
El uso de los dedos para contar durante la infancia potencia el desarrollo de habilidades de suma en etapas posteriores de la vida.
Así lo sugiere un estudio científico que fue publicado en la revista Developmental Psychology. La investigación fue realizada en Suiza y aporta evidencia empírica sobre una práctica común y debatida en la educación inicial.
Demuestra que emplear los dedos no solo ayuda a resolver sumas en el momento, sino que favorece el desarrollo de destrezas aritméticas más avanzadas.

El estudio estuvo liderado por Marie Krenger y Catherine Thevenot, investigadoras del Instituto de Psicología de la Universidad de Lausana.
Siguieron a 192 niños de entre 4,5 y 7,5 años en el cantón de Vaud, Suiza. Señalaron que se debería considerar la trayectoria personal de cada niño respecto al uso de los dedos para comprender la evolución de sus destrezas aritméticas.
El valor de contar con los dedos

Contar con los dedos es una práctica ancestral y generalizada entre los niños a la hora de resolver problemas matemáticos. De acuerdo con el nuevo estudio, esta estrategia tiene más de 30.000 años de antigüedad y se observa en diversas culturas.
Los dedos actúan como puente entre la representación concreta de las cantidades y su simbolización numérica, lo que facilita la comprensión de principios como la correspondencia uno a uno y la cardinalidad.
A pesar de su utilidad histórica, el uso de los dedos generó debate entre docentes y especialistas. Una parte del profesorado considera que esta práctica refleja dificultades con las matemáticas.

Por ejemplo, el 20% de los maestros de preescolar en Francia la asocia a problemas en el aprendizaje de la aritmética, una cifra que asciende al 30% en primer grado.
Sin embargo, investigaciones muestran que, entre los cuatro y los siete años y medio, quienes usan los dedos suelen obtener mejores resultados en sumas.
Las investigadoras de Suiza alertaron que la distinción tradicional entre “usuarios” y “no usuarios” puede resultar engañosa. Muchos niños que dejan de utilizar los dedos alrededor de los siete años los emplearon previamente; tras haberlos usado, integran la estrategia y eso se refleja en su rendimiento posterior.
Cuáles fueron los hallazgos principales

El equipo de Krenger y Thevenot hizo un seguimiento a los 192 niños de medio y alto nivel socioeconómico. Evaluaron su desempeño en sumas y el uso de los dedos en siete sesiones, desde los 4,5 hasta los 7,5 años.
En cada ocasión, los niños resolvían sumas de dificultad creciente, sin límite de tiempo ni instrucciones específicas acerca de los dedos. Cuando preguntaban, se les aclaraba que podían usarlos libremente.
El análisis demostró que, hasta los 5,5 años, la mayoría de los niños resolvía las sumas sin usar los dedos. Entre los seis y los seis años y medio, la tendencia se invertía y predominaban quienes recurrían a los dedos, pico que se mantenía hasta los 6,5 años.
Al llegar a los siete, los grupos de usuarios y no usuarios se igualaban. Solo doce de los 163 niños nunca utilizaron los dedos, es decir, menos del 7,5% de la muestra.
Así, al menos el 93% de los niños empleó los dedos en algún momento de su desarrollo. Como resumen, las autoras: “Al menos el 93% de los niños entre los 4,5 y los 7,5 años utilizó los dedos para calcular en algún momento de su desarrollo”.

El estudio identificó varios tipos de usuarios: quienes nunca usaron los dedos, quienes los emplearon y luego cambiaron de estrategia (ex-usuarios), quienes los usaban por primera vez y quienes lo hacían habitualmente.
Los ex-usuarios, es decir, quienes dejaron de usar los dedos tras emplearlos antes, presentaban los mejores resultados en sumas a partir de los siete años. “Este estudio revela que los niños que utilizan el conteo con los dedos en etapas tempranas del desarrollo matemático tienen las habilidades de suma más sólidas más adelante”, afirmaron las científicas.
El análisis estadístico mostró que quienes usaban los dedos superaban en precisión a los no usuarios hasta los 6,5 años, pero después fueron los ex-usuarios quienes lideraron el rendimiento.

La investigación analizó las estrategias utilizadas con los dedos: al principio, predominaba la de “contar todo” (representar ambos sumandos y contarlos juntos), que daba paso a métodos más eficientes como “contar a partir de uno de los sumandos”. Este cambio reflejaba el avance hacia estrategias mentales más eficaces y sofisticadas.
Otro hallazgo relevante fue que los niños recurrían más a los dedos en sumas complejas (sumandos superiores a cinco o resultados mayores a diez), lo que indica que los dedos sirven de apoyo cuando la memoria de trabajo enfrenta mayor desafío.
Implicancias y recomendaciones

La investigación publicada en Developmental Psychology desaconseja inhibir el uso de los dedos en la infancia, ya que constituye un andamiaje para desarrollar estrategias mentales avanzadas.
“Nuestros resultados destacan que el conteo con los dedos ofrece una ventaja de rendimiento sobre las estrategias mentales en la resolución de problemas de suma durante las etapas iniciales del desarrollo de habilidades aritméticas”, expresaron.
El estudio se centró solo en sumas y en una muestra de Suiza francófona. Por eso, las investigadoras señalan la necesidad de replicar la investigación en otros contextos y con operaciones diferentes.
Asimismo, se plantea investigar si los beneficios se extienden a otros objetos manipulativos o si existen diferencias de género en la transición hacia estrategias mentales.
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