Científicos argentinos reconstruyen la historia evolutiva de los perezosos gigantes

El primer autor de la investigación, Alberto Boscaini, reveló a Infobae los detalles del estudio que recopiló datos morfológicos y moleculares. Cómo vivieron y por qué desaparecieron estos mamíferos

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Investigadores del CONICET reconstruyeron la
Investigadores del CONICET reconstruyeron la historia evolutiva de los perezosos gigantes, revelando datos inéditos sobre su diversidad y extinción (Conicet)

Un equipo internacional integrado por investigadores argentinos del CONICET reconstruyó la historia evolutiva de los perezosos gigantes, un grupo extinto de mamíferos que Sudamérica unos 35 millones de años atrás y se extinguió hace aproximadamente 12 mil años. El trabajo combinó análisis a partir de más de 400 fósiles. La investigación permite entender mejor cómo vivían estos animales y cómo desaparecieron. Y en ese recorrido, pone en primer plano el aporte de la ciencia argentina. El hallazgo fue publicado en Science.

El proceso detrás de los resultados

La recolección de datos para este estudio comenzó en 2015. “Recolectar tantos datos sobre medidas de huesos de perezosos gigantes fue un proceso largo que tardó años”, explicó en diálogo con Infobae el investigador Alberto Boscaini, primer autor del artículo y miembro del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA-UBA-CONICET).

Durante su doctorado, Boscaini empezó a trabajar con colecciones locales, pero el proyecto creció con el tiempo. “A medida que se podía viajar por Sudamérica, Norteamérica y Europa, tuve la suerte de poder realizar varios viajes y recorrí museos de varios países”, detalló. La pandemia interrumpió los desplazamientos, pero no la investigación: “Tomé contacto con científicos que son parte del equipo y ellos me enviaron datos que faltaban”.

El trabajo abarcó más de 400 fósiles, desde huesos aislados hasta esqueletos casi completos. “Eso nos permitió estimar el tamaño corporal de unos 49 géneros de perezosos extintos”, explicó.

El estudio fue liderado por Boscaini, pero contó además con la participación de un equipo interdisciplinario compuesto por investigadores del CONICET y de otras instituciones internacionales. Entre ellos se encuentran Ignacio Soto, también del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA); Néstor Toledo, del Museo de La Plata y la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata; y François Pujos, paleontólogo del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA-CONICET).

El estudio, publicado en Science,
El estudio, publicado en Science, analizó más de 400 fósiles que abarcan 35 millones de años de evolución de estos mamíferos (Imagen Ilustrativa Infobae)

El trabajo, titulado La aparición y desaparición de los perezosos gigantes, revela que este grupo de mamíferos fue mucho más diverso y extendido de lo que se pensaba. Los primeros registros fósiles aparecen en el Oligoceno, hace unos 33 millones de años, y sus restos fueron hallados en toda América: desde la Patagonia hasta Alaska, pasando por las Antillas, los desiertos costeros del Pacífico y el altiplano andino.

“Los perezosos gigantes no son como los que ahora se encuentran en la selva. Eran grandes mamíferos que habitaron desde Canadá hasta la Patagonia, incluyendo las Islas del Caribe. De ellos ya teníamos fósiles y registros, pero nosotros generamos la más extensa base de datos y la combinamos con el más completo mapa filogenético”, dijo Ignacio Soto.

“El grupo alcanzó niveles de diversidad impresionantes. Algunas especies llegaron a pesar hasta cuatro toneladas y recorrían grandes distancias por tierra”, explicó Boscaini. Estas especies ocuparon ambientes continentales e incluso marinos, y su éxito evolutivo se mantuvo estable durante millones de años, incluso frente a eventos climáticos extremos y cambios ecológicos. Según la investigación, el tamaño corporal fue un factor determinante en la evolución del grupo. “Nos dimos cuenta de que el tamaño cambió según el estilo de vida. Al principio eran todos terrestres, pero con el tiempo algunos empezaron a trepar árboles y ahí fue que comenzaron a reducirse de tamaño”, señaló Boscaini.

