
El reloj interno del cuerpo no solo regula el sueño y la energía diaria, también coordina las defensas y las hormonas del estrés.
Un equipo de científicos de los Estados Unidos mostró que el cáncer de mama puede desequilibrar ese reloj antes de que el tumor sea visible o palpable.
Este hallazgo, que fue publicado en la revista Neuron, abre una puerta para comprender por qué muchas personas con cáncer notan cambios en su bienestar mucho antes de recibir un tratamiento.
La investigación reveló que el tumor “aplana” el ciclo natural de las hormonas y detiene el ritmo en ciertas células cerebrales clave.

Este desajuste afecta la calidad de vida y podría hacer que el organismo tenga menos capacidad para responder al cáncer desde etapas tempranas.
El estudio fue realizado por el equipo de Jeremy Borniger en el Laboratorio Cold Spring Harbor y el Instituto Médico Howard Hughes.
Lo que cambia a partir de este estudio es la visión clásica: ahora se conoce que los efectos sobre el reloj biológico comienzan mucho antes de lo que se pensaba.
Cáncer y relojes internos: un desafío temprano

El cáncer de mama puede alterar mucho más que la salud física visible. El estudio buscó entender si estos tumores afectan los ciclos diarios regidos por el sistema conocido como eje HPA. Este eje abarca el hipotálamo, glándula pituitaria y glándulas suprarrenales.
En las personas, el cortisol regula el estrés mientras que en ratones, se observa la corticosterona. Normalmente, estas hormonas suben y bajan en distintos momentos del día y ayudan al cuerpo a adaptarse a cambios diarios.

Los científicos propusieron que el cáncer afecta este equilibrio desde etapas muy tempranas, mucho antes del diagnóstico convencional.
El objetivo consistió en descubrir cómo y cuándo aparece ese aplanamiento de los ritmos hormonales.
Buscaron en modelos animales la señal inicial de cambio, con la mira en la zona del cerebro que dicta el ritmo, el hipotálamo, y su posible influencia sobre el resto de la biología corporal.
Exploración en el laboratorio
El equipo de investigadores utilizó ratones para modelar el cáncer de mama y medir sus efectos en el eje HPA y sus ritmos.
Encontraron que “incluso antes de que los tumores fueran palpables, vemos un aplanamiento del ritmo de la corticosterona de aproximadamente un 40 o 50%”.

En la revisión microscópica, detectaron que neuronas del núcleo paraventricular del hipotálamo quedaban en estado de hiperactividad constante.
El ritmo día-noche, que organiza el funcionamiento del cuerpo, desaparecía en estas células.
El eje HPA, encargado de coordinar la respuesta al estrés, dejaba de regular la producción hormonal correctamente.
El cáncer rompía el ciclo sin necesidad de desarrollarse completamente. Eso probó que la enfermedad influye en todo el organismo desde sus primeras fases.
La investigación probó a restaurar el ritmo perdido usando estímulos eléctricos en momentos precisos. Así, el ciclo hormonal volvió a la normalidad y el sistema inmune respondió mejor contra el tumor.

El trabajo destacó: “Reforzar este ritmo en el momento correcto del día incrementa la capacidad del sistema inmune para matar al cáncer”. No tuvieron el mismo éxito al intervenir en horarios distintos.
“Lo que es realmente genial es que no tratamos a los ratones con medicamentos anticancerígenos”, señalaron.
Los resultados sugieren que mantener sanos los ritmos internos puede potenciar la acción de las terapias clásicas y reducir efectos adversos.
Los científicos sugieren explorar cómo adaptar tratamientos al ciclo biológico y optimizar la calidad de vida en pacientes.
El estudio tiene su límite en que solo usó modelos animales. Las pruebas en humanos serán la clave para saber si la restauración de relojes corporales puede ayudar contra la enfermedad.
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