
Los denisovanos son un grupo homínido extinto que se definió inicialmente por el análisis de genomas antiguos hallados en fósiles del Pleistoceno medio y tardío provenientes del sur de Siberia, específicamente en la cueva Denísova, en las montañas de Altái, en Rusia.
Se considera que fueron como un grupo hermano de los neandertales, con una divergencia genética entre ambas poblaciones calculada en más de 400.000 años. Se habrían extinguido hace entre 40.000 y 50.000 años.
Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Science, editada por la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, demostró que los denisovanos tuvieron adaptabilidad a diferentes ambientes.

El nuevo conocimiento se obtuvo a partir del estudio de un fragmento de mandíbula, conocido como Penghu 1, que fue encontrado en el lecho marino del Canal de Penghu, cerca de Taiwán. Se identificó a través del estudio con herramientas de la paleoproteómica, que el fragmento perteneció a un Denisovano.
El descubrimiento fue reportado por un equipo de investigadores liderado por el científico japonés Takumi Tsutaya y proporciona evidencia molecular directa de que la especie de homínidos habitó en climas subtropicales cálidos y húmedos. Los resultados amplían significativamente el conocimiento sobre su distribución geográfica.
Qué pasó con los denisovanos

Los denisovanos se habrían desarrollado hace unos 370.000 años durante el Pleistoceno en Eurasia y se extinguieron en algún momento después de hace unos 30.000 años.
En el año 2010 se secuenció el ADN mitocondrial proveniente de un resto de un dedo de una niña, que fue encontrado en las cuevas de Denísova. Esto permitió la identificación de los denisovanos como homínidos.
La sorpresa fue que el 17 % de su genoma era ADN neandertal, por lo que ambas especies se cruzaron en algún momento de la evolución. Esto se confirmó cuando se secuenció un trozo de hueso de otro individuo que vivió hace unos 90 000 años.
De acuerdo con el análisis publicado en la revista Science, los Denisovanos, no solo habitaron las frías montañas de Siberia, donde se descubrieron por primera vez, sino que también lograron adaptarse a entornos climáticos muy diversos, como las latitudes subtropicales de Taiwán.

Este hallazgo refuerza la idea de que los Denisovanos tuvieron una presencia más amplia en Asia de lo que se había confirmado previamente.
El fósil Penghu 1, una mandíbula robusta con molares grandes y raíces distintivas, fue recuperado junto con restos de fauna prehistórica mediante actividades de pesca comercial en el lecho marino del Canal de Penghu.
Este canal, que durante el Pleistoceno formaba parte del continente asiático debido a los niveles más bajos del mar, ha sido una fuente importante de hallazgos paleontológicos.
El equipo de Tsutaya utilizó técnicas avanzadas de paleoproteómica para analizar proteínas extraídas del hueso y el esmalte dental del fósil. En total, se identificaron 4.241 residuos de aminoácidos, entre los cuales se encontraron dos variantes específicas que son características de los Denisovanos.
Según los investigadores, estas variantes son extremadamente raras en las poblaciones humanas actuales, pero tienen una mayor frecuencia en regiones donde se ha detectado una mayor influencia genética de los Denisovanos.
Qué implican el hallazgo

El análisis molecular no solo confirmó la identidad del fósil como Denisovano, sino que también permitió correlacionar sus características físicas con otros restos previamente atribuidos a esta especie.
La mandíbula de Penghu 1 comparte similitudes con un espécimen Denisovano que fue hallado en el Tíbet, lo que sugiere que ciertos rasgos, como la robustez de la mandíbula y la estructura de los molares, podrían ser característicos de esta línea evolutiva.
Además, los investigadores plantean la posibilidad de que esas características morfológicas estén relacionadas con diferencias sexuales dentro de la especie, aunque se necesitarán más estudios para confirmar esta hipótesis.
Fuera de Siberia, la evidencia genética directa de los Denisovanos había sido escasa. Antes del descubrimiento en Taiwán, el único otro lugar donde se había confirmado su presencia mediante análisis molecular era el Tíbet, donde se encontró un fragmento de mandíbula en la meseta tibetana.

La presencia de restos en regiones subtropicales como Taiwán sugiere que los Denisovanos poseían una notable flexibilidad ecológica, lo que podría haber sido clave para su supervivencia en diversos paisajes durante el Pleistoceno.
“En la actualidad, apenas hay diez restos confirmados de los denisovanos. Sin embargo, creo que hay muchos fósiles que pueden incluirse en sentido amplio, especialmente de China, cuya información genética aún no se ha examinado”, opinó Tsutaya.
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