Esta transición desembocó en las formas actuales más pequeñas y arborícolas. Pero el colapso del grupo ocurrió de forma abrupta hace unos 12.000 años, durante la transición del Pleistoceno al Holoceno, de acuerdo a los expertos. “Los perezosos venían evolucionando de forma exitosa durante millones de años, soportando todos los cambios climáticos, hasta que aparecieron los humanos y comenzaron a cazarlos”, explicó Boscaini. “Esa creemos que fue la razón de su desaparición”, sumó.

En la publicación hay un breve resumen del trabajo que dice lo siguiente: “Hoy en día, existen seis especies de perezosos, todas con ecologías similares, como la arboricultura y un metabolismo lento. Estas especies son un pequeño remanente de un clado americano, antaño diverso, compuesto principalmente por especies de gran tamaño”.

Los expertos, de acuerdo al trabajo, “analizaron la historia evolutiva de los perezosos y revelaron que los grupos ancestrales eran terrestres y grandes, y que las especies más pequeñas derivaban y convergen. Durante 30 millones de años, la familia de los perezosos se diversificó en América, desde una especie tan grande como un elefante hasta una completamente acuática. Desafortunadamente, al igual que la mayoría de los grandes herbívoros del Pleistoceno, el clado fue casi completamente erradicado por la llegada de los humanos”.

Los perezosos gigantes habitaban América
Los perezosos gigantes habitaban América desde la Patagonia hasta Alaska, mostrando adaptaciones terrestres, marinas y una impresionante diversidad (Imagen ilustrativa Infobae)

Otro hallazgo clave del estudio desafía la imagen clásica del perezoso como un animal lento y pasivo. “Hay una idea muy instalada de que los perezosos del pasado eran tan lentos como los de hoy, pero la evidencia indica lo contrario”, señaló Boscaini. “Muchos de ellos eran más ágiles, parecidos a hipopótamos, rinocerontes o elefantes actuales en términos de comportamiento y tamaño”, repasó el experto.

Para el equipo, este estudio es apenas el primer paso hacia nuevas líneas de investigación. “El tamaño corporal es una variable clave para entender la biología de un organismo: su metabolismo, su estrategia reproductiva, el tamaño de su cerebro. Casi todo tiene relación con la masa corporal”, explicó el investigador. “Una de las cosas que podemos testear ahora a partir de este estudio es eso: tratar de entender cómo se movían, cuál era su grado de locomoción y grado de agilidad”, explicó.

Néstor Toledo, otro de los investigadores de CONICET que participó del trabajo, apuntó: “Con todos esos datos, obtuvimos estimaciones del tamaño corporal de todas las especies de perezosos extintos y logramos ver cómo evolucionaron en el tiempo. Nos dimos cuenta que el tamaño corporal de las especies evolucionó según su estilo de vida: al principio eran terrestres y no trepaban, después comenzaron a habitar en los árboles eventualmente, lo que los llevó a reducir paulatinamente de tamaño, hasta que se extinguieron abruptamente. Solo quedaron las especies actuales, que ya no son gigantes, y habitan las selvas tropicales del continente”.

La publicación en Science no pasó desapercibida. “Para nosotros es un logro inmenso. Estas revistas tienen un índice de rechazo del 95%, y aún así nuestro trabajo fue aceptado y publicado. Eso nos llena de orgullo, porque demuestra que la ciencia argentina está en la primera línea”, subrayó Boscaini. Al hablar con Infobae, también compartió recomendaciones para quienes desean seguir el camino de la investigación científica: “Hay que estar dispuesto a salir de la zona de confort, a migrar si es necesario, a aprender idiomas y saber moverse en el mundo. Eso también es parte de ser científico”.

También participaron del estudio especialistas del Departamento de Biología de la Facultad de Filosofía, Ciências e Letras de la Universidade de São Paulo (Ribeirão Preto, Brasil); del Departamento de Paleobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC (Madrid, España); del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Toronto (Toronto, Canadá); del Departamento de Biología, Geología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Tennessee en Chattanooga (Chattanooga, EE. UU.); y de la División de Paleontología de Vertebrados del Museo de Historia Natural de Florida (Gainesville, FL, EE. UU.).

Otra de las investigadoras fue Susana Bargo, de la División Paleontología de Vertebrados del Museo de La Plata, de la Universidad Nacional de La Plata.

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