Durante más de una década, los denisovanos fueron apenas un nombre en los árboles genealógicos humanos.
A diferencia de los neandertales, de quienes se habían hallado cráneos completos y esqueletos en diversas partes de Europa y Asia, este grupo fue conocido solo a través de su huella genética.
Su existencia emergió a partir de un fragmento óseo diminuto: un hueso de dedo descubierto en 2010 en la cueva de Denisova, en Siberia. Desde entonces, una docena de restos aislados permitieron trazar su ADN, pero nada se sabía con precisión sobre cómo lucían.
Ese vacío empezó a completarse con el hallazgo de un fósil extraordinario en Harbin, noreste de China. Con una antigüedad estimada de al menos 146.000 años, el cráneo fue desenterrado por un trabajador local en 1933 durante la construcción de un puente sobre el río Songhua.
Temiendo represalias durante la ocupación japonesa, el hombre escondió el fósil en un pozo donde permaneció oculto por más de ocho décadas. Recién en 2018, sus descendientes entregaron el hallazgo a científicos chinos.
Desde entonces, el enigmático “Hombre Dragón”, como fue apodado por su procedencia geográfica, abrió un nuevo capítulo en el estudio de los orígenes humanos.
En 2021, un equipo de investigadores propuso que el cráneo merecía una nueva clasificación taxonómica por su singularidad y lo nombró “Homo longi”. La estructura era excepcional: una caja craneana larga y baja, arcos superciliares prominentes, ojos grandes y una nariz ancha. Pero el debate continuaba. ¿Se trataba de una especie independiente o de un representante del grupo ya conocido como denisovanos?
Las respuestas llegaron a través de un avance técnico: la combinación de análisis de proteínas antiguas y ADN mitocondrial extraído de un diente. En dos artículos publicados de manera simultánea en las revistas Cell y Science, un equipo liderado por la genetista Qiaomei Fu del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de Pekín confirmó que el fósil pertenecía a un denisovano. El resultado cerró años de especulaciones sobre la apariencia de este grupo humano.
Los investigadores intentaron inicialmente recuperar ADN del hueso petroso —una de las regiones más densas del cráneo, que suele preservar bien el material genético— y de un diente asociado. Esa estrategia no rindió frutos.
Sin embargo, lograron aislar fragmentos de ADN mitocondrial a partir de la placa endurecida sobre los dientes. A la par, analizaron proteínas del hueso del oído interno. Ambas fuentes apuntaron en la misma dirección: el Hombre Dragón no era una especie desconocida, sino un representante claro de los denisovanos.
“Después de 15 años, conocemos el primer cráneo de un denisovano”, señaló Qiaomei Fu. La confirmación provino de la comparación del proteoma extraído con datos conocidos de neandertales, humanos modernos, denisovanos y otros primates. Una secuencia proteica era idéntica a la de muestras de Denisova en Siberia, así como a otras identificadas en el Tíbet y en Taiwán.
“Ahora contamos con el primer mapa morfológico completo de las poblaciones de denisovanos, lo que ayuda a abordar una incógnita que ha persistido durante la última década sobre el aspecto de los denisovanos”, escribieron los autores en Science.
Un nuevo rostro para una línea humana antigua
Hasta ahora, la información sobre los denisovanos era parcial y fragmentaria. Se sabía que convivieron con los Homo sapiens y los neandertales, que se cruzaron genéticamente con ambos, y que su huella genética persiste en poblaciones actuales del sudeste asiático y Oceanía. Pero nada se sabía sobre su fisonomía. Los pocos fragmentos hallados —dientes, falanges y fragmentos mandibulares— no alcanzaban para reconstruir una imagen confiable.
El cráneo de Harbin permite ahora completar ese cuadro. “Este trabajo aumenta la probabilidad de que Harbin sea el fósil más completo de un denisovano encontrado hasta la fecha”, afirmó Chris Stringer, paleoantropólogo del Museo de Historia Natural de Londres. El investigador colaboró en análisis morfológicos previos del fósil, aunque no participó en estos estudios recientes.
El hallazgo no solo resuelve un enigma de largo aliento. También ofrece nuevas herramientas para clasificar otros fósiles encontrados en Asia oriental cuya asignación taxonómica había sido ambigua. Al contar con un ejemplar representativo y casi completo, los paleoantropólogos pueden ahora cotejar otras piezas halladas en China y el sudeste asiático, y evaluar si pertenecen o no a este linaje.
Los rasgos del Hombre Dragón permiten delinear una figura robusta, de gran tamaño craneal, con prominencias óseas notorias y una anatomía distinta a la de los humanos actuales.
“Al igual que con la famosa imagen de un neandertal vestido con atuendo moderno, lo más probable es que aún fueran reconocibles como ‘humanos’”, sostuvo Ryan McRae, del Museo Nacional Smithsonian de Historia Natural. “Siguen siendo nuestros primos más misteriosos, solo que un poco menos que antes. Aún queda mucho trabajo por hacer para descubrir con exactitud quiénes eran los denisovanos y qué parentesco tienen con nosotros y otros homínidos”, agregó.
