Un estudio revela que el colapso climático triplicó el número de muertos en la ola de calor de junio en Europa

Un informe científico atribuye a la crisis ambiental la mayor parte de los fallecimientos debidos a las altas temperaturas del verano, con adultos mayores como principales afectados y ciudades como Milán, París y Barcelona entre las más impactadas

Guardar
El estudio de World Weather
El estudio de World Weather Attribution atribuye al cambio climático la triplicación de muertes durante la ola de calor en Europa (AP Photo/Emilio Morenatti)

A finales de junio, Europa soportó una ola de calor que, lejos de mostrar una devastación visible como la provocada por incendios o inundaciones, dejó una profunda huella en los registros de mortalidad y en la percepción pública de su letalidad. Un reciente estudio del grupo científico World Weather Attribution arroja luz sobre el verdadero impacto de ese episodio extremo, al atribuir al cambio climático la triplicación de fallecimientos durante esos días abrasadores y alertar sobre una amenaza que, aunque silenciosa, crece cada verano.

Entre el 23 de junio y el 2 de julio, temperaturas inéditas azotaron una docena de grandes ciudades europeas, provocando la muerte de al menos 2.300 personas, según el análisis preliminar. Las conclusiones del estudio son contundentes: aproximadamente 1.500 de esas muertes corresponden de manera directa a la crisis climática desatada por la actividad humana. Los investigadores estimaron que, sin el calentamiento global inducido por la quema de combustibles fósiles y la destrucción de la naturaleza, el saldo sería al menos dos tercios menor.

Las ciudades más afectadas reflejan la amplitud del impacto de esta ola de calor. Milán encabeza la lista en términos absolutos, acumulando 499 fallecimientos atribuidos al calor, de los que 317 se debieron directamente a la acción humana sobre el clima. París y Barcelona siguieron ese trágico registro, mientras que Londres presentó 273 muertes relacionadas con el calor, de las cuales 171 fueron consecuencias del cambio climático. Los otros núcleos urbanos incluidos en el estudio, como Madrid y Roma, también vieron elevados niveles de mortalidad en comparación con años anteriores.

El 88% de las muertes
El 88% de las muertes por calor inducido por el clima corresponde a personas mayores de 65 años, el grupo más vulnerable (Freepik)

La investigación destaca como grupo más vulnerable a las personas mayores de 65 años, que sumaron el 88% de las muertes provocadas por el calor inducido por el clima. Esto subraya cómo el envejecimiento de la población europea eleva el nivel de exposición frente a olas de calor cada vez más frecuentes e intensas. Los datos muestran, además, que la mayoría de las víctimas perecieron sin atención mediática ni alarma pública, en la privacidad de hogares y hospitales, fenómeno que el epidemiólogo Malcolm Mistry denomina como el “asesino silencioso” debido a la ausencia de destrucción material que suele acompañar a otros desastres. Ben Clarke, climatólogo del Imperial College de Londres, resaltó que un aumento de dos o tres grados en las temperaturas puede traducirse en miles de muertes, aunque sus consecuencias sean invisibles para la mayoría.

El equipo científico utilizó modelos epidemiológicos para estimar la sobremortalidad diaria relacionada con el calor en las ciudades seleccionadas durante el periodo crítico. Para ello, comparó el número de víctimas reales con un escenario hipotético donde las emisiones de gases de efecto invernadero y la degradación ambiental no hubieran elevado la temperatura global. Los modelos se apoyaron en series históricas de mortalidad hasta 2019, lo que introduce ciertas limitaciones: los resultados podrían no reflejar completamente la adaptación social y médica al nuevo clima en los últimos años. Por otra parte, el carácter preliminar del análisis—que aún no ha sido revisado por pares—apunta a que los datos representan una alerta temprana más que un balance definitivo.

Los científicos también advierten que las cifras resultantes de esta ola de calor superan las provocadas por otros episodios climáticos recientes agravados por la contaminación y el cambio climático, como las inundaciones en España de 2024, responsables de 224 muertes, o las que golpearon el noroeste de Europa en 2021, con 243 víctimas. A modo de comparación, estudios previos estiman para Europa una media anual de 44.000 muertes relacionadas con el calor, por lo que la sola contabilización de 2.300 fallecimientos en apenas 12 ciudades sugiere que el verano pasado podría terminar siendo uno de los más letales de la década.

Milán, París, Barcelona, Londres, Madrid
Milán, París, Barcelona, Londres, Madrid y Roma figuran entre las ciudades más afectadas por la ola de calor de junio (AP Photo/Julia Demaree Nikhinson)

La ola de calor terrestre coincidió con condiciones excepcionalmente cálidas en el Mediterráneo occidental. Copernicus, el servicio europeo de observación terrestre, informó que el anterior mes de junio fue el tercero más caluroso a nivel global desde que existen registros y la temperatura media diaria de la superficie marina en el Mediterráneo alcanzó un récord de 27 °C. Este fenómeno contribuyó a la proliferación de peligrosas “noches tropicales”, en las que el termómetro no baja de los 20 °C. España experimentó hasta 24 noches de ese tipo el mes pasado, 18 por encima de la media registrada en otros años, lo que dificulta el descanso y multiplica el estrés térmico en la población.

El calor marino persistente también amenazó a los ecosistemas del Mediterráneo. Según Mercator Ocean, organización gestora del servicio marino de Copernicus, casi dos tercios del mar experimentaron olas de calor de intensidad fuerte o extrema, la mayor extensión documentada hasta la fecha. Estas condiciones interrumpen la vida de peces y plantas submarinas, y la reiteración del “estrés térmico” debilita cada vez más la resiliencia de los ecosistemas, provocando episodios de mortalidad masiva y alterando la cadena alimentaria marina, según señala la científica Karina Von Schuckmann.

La suma de estos factores traduce el episodio de calor extremo en un doble desafío: una crisis humana que golpea, sobre todo, a los más vulnerables y permanece en gran parte oculta, y una presión creciente sobre sistemas naturales ya frágiles. El reconocimiento del carácter letal y silencioso de las olas de calor permite dimensionar la urgencia de medidas tanto para mitigar el calentamiento global como para preparar a la sociedad ante los episodios extremos que, todo indica, resultarán cada vez más frecuentes y severos.