
Bajo las bombas y de las paredes que tiemblan de un refugio subterráneo militar, un soldado ucraniano es evacuado con una ambulancia en Bakhmut, el actual epicentro de la guerra de Ucrania donde el ejército ucraniano intenta resistir al avance ruso.
Militares y enfermeros aportan a este soldado herido, con el rostro ensangrentado, las primeras curaciones antes de esconderse de nuevo, mientras continúa un intenso bombardeo ruso.
“¿Doctor, por qué tengo tanto frío? Me siento cómo si me estuviera yendo”, asegura el soldado que yace en un colchón lleno de barro.
Un equipo de la agencia de noticias AFP pudo reportear el domingo en Bakhmut, en una oportunidad poco habitual para la prensa de comprobar la devastación de esta localidad del este de Ucrania.
Antes del conflicto vivían allí unas 70.000 personas, pero ahora se convirtió en un símbolo de la guerra de desgaste en que derivó la invasión rusa de Ucrania.
Los periodistas acompañaron a soldados ucranianos y escucharon constantemente el ruido de los disparos de la artillería rusa durante el tiempo en que estuvieron en Bakhmut.
Alrededor de inmuebles de viviendas ya no queda ni rastro de sus habitantes y la sombra de la guerra resulta omnipresente, desde las ruinas y los trozos de cristal esparcidos por el suelo hasta las cruces plantadas que indican la localización de las tumbas improvisadas de soldados muertos en combate.

Ante el ejército ruso y los paramilitares del grupo Wagner, que controlan el 80% de Bakhmut, las tropas ucranianas resisten como pueden en la parte occidental de esta ciudad del Donbás.
Ambos bandos sufrieron importantes bajas en esta batalla, la más larga de la guerra de Ucrania y que acapara actualmente los esfuerzos bélicos, a la espera de que empiece la contraofensiva ucraniana, anunciada en varias ocasiones pero luego aplazada.
“Estamos cansados”
“No paran de atacarnos, día y noche. Solo paran cuando los atacamos y están ocupados evacuando a sus muertos y heridos”, explica un comandante adjunto de una unidad ucraniana, cuyo apodo de guerra es el “Filósofo”.
“Poco a poco, van arañando zonas” de la ciudad, asegura desde un puesto de comando subterráneo en Bakhmut.
“Estamos cansados y las tropas agotadas”, reconoce “Filósofo”, quien explica que sus hombres de la 93ª brigada a veces llegan a encontrarse a menos de tres metros del enemigo.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, advirtió en marzo que la caída de Bakhmut daría vía libre al ejército ruso para avanzar en el Donbás, con el punto de mira en las ciudades de Sloviansk y Kramatorsk.
La decisión del gobierno ucraniano de no renunciar a Bakhmut ha tenido un coste importante para el ejército ucraniano, que sufre a diario las bajas de soldados que mueren o resultan heridos.

“Cada día que resistimos aquí, damos una oportunidad a otras unidades para prepararse para una contraofensiva”, sostiene este comandante adjunto, que como muchos de los soldados ucranianos presentes en la zona se queja de la falta de municiones.
“Ningún lugar donde esconderse”
No obstante, la defensa de la ciudad pende de un hilo, más bien dicho, de una carretera.
La autopista T 0504, rebautizada “la carretera de la vida”, es la única carretera de la ciudad que sigue en manos de las tropas ucranianas y que sirve para abastecerlas.
Imágenes grabadas con drones por los equipos de reconocimiento del ejército ucraniano, y que AFP pudo ver, muestran una interminable sucesión de inmuebles en ruinas, además de vehículos y árboles calcinados en los laterales de esta última carretera disputada.
“Fortificamos nuestras posiciones y los rusos llegan lanzando todo lo que tienen y todo lo que pueden. Lo bombardean todo con misiles, obuses de mortero y con tanques. No hay ningún lugar donde esconderse”, reconoce Andriy, otro soldado de 38 años.
El comandante Andriy, de 26 años, maneja un cañón en medio de un campo encharcado cerca de Bakhmut.
Su tarea resulta esencial: consiste en evitar un ataque ruso desde la carretera.
“Si logran cortarla (la carretera), todo el mundo en Bakhmut estará muerto. No tendremos provisiones, ni municiones ni comida. Nada. Quedaremos completamente aislados”, explica mientras sus hombres se dedican a amontonar los obuses que acaban de recibir.
(Con información de AFP)
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