
Las grandes ciudades de Estados Unidos enfrentan un desafío creciente que podría comprometer tanto la infraestructura urbana como la calidad de vida de millones de personas. Un estudio científico reciente revela que todas las 28 ciudades más grandes del país norteamericano están experimentando algún grado de hundimiento que genera peligro en las distintas poblaciones.
Este fenómeno, anteriormente asociado principalmente con zonas costeras, ahora afecta también a ciudades del interior, como Denver, Indianápolis y Nashville. A medida que el hundimiento progresa, las consecuencias podrían ser graves: edificios, puentes, carreteras y otras infraestructuras corren el riesgo de verse afectadas por el colapso de los terrenos.
La causa principal del hundimiento está vinculada al bombeo de aguas subterráneas. Cuando el agua es extraída a un ritmo superior al que puede ser repuesta por la naturaleza, los acuíferos se colapsan, lo que provoca que el terreno se compacte. Este proceso, aunque lento, afecta a áreas de gran densidad poblacional. El análisis de datos satelitales muestra que, aunque la tasa de hundimiento varía, todas las principales ciudades estadounidenses experimentan este fenómeno.
De acuerdo con un estudio publicado en la revista Nature Cities, los investigadores usan tecnología avanzada de radar satelital para mapear el hundimiento de las 28 ciudades más pobladas del país. Este enfoque permite a los científicos observar con una precisión sin precedentes el desplazamiento del terreno, algo que antes no se podía cuantificar con tanta exactitud.
Las 28 ciudades analizadas albergan a más de 34 millones de personas, lo que representa aproximadamente el 12 % de la población estadounidense. De estas ciudades, al menos el 20 % de las áreas urbanas están experimentando hundimientos, y en 25 de ellas, al menos el 65 % del territorio está afectado.
Aunque el hundimiento puede parecer insignificante en un principio, ya que ocurre a un ritmo de entre 2 y 10 milímetros por año, los impactos a largo plazo son significativos. Este desplazamiento gradual del terreno afecta la estabilidad de los edificios y otras infraestructuras, lo que podría resultar en daños estructurales importantes si no se toman medidas preventivas.
“El hundimiento del terreno es un peligro de lenta evolución con consecuencias ambientales y socioeconómicas adversas a nivel mundial. Si bien a menudo se considera únicamente un peligro costero debido al aumento relativo del nivel del mar, el hundimiento también amenaza las zonas urbanas del interior, aumentando el riesgo de inundaciones, daños estructurales e interrupciones del transporte. Sin embargo, a menudo faltan tasas de hundimiento espacialmente densas que capturen variaciones granulares a alta densidad espacial, lo que dificulta la evaluación de los riesgos asociados a la infraestructura”, explicaron los investigadores en el trabajo publicado.
Y agregaron: “En este estudio, utilizamos mediciones geodésicas espaciales de 2015 a 2021 para crear mapas de alta resolución de las tasas de hundimiento de las 28 ciudades más pobladas de EEUU. Estimamos que al menos el 20 % del área urbana se está hundiendo en todas las ciudades, principalmente debido a la extracción de agua subterránea, lo que afecta a unos 34 millones de personas. Además, más de 29.000 edificios se ubican en zonas de alto y muy alto riesgo de daños, lo que indica una mayor probabilidad de daños a la infraestructura. Estos conjuntos de datos e información son cruciales para desarrollar políticas ad hoc que adapten los centros urbanos a estos complejos desafíos ambientales”.
Houston es la ciudad que corre más peligro

