
Hace 20 años Gabriel Farías se enroló en este equipo de cosedores del Ejército mexicano que hoy confecciona desde cubrebocas hasta batas protectoras destinadas a proteger al personal de salud durante la pandemia.
“Nos sentimos muy comprometidos con ganas de que esto llegue a los doctores y a quienes tiene que llegar para que acaben rápido con la enfermedad y acaben pronto”, dice este sábado a Efe Farías, cabo auxiliar operario que por dos décadas ha trabajado en la Fábrica de Vestuario y Equipo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Presta atención puntual a su trabajo, el cual consiste en coser los dobladillos de las bolsas que tienen los uniformes quirúrgicos.
Los 128 trabajadores que aquí se emplean recolectan la tela, la acomodan, la cosen.

Con la precisión de un cirujano moldean cada pedazo que, al final de su jornada se habrá convertido en 2,000 paquetes de uniformes quirúrgicos, botas protectoras, batas y todo aquello que ayuda al personal de salud a no contagiarse.
“Esta fábrica se dedica a la confección de ropa hospitalaria, la única modificación es que hemos evocado más tiempo a la fabricación de ropa hospitalaria de lo que se acostumbra anualmente”, explica a Efe Zulema Nava Maldonado, subjefa de la Fábrica de Confección C.
Desde que inició la pandemia, cuenta, en este lugar se han elaborado más de tres millones de piezas de equipo médico: 30,000 batas, 29,966 uniformes, 71,347 gorros y zapatones, 2.5 millones de cubrebocas reutilizables y 3,000 batas de hospitalización con pantalón.
Han unido esfuerzos para atender una necesidad urgente, pues la velocidad con la que avanza la pandemia en el país hace que el personal médico agote a gran velocidad sus suministros de equipos de protección personal.
UN TRABAJO VALIOSO

Las más de 70 máquinas de coser industriales que conforman el mobiliario de esta fábrica, junto con la solidaridad que emanan quienes las manipulan, son las armas que empuñan estos militares que forman parte del plan de ayuda que el Ejército ha implementado para combatir la pandemia.
“Para mí es un orgullo estar desde este lado contribuyendo porque para eso estamos, para asistir al pueblo de México en lo que se necesite”, dice Nava Maldonado.
La jornada que viven este grupo de militares es de nueve horas, en las cuales la misión es mantener la concentración para evitar cualquier error en el proceso de ensamble.
Por ello el lema, colgado en el pasillo central de la fábrica es: “Cero errores, cero accidentes”.

“El compromiso que tenemos todos es que todo vaya bien hecho para que ellos (los médicos) les llegue con puntualidad, para que hagan bien su trabajo”, asegura Farías, quien es soldado del Ejército y cose desde las 7 de la mañana hasta 4 de la tarde.
Su orgullo dice, es vestir a los médicos y así “echar nuestro granito de arena todos para que esto llegue a donde tiene que llegar, a los doctores”.
Este material, cortado y zurcido precisa y minuciosamente, es distribuido en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (Iner), los hospitales reconvertidos del Ejército, los del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
CALIDAD GARANTIZADA

La oficial Nava Maldonado explica que aunque en un inicio de la pandemia el trabajo se había volcado únicamente en confeccionar solo equipo médico, con el paso de los meses han logrado volver un poco a la normalidad.
Ahora están empezando a confeccionar fundas para colchonetas médicas, que habían dejado en pausa debido a la urgencia de la pandemia. Además, en un ala de la fábrica, empiezan y la elaboración de banderas, debido a la cercanía de las fiestas patrias.
Los militares apresuran el paso y no pierden el foco, ya que antes de que estas piezas lleguen a sus empaques, deben pasar hasta seis supervisiones de calidad.
Todo para garantizar la seguridad del personal de salud, uno de los sectores más afectados en el país, que suma en total más de 330,000 casos y 38,000 fallecidos.
“(Los cosedores) son dedicados, se esmeran mucho. Cualquiera podría coser y cosería cualquier cosa, pero hacer un trabajo de calidad, hacer prendas que pueda uno decir ‘están bien hechas’, eso es muy personal. Y ellos las hacen así”, afirma Nava Maldonado.
Es así que, desde esta trinchera, estas personas armadas con hilos y agujas también salvan vidas.
EFE
MÁS SOBRE OTROS TEMAS:
Más Noticias
700 años de Tenochtitlan: cómo un pueblo errante y repudiado se convirtió en el poderoso imperio de América
La fascinante la historia de cómo un puñado de personas con un sueño buscaron su identidad, fueron obligados a vivir en un islote marginal y lograron alianzas poderosas en el continente

La mujer que dobló al sistema y llevó el feminicidio a la SCJN para hacer justicia por su hija, que no se suicidó
La incansable lucha de Irinea Buendía hizo que las autoridades judiciales reconocieran la negligencia del caso de su hija Mariana Lima, pero además la gravedad del problema y las omisiones de las autoridades

David Alfaro Siqueiros en la prisión de Lecumberri: vida y obra del muralista en el “Palacio Negro”
El artista fue detenido acusado de disolución social y del intento de asesinato de Trotski. Esta es la historia poco conocida de su etapa como interno en una de las prisiones más duras en la historia

Qué es la meningitis, cuáles son sus síntomas y cómo tratarla
En algunos casos, esta enfermedad mejora sin tratamiento en algunas semanas, pero en otros pueden poner en riesgo la vida y requerir tratamiento con antibióticos de emergencia

Hermila Galindo: sufragista mexicana, activista feminista y primera candidata a diputada federal
La histórica activista feminista fue clave en la reforma al artículo 34 de la Constitución que permitió a las mujeres votar y ser votadas
