SpaceX concretó este martes 27 de mayo un nuevo ensayo del megacohete Starship, en lo que fue su noveno vuelo de prueba. La empresa dirigida por Elon Musk había enfrentado dos intentos fallidos en enero y marzo, ambos con explosiones y dispersión de escombros en el Caribe. El despegue marcó un nuevo paso en el desarrollo del sistema de lanzamiento reutilizable.
El noveno vuelo de prueba del cohete más potente de la historia tuvo un nuevo capítulo hoy cuando SpaceX lanzó esta poderosa nave. El lanzamiento de la misión IFT-9, programado desde la base espacial Starbase en Texas, EEUU, busca validar una serie de experimentos clave para el futuro del sistema Starship, la nave desarrollada por la compañía de Elon Musk con el objetivo de transportar grandes cargas y, eventualmente, personas a la órbita terrestre, la Luna y Marte.
La nave despegó a las 19:37 hora local (23:30 GMT) desde Starbase, luego de una demora de siete minutos en la cuenta regresiva.
Esta prueba es la primera en reutilizar uno de los propulsores Super Heavy, el B14, que ya voló durante el séptimo vuelo y regresa con modificaciones para someterse a un descenso experimental no recuperable. Es decir que esta vez no veremos en acción a los brazos mecánicos llamados Mechazilla que recuperaron la primera etapa de cohete en los dos anteriores lanzamientos.

Esos mismos dos vuelos consecutivos terminaron en explosiones, por lo que el foco no está puesto en lograr una misión perfecta, sino en acumular datos críticos en el despegue y vuelo de Starship, en esta ocasión la S35, que permitan corregir errores estructurales y mejorar el diseño de la aeronave con el fin de que pueda permanecer hasta una hora en el espacio y que no termine explotando en el espacio.
El antecedente inmediato fue la pérdida de la etapa superior S34, provocada por un fallo de hardware en uno de los motores Raptor, que provocó una fuga de metano y oxígeno líquidos. En el vuelo anterior, la S33 también se desintegró por oscilaciones armónicas, un fenómeno conocido como “efecto pogo” que ya había afectado al programa Apolo. La IFT-9 incorpora una nueva versión de la nave, la S35, junto con soluciones técnicas para mitigar esas fallas.
El vuelo transmitido en vivo por los canales oficiales de SpaceX, con una presentación previa de Elon Musk centrada en el futuro del programa y sus implicancias para la colonización marciana. El cronograma del lanzamiento estuvo previsto para las 18:30 hora local en Texas (23:30 UTC y 20.30 hora argentina), con horarios adaptados a diversas regiones del mundo. Se demoró finalmente unos siete minutos y despegó 20:37 hora Argentina

El test se propone lograr avances en áreas como reentrada atmosférica, reencendido de motores en el espacio y despliegue de carga útil, elementos fundamentales para validar la arquitectura de un sistema de lanzamiento reutilizable a gran escala.
A diferencia de los intentos anteriores, el Super Heavy B14 no será atrapado por la torre Mechazilla, sino que se dirigirá hacia un amerizaje planificado en el Golfo de México. Durante ese trayecto, realizará maniobras experimentales destinadas a evaluar el comportamiento del propulsor bajo condiciones no nominales.
Estas pruebas incluyen un giro controlado posterior a la separación, logrado mediante el bloqueo selectivo de respiraderos, y un descenso con ángulo de ataque aumentado para maximizar la resistencia atmosférica y minimizar el uso de propelente.

Además, se activó un motor de respaldo durante el encendido de aterrizaje para simular un fallo parcial y comprobar si el vehículo puede completar su maniobra con dos motores centrales.
El B14 fue sometido a inspecciones detalladas tras su primer vuelo. De los 33 motores Raptor que conforman su estructura, 29 ya volaron previamente. Algunos componentes fueron reemplazados, como el escudo térmico ablativo, pero la mayoría del hardware original permanece intacto.
Esta reutilización constituye un paso esencial hacia el objetivo de crear un vehículo totalmente reutilizable, capaz de reducir costos por lanzamiento y aumentar la cadencia operativa. La Administración Federal de Aviación (FAA) ya otorgó a SpaceX la aprobación para aumentar sus lanzamientos anuales de cinco a 25, lo que refuerza la necesidad de estandarizar y recuperar cada etapa del cohete.
Starship con reencendido, despliegue y reentrada

