
Conminadas por China a no pronunciarse sobre las violaciones a los derechos humanos de la minoría uigur en el país, grandes marcas de ropa enfrentan ante un complicado dilema: ¿cómo satisfacer a los consumidores occidentales más exigentes sobre la ética sin cerrar las puertas a un mercado de 1.400 millones de personas?
“Este pulso es kafkiano. Es la primera vez que las reacciones en China son simultáneas, entre la Liga de las Juventudes Comunistas (afiliadas al partido en el poder que promueve la campaña de boicot), las plataformas de venta en línea, los consumidores y los influenciadores”, resume a la AFP Eric Briones, cofundador de la escuela Paris School of Luxury.
La causa del conflicto es el algodón: 20% de la producción mundial procede de China, principalmente de la provincia de Xinjiang y cuya población es mayormente uigur, la minoría musulmana reprimida y explotada por Beijing en campos de concentración y trabajo.
La producción de la materia prima está íntimamente ligada a las acusaciones: un informe del Center for Global Policy reveló en diciembre que cientos de miles de trabajadores de minorías étnicas en Xinjiang se ven obligados a colectar algodón mediante un esquema coercitivo de transferencia de mano de obra y “alivio de la pobreza” impuesto por el estado.
China niega llevar a cabo tales acciones, pero cada vez más países se han apoyado la veracidad de numerosos reportes al respecto y tomado acciones contra Beijing. La semana pasada, tras las sanciones del Reino Unido, la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá contra China por esa razón, en la red social china Weibo se recordaron los compromisos adoptados en 2020 por varios gigantes de la industria textil -como H&M, Nike o Uniqlo- de no comprar algodón de Xinjiang.
Las publicaciones marcaron el punto de partida de una campaña de llamados al boicot contra Nike, H&M, Adidas y Zara, entre otros. Algunos productos de estas cadenas han sido retirados de las principales plataformas chinas de venta en línea. Paralelamente, actores o cantantes anunciaron que dejarán de ser embajadores de imagen de estos grupos occidentales.
“Si eres una marca comprometida y decides dar un paso atrás, pierdes toda credibilidad. Y si mantienes tu posición, te privas del mercado chino, que es el pulmón de la economía mundial”, dijo Briones.
“Pero si estas marcas necesitan a China, ¿China las necesita?”, se pregunta este experto, que cita el ejemplo de Nike, cuyas ventas trimestrales crecieron un 51% en el gigante asiático y solo suben un 3% a nivel mundial.

Crucial para las marcas de lujo, el mercado chino lo es también para la moda de precios bajos, la denominada “fast fashion”, y la ropa deportiva.
La ropa deportiva de Nike y Adidas se vende en miles de tiendas en el país. El grupo estadounidense realizó el año pasado en la “Gran China” (Hong Kong y Macao incluidos) el 18% de su volumen anual de negocio.
“Intimidación”
China es el cuarto mercado para el gigante sueco H&M, donde ha abierto más de 500 tiendas y ha registrado cerca de 280 millones de euros de ventas en el último trimestre de 2020. Su competidor, el español Inditex, casa matriz de Zara, cuenta con 337 tiendas en el país.
“China ha sorprendido a todo el mundo con este pulso: esto muestra que la presión política internacional empieza a dar sus frutos. Está claro que es una intimidación para ver hasta dónde son capaces de llegar las marcas”, dice Nayla Ajaltouni, coordinadora del colectivo Ético sobre la etiqueta.
Ajaltouni es la representante en Francia de la coalición internacional End Forced Labour in the Uyghur Region (Poner fin al trabajo forzado en la región de uigur) que agrupa a 180 ONG y sindicatos y que pide en un comunicado a las marcas que “no cambien sus principios sobre los derechos humanos por conservar una ventaja comercial”.
Según esta coalición, tras los llamados al boicot por parte de China, algunas marcas han dado “marcha atrás” en sus compromisos sobre el trabajo forzado, retirando comunicados de prensa o modificando sus posiciones. Por ejemplo, Inditex ha dejado de mencionar específicamente a Xinjiang en sus principios de “tolerancia cero” que figuran en su página web, indicó la coalición a la AFP.
Aunque H&M ha declarado que no apoya “ninguna posición política”, la mayoría de las marcas se han mantenido en silencio, esperando a que la situación deje de ocupar los primeros planos de la conversación global. Una de las pocas que ha tomado partido ha sido la cadena italiana de ropa OVS (1.750 tiendas), que el viernes anunció que dejará de comprar algodón de Xinjiang e instó a otras marcas a “que no cedan a las presiones y elijan su campo: derechos humanos o intereses comerciales”.
(Con información de AFP)
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