En ese mismo momento, China anunciaba que el antiguo comandante de la Marina, Wang Houbin, iba a asumir la unidad encargada de los misiles tras informaciones de una investigación por corrupción.
Su predecesor, Li Yuchao, también se había desvanecido semanas antes, sin que se filtrara ningún motivo en los medios estatales.
“La composición del gabinete del presidente Xi parece ahora la novela de Agatha Christie ‘Y no quedó ninguno’”, cuyos protagonistas son asesinados uno a uno en una isla de la que no pueden escapar, bromeaba en septiembre el embajador estadounidense en Japón, Rahm Emanuel, en la red social X (antes Twitter).
“No hemos visto ni escuchado hablar” de Li Shangfu desde hace tres semanas, decía el 8 de setiembre.

Para el analista Sun Yun, director del Programa China del Centro Stimson en Washington, esta situación “dice mucho del carácter imprevisible de las decisiones personales y de la política interior de la China actual”.
Aliados cercanos
Desde su ascenso al frente del Partido Comunista en 2012, Xi Jinping reforzó su control sobre el gobierno, colocando a sus aliados políticos más cercanos en los cargos de mayor responsabilidad.
“Si nos enteramos de que Li también ha sido destituido, esto no será positivo para la imagen de Xi” porque “Qin Gang y Li Shangfu fueron los dos elegidos por él”, estima Sun Yun.
La lucha contra la corrupción ha sido durante mucho tiempo el caballo de batalla del presidente chino, que nada más llegar al poder lanzó una amplia campaña contra estas malas prácticas.
Aunque algunos alaban este esfuerzo para sanear la política china, sus detractores ven también un medio eficaz de deshacerse de sus rivales.
“Rápidamente desde su llegada al poder, Xi Jinping lanzó una purga en los altos escalafones de las fuerzas militares y de seguridad. Y esta continúa actualmente”, sostiene Sheena Chestnut Greitens, experta de políticas autoritarias en Asia Oriental y profesora de la Universidad de Texas.

Para el mandatario chino, la corrupción constituye una “amenaza fundamental” porque “hace que la gente sea fiel a los beneficios personales, más que al Partido”.
Si la campaña parece estar dirigida a posibles competidores, las investigaciones más recientes afectan también a sus aliados más cercanos.
“Que sean destituidos tan rápido (después de su nombramiento) genera interrogantes sobre las informaciones que le envían o no a Xi cuando escoge a las personas” para los ministerios y sobre “qué ha pasado para que sean cesados tan rápidamente”, dice Chestnut Greitens.
Los interlocutores de China “deben preguntarse si las personas con las que hablan tienen realmente poder e influencia en Beijing, o si van a desaparecer y estarán ilocalizables durante meses”, agrega.
Especulaciones
El posible cese de Li Shangfu y la salida inexplicada del antiguo responsable de la unidad encargada de misiles, Li Yuchao, apuntan a que la campaña anticorrupción de Xi llega a los rangos más altos del ejército chino.
Lyle Morris, investigador asociado de política exterior y seguridad nacional en el Asia Society Policy Institute, opina que la desaparición del ministro demuestra que la purga en las fuerzas armadas está “lejos de haber terminado”.

“No se trata de un oscuro desconocido que pueda ser apartado discretamente”, escribió sobre Li en X.
China no ha confirmado si alguno de los tres altos cargos está siendo investigado y se niega a responder cualquier pregunta sobre el tema.
“No estoy al corriente de lo que menciona”, afirmó la portavoz de la diplomacia china Mao Ning al ser preguntada el martes sobre un artículo del diario The Wall Street Journal que atribuía el despido de Qin Gang a una aventura extraconyugal.
La ausencia de explicaciones oficiales abre la puerta a todo tipo de especulaciones y alimenta la visión exterior de China como un país opaco.
“Esto refuerza el sentimiento de imprevisibilidad de la política exterior china, en un momento en que el sistema político chino es menos transparente y más difícil de comprender para los extranjeros”, apunta Sheena Chestnut Greitens.
(AFP)
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