
La astronomía mundial está revolucionada con el descubrimiento reciente de un nuevo visitante interestelar, que mezcla fascinación y misterio. El 1 de julio de 2025 un telescopio del proyecto ATLAS, instalado en Chile, detectó un objeto que no pertenece a nuestro Sistema Solar.
Se lo bautizó 3I/ATLAS y es el tercer objeto interestelar que se registra en la historia de la astronomía.
Su paso desató entusiasmo y debate en la comunidad científica, no solo por sus características físicas sino también por una teoría inesperada que sugiere un posible origen artificial, vinculado a una posible visita de vida extraterrestre.
“Podría no ser un cometa común”
El astrofísico Avi Loeb, jefe del proyecto Galileo, y director fundador de la Iniciativa Black Hole de la Universidad de Harvard, propuso que 3I/ATLAS podría no ser un cometa común.

Junto con Adam Hibberd y Adam Crowl, el astrofísico de Harvard publicó un estudio que abrió una posibilidad inquietante: “El objeto ha mostrado varias características anómalas y presentamos la hipótesis de que pueda tener origen tecnológico y posiblemente hostil”.
Este científico israelí de la Universidad de Harvard, autor de más de mil artículos, tan aclamado como polémico, argumenta que su órbita retrógrada, que avanza en dirección opuesta a la de la mayoría de los cuerpos del Sistema Solar, y su alineación casi perfecta con el plano de la eclíptica presentan una probabilidad de ocurrencia aleatoria de apenas 0,2%.
Las supuestas características anómalas de 3I/ATLAS<b> </b>

Según el estudio, 3I/ATLAS ha mostrado comportamientos poco comunes mientras cruza el Sistema Solar. Los científicos detectaron estos rasgos extraños a partir de mediciones de luz y posición del objeto.
Propusieron la idea de que podría tratarse de un objeto tecnológico, incluso con intenciones hostiles, basándose en teorías científicas conocidas como el “Bosque Oscuro” y la “Paradoja de Fermi”.
Uno de los hallazgos es que la manera en que refleja la luz (polarimetría) no se parece a la de ningún otro cometa, ni del Sistema Solar ni del espacio interestelar.
Señalan que 3I/ATLAS combina características nunca vistas en otros cometas o asteroides, lo que lo convierte en un objeto único hasta ahora. Loeb explicó que “esta anomalía de polarización pone de relieve que 3I/ATLAS es diferente de los objetos interestelares previos”.

El científico recordó que ‘Oumuamua no mostró signos de gas o polvo, pero tuvo un movimiento atípico, mientras que 2I/Borisov se comportó como un cometa común.
El astrofísico advierte que 3I/ATLAS pasará cerca de Venus, Marte y Júpiter, y su punto más cercano al Sol será en una zona opuesta a la Tierra, lo que complica su estudio detallado.
También sostiene que su trayectoria retrógrada y poco inclinada podría facilitar la llegada de una nave extraterrestre a la Tierra. Loeb defiende estas ideas recordando que sería poco humilde creer que los humanos están solos en el universo.
Además, la baja inclinación retrógrada del plano orbital de 3I/ATLAS respecto a la eclíptica ofrece diversas ventajas a una Inteligencia Extraterrestre (IET), ya que le permite acceder a nuestro planeta con relativa impunidad”, destacó Loeb, que insiste en que una nave alienígena ronda alrededor de la Tierra.
La mayoría de sus hipótesis se centran en lo que él llama "modestia cósmica“. Este concepto hace referencia a la idea de que es arrogante creer que el ser humano está solo en el universo.
El tamaño del asteroide despierta sospechas

Otro elemento que alimenta la hipótesis es el tamaño. Para un objeto interestelar de 20 kilómetros, deberían haberse detectado millones de cuerpos más pequeños antes, algo que no ocurrió.
A esto se suma que las mediciones iniciales no mostraron las características espectrales típicas de un cometa, como una “cola” de gas claramente definida, aunque otros astrónomos explican que la distancia actual puede ocultar ese rasgo.
Loeb recurre a la “Apuesta de Pascal” para justificar la necesidad de tomar en serio una hipótesis que suena extrema. Según su razonamiento, advertir a la humanidad de un posible riesgo “supera los inconvenientes de una teoría que no se ajusta a la realidad, mientras que las pérdidas de la incredulidad serían mucho mayores”.
En su visión, ignorar un escenario improbable pero potencialmente devastador sería un error.
Un científico amante de la vida extraterrestre

