
Hoy se celebra el Día Internacional de la Luna con motivo del 20 de julio de 1969, cuando el mundo detuvo el aliento al observar que por primera vez, un ser humano caminó sobre la superficie de otro cuerpo celeste.
La misión Apolo 11 convirtió en realidad un sueño milenario: pisar la Luna. Neil Armstrong fue el primero en descender del módulo Eagle y caminar sobre la superficie gris del satélite.
“Es un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad”, dijo, mientras millones de personas seguían la transmisión desde la Tierra. Ese momento selló el inicio de una nueva era para la exploración espacial y dejó una huella indeleble en la historia científica y cultural de la humanidad.

Aldrin, segundo en caminar sobre el regolito lunar, describió la escena como una “magnífica desolación”. Junto a Armstrong permaneció algo más de dos horas en el Mar de la Tranquilidad, un área de 873 kilómetros de extensión nombrada en 1651 por los astrónomos jesuitas Francesco Grimaldi y Giovanni Battista Riccioli. En ese breve intervalo, recolectaron 22 kilos de rocas y muestras del suelo, instalaron equipos científicos para medir actividad sísmica y reflejar rayos láser desde la Tierra, y dejaron una placa conmemorativa con un mensaje claro: “Vinimos en son de paz en nombre de toda la humanidad”.
La hazaña fue seguida por una audiencia televisiva estimada en 600 millones de personas, una cifra récord para la época. La bandera estadounidense que se desplegó, la rama de olivo dorada y el disco con mensajes de presidentes marcaron el carácter político, simbólico y tecnológico de la misión.
El regreso exitoso a la Tierra consolidó a Estados Unidos como potencia espacial, pero el impacto del viaje trascendió la coyuntura de la Guerra Fría. Fue el inicio de un cambio de escala: del planeta al cosmos, del nacionalismo a la cooperación global.
Neil Armstrong, Edwin “Buzz” Aldrin y Michael Collins, quien permaneció en órbita lunar durante la caminata, fueron recibidos como héroes. Sus trajes se conservan hoy en el Museo Nacional del Aire y el Espacio del Smithsonian en Washington. Armstrong murió en 2012, Collins en 2021. Aldrin, a sus 95 años, es el último testigo vivo de esa primera expedición.

“Se cumplen 56 años de la primera llegada del ser humano a la Luna, desde el comienzo de los tiempos, hemos tenido una relación estrecha con uno de los astros dominantes del cielo terrestre. La Luna fue centro y guía de casi todas las culturas, actividades y religiones de la humanidad a lo largo de su historia, pero a partir de aquel 20 de julio de 1969, con los primeros pasos de los astronautas de Apolo 11, Neil Armstrong y Buzz Aldrin en su superficie, nuestra percepción de la misma cambió para siempre”, explicó a Infobae el historiador Diego Córdova.
Y agregó: “Si bien en la década del ´60 llegar a la Luna significaba la conquista de un punto geopolítico de privilegio, por el contexto de la Guerra Fría, conseguir poner toda la tecnología de esa época, al servicio de ese objetivo, significó no solo un salto tecnológico sin precedentes, sino también un salto evolutivo de la inteligencia humana al lograr coordinar tantos esfuerzos y recursos (humanos y tecnológicos), llevándolos al máximo de su potencial, haciendo que ese momento haya sido único en la historia. Algo que difícilmente vuelva a repetirse, aunque se conquiste el planeta Marte, por ejemplo”.
Córdova, que es autor del libro “Huellas en la Luna”, afirmó que gracias a los alunizajes tripulados de las misiones Apolo, entre 1969 y 1972, un total de 12 hombres caminaron por nuestro satélite natural, trayendo un total de 382 kg. de rocas de distintos sitios, bien diferentes a nivel geológico; lo cual permitió un gran avance en el conocimiento científico, tal es así que la gran mayoría de lo que hoy sabemos de la Luna, como edad, composición, origen e historia, se debe a esas invalorables muestras.

El experto conocedor de temas espacial recordó que el gran motor para la conquista lunar fue el contexto político que enfrentó a las superpotencias de Estados Unidos y la Unión Soviética, sin embargo, detrás de la competencia por llegar primero, se alinearon los avances científicos y tecnológicos que luego se aplicarían a nuestra vida cotidiana.
“Vivimos rodeados de tecnología espacial, casi sin darnos cuenta y sin la cual nuestra vida hoy sería muy distinta, son testimonios de eso los sistemas para potabilizar agua y llevarla a lugares donde no suele haberla naturalmente, la purificación del aire, el reciclado de ambos elementos, trajes de amianto de los bomberos, anteojos de sol que no se rayan, pañales descartables con gel, sumados a la permanente miniaturización de los componentes electrónicos y a las comunicaciones que permiten usar sistemas GPS, pronosticar el tiempo atmosférico y predecir catástrofes naturales”, afirmó.

