
En abril de 1990, la humanidad envió al espacio un instrumento destinado a cambiar para siempre nuestra mirada sobre el universo. Treinta y cinco años después, el telescopio espacial Hubble continúa en funcionamiento y sorprende a científicos y entusiastas con descubrimientos que redefinen lo que se sabe sobre el cosmos.
Con más de 1,6 millones de observaciones, más de 22.000 artículos científicos publicados y una influencia innegable sobre toda la astrofísica moderna, el Hubble representa un símbolo de la búsqueda constante por entender el universo.
Desde su lanzamiento a bordo del transbordador espacial Discovery el 24 de abril de 1990, este observatorio orbital funciona como mucho más que una cámara en el cielo. Con un tamaño similar al de un colectivo escolar y ubicado a 515 kilómetros sobre la Tierra, el Hubble superó un inicio complejo.

Un defecto óptico en su espejo principal amenazó con condenar su misión al fracaso. Pero en una misión efectuada en 1993, astronautas corrigieron en el espacio el problema con una óptica especial, marcando el comienzo de una historia de éxito sin precedentes. Los datos recogidos desde entonces transformaron desde los libros escolares hasta las teorías más avanzadas de la cosmología.
“Todos los libros de texto de astronomía moderna incluyen contribuciones del Hubble”, afirma la NASA. Este telescopio no solo fotografió galaxias y estrellas.
También permitió medir con precisión la edad y la expansión del universo, demostrar que los agujeros negros supermasivos resultan comunes y confirmar la existencia de la energía oscura, una fuerza que acelera la expansión del cosmos y que mereció el Premio Nobel de Física en 2011.

Para celebrar sus tres décadas y media en órbita, la NASA preparó una selección de nuevas imágenes que despiertan asombro. Las vistas incluyen detalles del planeta Marte, una galaxia vecina y regiones activas de formación estelar.
Cada imagen contiene información científica que permite entender mejor los mecanismos fundamentales del universo.
“El telescopio espacial Hubble abrió una nueva ventana al universo cuando fue lanzado hace 35 años. Sus espectaculares imágenes han inspirado a gente de todo el mundo, y los datos contenidos en esas imágenes han revelado sorpresas acerca de todo tipo de temas astronómicos, desde las primeras galaxias hasta los planetas de nuestro propio sistema solar”, expresó Shawn Domagal-Goldman, director interino de la División de Astrofísica de la NASA.
Ciencia en movimiento y una mirada al futuro

El paso del tiempo funciona como un aliado del Hubble. Su longevidad permite volver a observar los mismos objetos celestes en distintos momentos.
Gracias a esto, los científicos estudian la variabilidad estacional en los planetas del sistema solar, registran la evolución de burbujas de supernovas, siguen los chorros de materia expulsados por agujeros negros y documentan eventos inesperados como colisiones de asteroides.
Observar en distintas épocas convierte al telescopio en una especie de cronista celeste que es referencia mundial pasadas ya más de tres décadas desde su primera imagen.

Antes de 1990, los telescopios desde la Tierra no lograban superar ciertos límites. Las estimaciones sobre la edad del universo presentaban discrepancias significativas. Los exoplanetas o los agujeros negros supermasivos apenas entraban en discusión. La llegada del Hubble cambió esa situación. Sus imágenes de campo profundo revelaron un tapiz de galaxias lejanas.
Gracias a su agudeza óptica, fue posible medir con precisión la expansión del universo y observar por primera vez las atmósferas de planetas en órbita alrededor de otras estrellas.
La labor del Hubble impulsó el desarrollo de nuevas misiones. En la actualidad, comparte protagonismo con el telescopio espacial James Webb. Ambos funcionan de forma complementaria: Hubble observa en luz visible y ultravioleta, Webb lo hace en el infrarrojo. Este trabajo conjunto ya brinda resultados valiosos en el análisis de exoplanetas y en la exploración de las primeras etapas de formación galáctica.

La continuidad de esta misión científica lleva el nombre de Observatorio de Mundos Habitables. Este sucesor del Hubble contará con un espejo más grande y detectará señales de vida en planetas cercanos. Su resolución será superior y su sensibilidad alcanzará niveles hasta cien veces mayores que los del Hubble.
Este nuevo observatorio permitirá avances en todos los campos de la astrofísica. Uno de sus objetivos centrales será la identificación de planetas rocosos habitables en sistemas estelares vecinos.
El valor del Hubble supera lo técnico. Su legado también resulta cultural y emocional. Las imágenes capturadas por su lente no solo sirven a la ciencia, sino que acercan la astronomía a millones de personas. Con colores vibrantes y formas majestuosas, las fotografías del Hubble muestran un universo inmenso y, al mismo tiempo, cercano.

“Las imágenes captadas por Hubble pueden retratar el universo y mostrar lo que tiene de impresionante, misterioso y hermoso y, al mismo tiempo, caótico, abrumador y premonitorio”, dice un comunicado de la NASA. Este impacto emocional resulta clave para mantener el interés público en la exploración espacial.
Durante su vida útil, el Hubble recibió cinco misiones de mantenimiento y mejora entre 1993 y 2009. Estas intervenciones prolongaron su operatividad y actualizaron cámaras, computadoras y sistemas de soporte. Gracias a esos esfuerzos, el telescopio todavía genera datos. Hasta ahora, sus observaciones dieron lugar a más de 1,3 millones de citas científicas.
El archivo de información del Hubble contiene más de 400 terabytes, la mayor base de datos astrofísicos de la NASA, excluyendo al telescopio Webb.

Aunque su misión no continuará para siempre, el telescopio espacial Hubble dejó una huella profunda. No solo por sus descubrimientos, sino también por los caminos que abrió.
Su trabajo permitió el surgimiento de nuevos telescopios, fortaleció la cooperación internacional entre agencias como la NASA y la ESA, y cumplió con la promesa de mirar el universo con otros ojos.

Mientras el mundo celebra sus 35 años en órbita, el Hubble sigue trabajando y en plena actividad, registrando luces antiguas del cosmos y revelando secretos hasta hace poco desconocidos. Su mirada constante transforma la relación de la humanidad con el universo.
No se trata solo de una herramienta científica. Es un testigo privilegiado del origen y evolución de todo lo que existe. Aunque su ciclo terminará algún día, su legado seguirá creciendo más allá de su última imagen.
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