El caso más alarmante es el de Houston, donde más del 40 % de la superficie de la ciudad se hunde a una tasa superior a los 5 milímetros por año, y algunas áreas experimentan hundimientos de hasta 5 centímetros anuales. Este fenómeno es aún más pronunciado en algunas zonas de Texas, donde las tasas de hundimiento son de aproximadamente 5 milímetros al año, con algunas áreas de Houston alcanzando hasta 10 milímetros anuales.
A pesar de que este fenómeno ha sido ampliamente reconocido, los riesgos asociados a él no siempre son visibles de inmediato. El impacto de este hundimiento gradual solo se vuelve evidente cuando se observan daños estructurales como grietas en edificios, inclinación de postes de servicios públicos o la deformación de carreteras y puentes. Estos problemas no solo son una preocupación para las ciudades costeras, sino que también afectan a muchas áreas del interior del país, lo que agrava aún más el desafío.
En el caso de ciudades como Nueva York, Washington D.C. y Las Vegas, el hundimiento es más notorio en áreas donde las tasas de subsidencia son variables. En estos lugares, las diferencias en el movimiento del suelo pueden generar tensiones y afectar la estabilidad de las infraestructuras. Un problema particularmente grave es el hundimiento diferencial, que ocurre cuando unas áreas se hunden a una velocidad mayor que otras, lo que genera desajustes en la alineación de los cimientos de los edificios y las infraestructuras.
En ciudades como San Antonio y Austin, se detecta que una proporción considerable de los edificios está ubicada en áreas donde el riesgo estructural es elevado debido a la variabilidad en la subsidencia. Por ejemplo, en San Antonio, uno de cada 45 edificios está en alto riesgo de sufrir daños debido a este fenómeno, mientras que en Austin la proporción es uno de cada 71 edificios.
Aunque el bombeo excesivo de aguas subterráneas es la principal causa de este hundimiento, existen otros factores que contribuyen al problema. En algunas ciudades, el retiro de las capas de hielo hace miles de años aún tiene un efecto residual sobre el movimiento del terreno. Además, en lugares como Miami y Manhattan, la construcción intensiva y el peso de los propios edificios también pueden estar ejerciendo presión sobre el terreno, lo que acelera el hundimiento en algunas zonas.
Sin embargo, el mayor factor sigue siendo la extracción de agua, especialmente en regiones como Houston, Dallas y Fort Worth, donde la extracción intensiva de agua subterránea para consumo humano, industrial y agrícola afecta gravemente la estabilidad del terreno.

Las consecuencias del hundimiento no solo se limitan a los daños estructurales. Con el tiempo, los efectos acumulativos de este fenómeno pueden aumentar los riesgos de inundaciones, especialmente en ciudades con sistemas de drenaje ya sobrecargados. A medida que el terreno se hunde, los patrones de drenaje pueden alterarse, lo que incrementa la probabilidad de inundaciones locales, incluso durante episodios normales de lluvia. Estos cambios en los patrones de drenaje pueden poner en peligro la vida de los residentes y afectar gravemente la infraestructura urbana.
Para abordar estos problemas, los investigadores recomiendan varias medidas. En primer lugar, sugieren mejorar la gestión de las aguas subterráneas, reduciendo las extracciones excesivas para evitar el colapso de los acuíferos. También abogan por un monitoreo más detallado y preciso utilizando tecnologías como los satélites de radar, lo que permitiría a los urbanistas y a los ingenieros identificar áreas problemáticas con mayor antelación y tomar medidas preventivas. Además, los expertos insisten en que es necesario ajustar los códigos de construcción y los planes de desarrollo urbano para tener en cuenta estos riesgos, especialmente en zonas donde los hundimientos son más pronunciados.
A pesar de la magnitud del problema, los expertos también se muestran optimistas respecto a la posibilidad de mitigar los efectos del hundimiento. Según Manoochehr Shirzaei, coautor del estudio y geofísico de la Universidad de Virginia Tech, “con un mejor monitoreo, un desarrollo urbano más inteligente y políticas que aborden el uso del agua y la resiliencia de las infraestructuras, podemos frenar o incluso detener el hundimiento y proteger nuestras ciudades para las generaciones futuras”.
De esta manera, aunque el hundimiento de los terrenos es un problema creciente y potencialmente devastador, los expertos creen que es posible mitigar sus efectos si se adoptan medidas preventivas adecuadas.
El hundimiento de terrenos es un fenómeno que afecta a muchas ciudades de Estados Unidos, desde la costa atlántica hasta el interior del país. Aunque su impacto puede ser lento y gradual, las consecuencias pueden ser graves si no se toman medidas para frenar el proceso.
Con el crecimiento de la población urbana y la creciente demanda de agua, es crucial que las autoridades locales y los responsables de la planificación urbana adopten medidas para gestionar este problema y proteger la infraestructura y la seguridad de los residentes. El monitoreo constante y la implementación de políticas eficaces son fundamentales para abordar este desafío antes de que sea demasiado tarde.

Las 28 ciudades de EE.UU. evaluadas por subsidencia son:
- New York, NY
- Los Angeles, CA
- Houston, TX
- Philadelphia, PA
- San Diego, CA
- Jacksonville, FL
- San Francisco, CA
- Seattle, WA
- Washington, DC
- Boston, MA
- Portland, OR
- San Antonio, TX
- Austin, TX
- Columbus, OH
- Indianapolis, IN
- Nashville, TN
- El Paso, TX
- Detroit, MI
- Memphis, TN
- Chicago, IL
- Phoenix, AZ
- Dallas, TX
- San Jose, CA
- Fort Worth, TX
- Charlotte, NC
- Denver, CO
- Oklahoma City, OK
- Las Vegas, NV
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