
Suzanne Edwards , quien recibió el pronóstico de no volver a caminar tras una caída en Marruecos en 2011, consiguió mover sus piernas gracias a una innovadora tecnología que conecta su cerebro y su médula espinal mediante señales eléctricas .
El avance fue posible gracias a un tratamiento experimental dirigido a personas con lesiones medulares graves y liderado por un equipo de investigadores del laboratorio NeuroRestore de Lausana, Suiza.
La historia de Suzanne comenzó con un viaje a Marruecos donde trabajaba en un campamento de surf. Con solo 22 años, se apoyó en la barandilla de un balcón y cayó seis metros, lo que provocó una fractura de columna que le quitó la movilidad en ambas piernas.
“Los médicos le dijeron que no volvería a caminar”. El pronóstico la enfrentó a un aprendizaje forzado: “Tu vida cambia en un segundo”, relató en conversación con The Times.
Durante años, Suzanne vivió bajo la impresión de que no había alternativas ni futuro fuera de la silla de ruedas. “Yo no tuve esa visión cuando me lesioné. Simplemente te dicen: ‘Esto es lo que hay. No existe cura para la lesión medular, así que acostúmbrate a vivir en una silla de ruedas’”, recordó en el podcast Planet Hope.

El salto científico: la tecnología como puente entre el cerebro y la médula
El desarrollo tecnológico que desafía la parálisis fue impulsado por el neurocientífico Grégoire Courtine y la neurocirujana Jocelyne Bloch en el laboratorio NeuroRestore del Hospital Universitario de Lausana.
El sistema consiste en un conjunto de electrodos implantados en la corteza motora, capaces de captar las señales de intención de movimiento.
La innovación reside en que ese impulso cerebral se descodifica y luego estimula eléctricamente la parte sana de la médula espinal debajo de la lesión. Funciona como un “puente digital”, una especie de bypass que reanima circuitos motores previamente inactivos.
The Times detalló: “El puente envía pocos bytes de datos y solo en una dirección. Por esa razón, los movimientos son toscos y los pacientes no recuperan la sensibilidad, aunque sí logran desplazar sus piernas”.
Courtine explicó: “Queremos cambiar cómo la sociedad y la permanencia de la parálisis”. Admitió: “La meta es curarla, y aún estamos lejos, pero sin objetivos ambiciosos no se logran terapias significativas”.

La experiencia en el laboratorio: reaprender a caminar
El proceso de rehabilitación se realiza en un entorno controlado, con el apoyo de un equipo clínico. Edwards explicó: “Aprender a confiar en mis piernas es un concepto extraño, porque durante 14 años me dijeron que no podía hacer nada”.
Bajo el sistema experimental, los pacientes usan un arnés suspendido del techo y barras laterales mientras los especialistas monitorean cada avance. El objetivo a mediano plazo es que utilicen andadores para distancias cortas.
La reactivación muscular requiere un enorme esfuerzo físico y mental. “Tuve que reaprenderlo todo: desde ducharme hasta trasladarme en silla de ruedas y vestirme. Hay desafíos físicos y uno mental, que para mí fue especialmente duro. Tenía 22 años y mucho por vivir, mucha diversión pendiente”, relató la mujer. El sistema proporciona movimiento parcial, sin sensación, y que por eso los pasos resultan “primitivos”.
Alcance y límites del tratamiento
Hasta el momento, unas 40 personas han probado el método experimental. Entre los primeros beneficiados se encuentra David Mzee , quien tras la intervención logró caminar con andador en el exterior, a orillas del lago Lemán, en Suiza. Courtine relató: “Mi hija recién nacida y David se miraron. Él me dijo: ‘Caminaré antes que ella’. A los seis meses, David dio sus primeros pasos junto al lago, mi hija todavía no”.

El procedimiento aún requiere del acompañamiento de un equipo médico y dispositivos de asistencia. Los pacientes no recuperan la sensibilidad y los movimientos pueden ser limitados. A pesar de estas restricciones, la posibilidad de caminar incluso distancias cortas marca un giro para quienes recibieron un diagnóstico de parálisis permanente.
El desarrollo encabezado por NeuroRestore apunta a redefinir las expectativas para personas con lesiones medulares. “Me gustaría que quienes se lesionan recientemente vean lo que es posible”, señaló Edwards. La perspectiva de avanzar hacia una terapia definitiva aún está lejana, pero los científicos subrayan que fijar metas audaces resulta el camino para lograr avances reales.
Mientras continúa la investigación, quienes ya accedieron a la tecnología mantienen sesiones regulares y utilizan ayudas técnicas para lograr grados crecientes de autonomía. La experiencia de Suzanne Edwards, y de pacientes como David Mzee, abrió alternativas donde antes solo existía resignación.
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