La conmemoración global y los nuevos objetivos científicos
Décadas después del alunizaje, la Luna volvió a ocupar un lugar central en la agenda internacional. En 2021, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció oficialmente el 20 de julio como el Día Internacional de la Luna, mediante la resolución 76/76 titulada “Cooperación internacional en la utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos”. La iniciativa no solo busca recordar la llegada del Apolo 11, sino también “celebrar los logros de todos los Estados en la exploración de la Luna y crear conciencia pública sobre la exploración y utilización sostenible” del satélite.
Para la ONU, este día representa tanto una mirada al pasado como un llamado a planificar el futuro. “Durante miles de años, las civilizaciones han mirado al cielo reflexionando sobre el origen y los misterios de la Luna”, afirma el documento. La intención es generar un consenso global que permita desarrollar tecnologías, acuerdos y objetivos comunes en torno al uso pacífico del espacio, en especial en un momento en que múltiples naciones y empresas privadas están diseñando nuevas misiones tripuladas y no tripuladas al satélite.

Uno de los antecedentes más destacados después del Apolo 11 fue la misión Apolo 17, cuyo alunizaje ocurrió en el valle de Taurus-Littrow, en la frontera entre el Mare Tranquillitatis y el Mare Serenitatis. Fue allí donde Eugene Cernan se convirtió en el último ser humano en caminar sobre la Luna.
El módulo Challenger permaneció 72 horas en la superficie, y los astronautas Cernan y Harrison Schmitt recorrieron 35 kilómetros a pie y en rover, recolectando 110 kilos de muestras geológicas. También instalaron un complejo instrumental científico, incluyendo un gravímetro de superficie, sensores sísmicos y medidores de partículas eyectadas por impactos de meteoritos.
Aquella misión cerró un ciclo de exploración tripulada que no volvió a repetirse. Sin embargo, la actividad espacial nunca dejó de mirar hacia la Luna. Durante los últimos años, el satélite volvió a despertar un fuerte interés no solo como objeto de estudio, sino también como potencial fuente de recursos estratégicos.
El retorno a la Luna como materia pendiente

“Regresar a la Luna siempre fue una materia pendiente, pues está más que probado y establecido que, si el objetivo es explorar otros puntos del sistema solar, el punto de partida debe ser nuestro satélite natural; establecer una base allí que permita misiones interplanetarias debería ser el próximo paso de la conquista espacial”, sostuvo Córdova.
Y precisó que “la exploración de la Luna continuó en forma de sondas no tripuladas y eso posibilitó un interesante e inesperado descubrimiento, la presencia de agua, en estado sólido por debajo de la superficie y otros minerales como el Helio 3, elementos que, hasta no hace mucho, se creían inexistentes y serían indispensables para la creación de materiales que posibilitarían asentamientos humanos en bases permanentes, originando una exploración espacial sostenida”.
Según el experto, esta nueva posibilidad de facilitar presencia humana en la Luna ha despertado el interés de varias potencias espaciales, no solo el de Estados Unidos, que supo enviar humanos y traerlos de regreso, sino también el de China, un país que se consagró como potencia espacial a principios de los 2000 cuando comenzó a enviar sus propias misiones tripuladas a la órbita terrestre. China hoy cuenta con una moderna estación espacial, la Tiangong, habitada de forma permanente y un historial de exploración planetaria no tripulada, como las sondas lunares Chang’e y la marciana Tianwen.
El regolito lunar y la nueva economía espacial

En este contexto, uno de los descubrimientos que capturó la atención de científicos, tecnólogos y agencias espaciales es el regolito lunar.
Se trata de una capa de material fino, fragmentado y altamente abrasivo que cubre la superficie de la Luna, producto de miles de millones de años de impactos de meteoritos. Su composición es diversa: contiene oxígeno, hierro, titanio, silicio y, especialmente, helio-3, un isótopo que podría desempeñar un rol clave en la transición energética del siglo XXI.
El helio-3, ausente en grandes cantidades en la Tierra, es valioso por sus aplicaciones potenciales en fusión nuclear limpia, computación cuántica y tecnologías de defensa. Su recolección y procesamiento aún presentan desafíos técnicos considerables, pero los primeros pasos ya están en marcha.

Dos compañías, la japonesa ispace y la estadounidense Magna Petra, firmaron recientemente una alianza para desarrollar tecnologías de extracción y uso sostenible del regolito lunar. La cooperación busca diseñar sistemas que permitan operar en condiciones extremas, con el objetivo de utilizar estos recursos en futuras misiones o exportarlos a la Tierra.
“Debido a que el agua y los nuevos minerales descubiertos se localizan mayormente en las regiones polares de la Luna, las menos exploradas en su momento, es allí donde apuntan llegar las agencias espaciales con nuevas misiones tripuladas e intenciones de establecerse, especialmente en el polo sur, originando así una nueva carrera lunar”, afirmó Córdova.