Aunque el ADN mitocondrial tiene limitaciones, su coincidencia con secuencias denisovanas conocidas resultó contundente. La dificultad para recuperar ADN nuclear, más completo, responde a la antigüedad del fósil. Según Fu, “solo existen huesos de cuatro yacimientos con más de 100.000 años de antigüedad en el mundo que contienen ADN antiguo”. En este contexto, cada avance técnico en extracción genética representa un paso clave.
El caso del cálculo dental lo demuestra. Este residuo endurecido sobre los dientes permitió rescatar ADN pese al deterioro general del material óseo. La estructura cristalina del cálculo puede actuar como una cápsula protectora, conservando información genética que no sobrevive en otros tejidos. Esa innovación técnica resultó esencial para establecer la identidad del fósil.
Otro punto de debate es el nombre formal de la especie. Algunos investigadores proponen renombrar todo el conjunto de evidencia denisovana como Homo longi, en alusión a la designación otorgada inicialmente al cráneo de Harbin. “Renombrar todo el conjunto de evidencia denisovana como Homo longi es un paso importante, pero tiene buena reputación, ya que el nombre científico Homo longi fue técnicamente el primero en vincularse, ahora, con los fósiles denisovanos”, indicó McRae.
Otros especialistas, sin embargo, prefieren mantener la denominación denisovano como forma común, del mismo modo en que se conserva el uso de “neandertal” para referirse a Homo neanderthalensis.
El impacto de este hallazgo va más allá de la nomenclatura. Permite repensar la evolución humana en Asia durante el Pleistoceno Medio, una etapa marcada por la coexistencia de varias especies humanas. En ese periodo —entre hace 789.000 y 126.000 años— Eurasia estuvo habitada por Homo sapiens, neandertales y denisovanos, con frecuentes cruces entre ellos. Esta complejidad dio origen al apodo de “confusión intermedia”, en referencia a la dificultad de trazar límites claros entre especies.
El cráneo de Harbin, vinculado con precisión al linaje denisovano mediante proteínas y ADN mitocondrial, permite avanzar hacia una caracterización más definida. Según los investigadores, la presencia de denisovanos no se limitó al Altái ni al sudeste asiático. Este nuevo ejemplar sugiere que habitaron una franja mucho más amplia, desde Siberia hasta el norte de China.
El vínculo entre forma y genética también permitirá reevaluar fósiles previamente hallados que no habían sido asignados a un grupo claro. Hasta ahora, el conjunto de fósiles atribuibles a denisovanos era escaso y disperso. El estudio de Harbin representa un punto de inflexión.
“Con el cráneo de Harbin ahora vinculado a los denisovanos basándose en evidencia molecular, una porción más grande del registro fósil de homínidos se puede comparar de manera confiable con un espécimen denisovano conocido basándose en la morfología”, señaló el paleoantropólogo Frido Welker.
Los próximos pasos incluyen nuevos análisis sobre la relación entre este linaje y otras ramas humanas, así como exploraciones más amplias de los yacimientos fósiles en Asia oriental. Los métodos moleculares, ya sea a través de ADN o de proteínas, se consolidan como herramientas clave para reconstruir el árbol evolutivo humano con mayor claridad.
El rostro del Hombre Dragón, robusto y cuadrado, con sus cejas prominentes y cerebro voluminoso, se perfila como el retrato más preciso que existe hasta ahora de un denisovano. Y con él, un grupo que parecía invisible empieza por fin a dejar huella en piedra.
Últimas Noticias
Flexibilidad ecológica: una nueva teoría explica la supervivencia del Homo sapiens
Un estudio demostró que la habilidad para sobrevivir en climas y geografías diversas fue fundamental para que los humanos antiguos lograran asentarse en regiones inhóspitas y expandirse globalmente

Descubren arañas marinas que sobreviven gracias a bacterias que comen metano
Científicos hallaron tres especies que no cazan ni tejen, sino que se nutren raspando microbios que viven sobre su cuerpo en zonas profundas del Pacífico norte

Inteligencia artificial y química verde: la alianza que revoluciona los laboratorios universitarios
Una plataforma de código abierto permitió a estudiantes y científicos optimizar rutas de síntesis con bajo impacto ambiental utilizando algoritmos y métricas en tiempo real

La llegada de la inteligencia artificial a la detección global de tsunamis podría cambiarlo todo
Un nuevo software desarrollado por la Universidad de Cardiff combina el análisis acústico con modelos avanzados para anticipar tsunamis casi en tiempo real, ofreciendo mayor protección y reduciendo costosas falsas alarmas a nivel global

Lo que la biología revela sobre ser “buen padre”: sorprendentes historias del reino animal
La ciencia explica que la ecología y las estrategias de reproducción hacen que el cuidado parental masculino sea una verdadera excepción entre animales