El investigador no es ajeno a la polémica sobre objetos extraterrestres. En 2019 afirmó que el primer objeto interestelar descubierto, ‘Oumuamua, podía ser una sonda enviada por otra civilización.
Incluso en 2023 vinculó esférulas metálicas halladas en el Pacífico con restos de otro cuerpo interestelar. Su insistencia en considerar la hipótesis tecnológica lo convirtió en una figura que divide a la comunidad científica.
Mientras tanto, la mayoría de los especialistas mantiene una perspectiva basada en datos comprobables.
Astrónomos de la NASA y de la Agencia Espacial Europea describen a 3I/ATLAS como un cometa clásico, formado por agua congelada y dióxido de carbono.
Su procedencia exacta sigue siendo un misterio, aunque los cálculos indican que podría venir de una región cercana al centro de la Vía Láctea.
“Si rastreas su órbita hacia atrás, parece proceder del centro de la galaxia, más o menos”, señaló Paul Chodas, director del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA.

La primera señal del nuevo visitante llegó como una anomalía. Un punto de luz se movía a una velocidad superior a 209.000 kilómetros por hora y mostraba una trayectoria que no coincidía con la de ningún cuerpo conocido.
“Las observaciones de seguimiento realizadas los días 1 y 2 de julio empezaron a revelar que su órbita podía ser inusual, posiblemente interestelar”, explicó Larry Denneau, coinvestigador principal del proyecto ATLAS. Los cálculos de su recorrido confirmaron que este visitante venía de fuera del vecindario solar.
Los astrónomos determinaron que el cometa se aproximará al Sol a fines de octubre, cuando alcance su perihelio a 1,4 unidades astronómicas, equivalente a unos 210 millones de kilómetros. El visitante pasará a más de 240 millones de kilómetros de la Tierra, por lo que no representa amenaza alguna.
La NASA detalló que “actualmente se encuentra a unas 4,5 ua (unidades astronómicas) del Sol” y que su distancia más corta respecto de nuestro planeta se producirá en diciembre, a más de 257 millones de kilómetros.
3I/ATLAS pertenece a la categoría de cometas conocidos como “bolas de nieve cósmicas”. Según el astrónomo Claudio Martínez, “se trata de un cometa y se le ha detectado una cola y una pequeña nube de gas en la cabeza. Su trayectoria es que proviene de otro Sistema Solar, y está pasando por el nuestro ahora. En octubre se presentará brillante y observable con pequeños telescopios, pero no a simple vista”.
El especialista estima que el núcleo puede medir cerca de 20 kilómetros de diámetro, lo que lo convertiría en el objeto interestelar más grande detectado hasta el momento.

La magnitud del hallazgo no se limita a su tamaño. Su brillo y la prominente cola de gas y polvo, visibles incluso con telescopios de aficionado, ofrecen una oportunidad única para estudiar la composición de estos viajeros galácticos.
Chodas advirtió que “no se puede deducir el tamaño del objeto sólido a partir del brillo de la coma”, lo que refuerza el enigma de su luminosidad. Algunos cálculos sugieren que, si su superficie fuera tan oscura como la de un asteroide rocoso, el cuerpo debería tener cerca de 19 kilómetros para reflejar la luz observada.
El descubrimiento de 3I/ATLAS se suma a una corta lista de objetos interestelares que visitaron el Sistema Solar. El primero fue ‘Oumuamua en 2017 y el segundo, 2I/Borisov, en 2019. Ambos revolucionaron la forma en que los científicos entienden la dinámica del espacio profundo.
Este tercer visitante refuerza la idea de que estos encuentros serán cada vez más frecuentes.
Mark Norris, astrónomo de la Universidad de Central Lancashire, anticipó que el próximo Observatorio Vera C. Rubin, que escaneará el cielo completo cada pocos días, podría detectar “hasta 10.000 objetos interestelares cruzando el sistema solar”.

3I/ATLAS continuará su recorrido sin regresar jamás. Alcanzará su punto más cercano al Sol a fines de octubre y, si las condiciones lo permiten, podrá observarse con telescopios medianos antes de perderse tras el astro. Reaparecerá a principios de diciembre en el otro lado de su órbita para después seguir su camino hacia el espacio interestelar. Dejará, sin embargo, una valiosa colección de datos que ayudará a entender cómo se forman y evolucionan estos mensajeros de otros sistemas.
El paso de este cometa recuerda lo vasto e impredecible que es el universo. Más allá de las teorías sobre naves hostiles, su estudio ofrece pistas sobre el origen de los sistemas planetarios y la composición del material que circula entre las estrellas.
Para los astrónomos, cada observación de un objeto interestelar es una ventana al pasado cósmico y una oportunidad para ampliar el conocimiento de nuestro lugar en la galaxia.
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