La reutilización de materiales lunares también permitiría construir hábitats, infraestructura y equipos directamente sobre la superficie, disminuyendo la dependencia del lanzamiento terrestre. Diversos equipos científicos ya trabajan en el diseño de impresoras 3D que puedan operar con polvo lunar como insumo, una tecnología que podría cambiar radicalmente la forma en que se construye en entornos extraterrestres.
Los nuevos proyectos no se limitan al sector privado. Países como China, India, Rusia, Japón y Estados Unidos están impulsando misiones de reconocimiento, pruebas de alunizaje y programas de cooperación internacional. En este sentido, el Día Internacional de la Luna busca instalar el debate sobre la utilización responsable y sostenible del satélite, tanto en términos de conservación como de acceso equitativo a sus recursos.
Las Naciones Unidas consideran que la Luna debe permanecer como “un patrimonio común de la humanidad”, accesible para fines científicos, educativos y pacíficos. Este principio, inspirado en el Tratado del Espacio Exterior de 1967, enfrenta hoy desafíos frente al creciente interés comercial y geopolítico que rodea la próxima etapa de exploración lunar.

“Artemis significará no solo el regreso a la Luna sino la tan ansiada exploración a corto y mediano plazo que habilitará a la exploración planetaria; el programa comenzó en noviembre de 2022, con el vuelo no tripulado de Artemis 1, llevando mediante el gran cohete SLS, a la cápsula Orión alrededor de la Luna, certificándola para vuelos tripulados; el próximo paso será Artemis 2, un sobrevuelo lunar tripulado por cuatro astronautas, previsto para abril de 2026 y luego, en 2027 o 2028, el tan ansiado descenso lunar con Artemis 3”, afirmó Córdova.
Y aclaró que para descender en la Luna se necesita otro tipo de nave y es aquí donde entra el aporte de las empresas privadas, la NASA, agencia espacial de Estados Unidos tiene contratos con SpaceX y Blue Origin para que, alguna de ellas logre con sus propuestas de Starship o Blue Moon respectivamente, hacer que dos de los cuatro astronautas de Artemis 3 desciendan a la superficie del polo sur lunar.
Aunque ningún ser humano volvió a pisar la superficie lunar desde 1972, los planes actuales avanzan en dirección contraria. La próxima década promete nuevas misiones tripuladas, con astronautas de distintas nacionalidades, tecnología más avanzada y objetivos científicos renovados. La experiencia del Apolo 11 seguirá siendo un punto de referencia, pero el foco ahora se dirige hacia el aprovechamiento de los recursos lunares como eje de una infraestructura espacial sostenible.

“Este 56º aniversario del Apolo 11 nos encuentra, sin dudas, en una nueva carrera por la Luna que se definirá en los próximos cinco años, pero, quien logre llegar primero será un dato histórico y hasta anecdótico pues la hazaña será nuevamente para toda la humanidad, como lo fue en 1969, ya que será el punto de partida de una nueva era que nos colocará a todos en una escala planetaria. Una vez más, la frase de Konstantín Tsiolkovsky, pionero de la cohetería soviética cobra un nuevo impulso ‘La Tierra es la cuna de la humanidad, pero la humanidad no puede permanecer en la cuna para siempre’”, concluyó Córdova.
Mientras el regolito lunar se transforma en un nuevo oro gris y los mapas de la Luna vuelven a actualizarse, el mundo recuerda que todo comenzó hace más de medio siglo con una frase que cruzó la atmósfera para quedarse en la memoria colectiva: “Es un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad”.
Últimas Noticias
Guerreros de fin de semana: ejercitarse dos días también es beneficioso para personas con diabetes
Investigadores de los Estados Unidos, Australia y China analizaron datos de más de 51.000 individuos con la enfermedad metabólica. Qué descubrieron sobre los patrones de actividad física en relación a la salud y el bienestar

Siete hallazgos científicos que están cambiando la comprensión del cerebro humano
El 22 de julio marca una fecha clave para revisar el rol de este órgano. Nuevas investigaciones y desarrollos tecnológicos están modificando conceptos históricos sobre su funcionamiento, sus límites y su vínculo con el resto del cuerpo

La salud según los grecorromanos: secretos para la longevidad que siguen siendo relevantes
Adaptar la alimentación, el ejercicio y los hábitos a cada individuo sigue influyendo en la medicina moderna, resaltando la importancia del equilibrio físico y mental en el bienestar integral

6 minutos y 39 segundos de oscuridad: cómo fue el eclipse solar total más largo del siglo XXI
El 22 de julio de 2009, millones de personas fueron testigos de un fenómeno astronómico inusual que oscureció el cielo a plena luz del día en regiones de Asia y el Pacífico, con una duración sin precedentes para este tipo de eventos

La fórmula Widmark que revolucionó la toxicología y sirve de base para la mayoría de los controles de alcoholemia
La ecuación desarrollada por el químico sueco en los años 30 sigue siendo la referencia mundial antes de superar el límite legal para conducir