La etapa superior de Starship, denominada S35, incluye una lista de pruebas críticas que no pudieron completarse en los vuelos anteriores. El primero de estos objetivos es el despliegue de ocho simuladores de satélites Starlink v3, una carga útil diseñada para probar la capacidad de liberar objetos en una trayectoria suborbital controlada. Será el primer intento formal de desplegar carga desde una Starship, un paso esencial para futuras misiones comerciales o científicas. Al igual que los prototipos anteriores, estos simuladores no están destinados a alcanzar una órbita funcional, sino a demostrar que el sistema puede realizar separaciones múltiples sin comprometer su trayectoria.
Otro aspecto relevante es el reencendido de un motor Raptor en el espacio. Esta maniobra es una condición necesaria para que Starship pueda establecer órbitas más elevadas o realizar maniobras interplanetarias. El éxito de esta operación sería un indicio de que el sistema tiene el control térmico, estructural y de propulsión suficiente para adaptarse a condiciones de vacío prolongado.
En vuelos anteriores, esta maniobra falló por problemas en las líneas de combustible o malfuncionamientos del sistema de ignición. En esta ocasión, SpaceX incorporó ajustes en las válvulas y los sensores de presión para evitar repeticiones del error.

La reentrada es otra prueba de resistencia. La S35 fue modificada para llevar menos losetas térmicas, dejando zonas expuestas a propósito para estudiar su comportamiento bajo estrés. Entre los elementos experimentales se incluye una loseta metálica con refrigeración activa, destinada a evaluar soluciones alternativas al tradicional escudo cerámico. También se incorporaron bordes redondeados y biselados en las placas restantes, con el objetivo de evitar puntos de acumulación de calor que podrían generar fallas estructurales.
Además, se probaron por primera vez herrajes funcionales en los laterales del vehículo, diseñados para permitir en el futuro la captura directa de la Starship por los brazos Mechazilla. Aunque esta maniobra no está prevista en el noveno vuelo, la prueba térmica de estos elementos servirá para evaluar si resisten las temperaturas extremas que se generan durante la reentrada, especialmente en el punto de máxima presión dinámica.
El perfil de descenso fue más agresivo que en ocasiones anteriores, con un ángulo que busca estresar deliberadamente los flaps traseros del vehículo. Estas superficies de control fueron responsables de fallos en vuelos anteriores, por lo que SpaceX decidió someterlas a condiciones extremas para validar su diseño.

En esta fase, la nave debió desacelerar lo suficiente como para permitir un amerizaje controlado en el océano Índico, en un área programada para coincidir con la luz solar. Esto facilitó la observación desde satélites y aviones de seguimiento.
El objetivo principal de la prueba no es completar una órbita completa, sino demostrar que la Starship v2 es capaz de sobrevivir intacta a una trayectoria suborbital exigente. Esta validación es imprescindible para los planes operativos de SpaceX, que incluyen la misión Artemis 3 de la NASA.
Según el contrato firmado, Starship debe realizar al menos un alunizaje no tripulado y regresar a la órbita lunar antes de ser autorizada para transportar astronautas. El lanzamiento tripulado está previsto para 2027, por lo que el calendario impone presión sobre cada vuelo de prueba.

Aunque los fallos previos redujeron las expectativas, este noveno vuelo representa una oportunidad crucial para recuperar credibilidad técnica y validar cambios introducidos en la nave y el propulsor.
Cada uno de los experimentos previstos apunta a consolidar un sistema de lanzamiento reutilizable, capaz de realizar misiones interplanetarias con costos y tiempos reducidos. A largo plazo, el éxito de Starship marcaría un antes y un después en la exploración espacial, habilitando una arquitectura de transporte masivo sin precedentes.
Mientras tanto, SpaceX continúa con su estrategia de iteración rápida: probar, ajustar, volver a lanzar. La IFT-9 no es el destino, sino un paso más en un programa que no persigue solo éxitos inmediatos, sino soluciones sostenibles para el futuro del transporte espacial.
Cada motor que se enciende, cada alerón que resiste y cada componente que sobrevive permite aprender, corregir y acercarse al objetivo final: convertir a Starship en el sistema que lleve a la humanidad de regreso a la Luna y, algún día, a Marte.
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