
En su viaje por Sudamérica, los colibríes también capturaron la atención del naturalista inglés Charles Darwin en 1834. Fue testigo de la llegada de esas aves desde los “desiertos resecos del norte”, como se refirió al desierto de Atacama, en Chile, y se asombró por su enorme tamaño. Eran entre 8 y 10 veces más grandes que la mayoría de las especies de colibríes.
Desde entonces, cuál era la ruta de migración de los colibríes más gigantes del mundo y qué hacían en la zona en la que no se reproducen eran parte de un misterio.
Ahora, con la ayuda de la tecnología más moderna, como el seguimiento satelital y la geolocalización junto con los estudios de decodificación del genoma, se encontraron las respuestas: no era una sola especie de colibrí gigante sino que son dos, muy parecidas visualmente.
Una de esas dos especies detalladas realiza una migración extrema. Puede hacer un ida y vuelta de más de 8.300 kilómetros sobre los territorios de Chile, Perú, y hasta puede llegar a la provincia de Buenos Aires, en la Argentina.
Todo se sabe gracias a una investigación que empezó hace ocho años atrás. Fue llevada a cabo por un grupo de científicos de Chile, Perú y los Estados Unidos que colocaron “mochilas” con geolocalizadores y transmisores satelitales en colibríes sin causarles problemas. También hicieron estudios genómicos para averiguar el origen, investigaron las adaptaciones a la altura y publicaron los resultados en la revista PNAS.

En diálogo con Infobae, una de las coautoras Natalia Ricote, doctora en ecología e investigadora de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez, en Chile, contó cómo se inició la investigación: “En latitudes tropicales, los colibríes gigantes residen todo el año en los altos Andes. Pero en las poblaciones de zonas templadas meridionales se reproducen a nivel del mar y emprenden una misteriosa migración durante el invierno austral. Darwin especuló que los colibríes migraban a la región del desierto de Atacama, en el norte de Chile”.
Lo que sorprendía era que el colibrí gigante podía habitar ecosistemas muy diferentes. “Cuando empezamos nuestro estudio, estábamos interesados en estudiar al colibrí gigante que hasta ese entonces se pensaba que era una sola especie. Era una anomalía dentro del grupo de las más de 300 especies de colibríes que hay en el mundo por su gran tamaño, por su amplio rango de distribución y los climas en los que habita”, comentó.

Desde el siglo XIX, se sabía entonces que migraba desde las costas chilenas pero no estaba claro cuál era su ruta. Al mismo tiempo, se habían observado poblaciones en altas elevaciones en latitudes más bajas cerca de los trópicos. De acuerdo con la doctora Ricote, “se habían descrito previamente dos poblaciones de picaflor gigante: una que residía en el altiplano andino durante todo el año, y otra que migraba desde Chile hasta el altiplano andino”.
Al hacer el seguimiento con las mochilas con los transmisores satelitales a 57 ejemplares de colibrí, el grupo de investigadores recuperó la información sobre 7 de ellos y descubrió que recorrieron 8.000 kilómetros desde la costa chilena hasta los Andes peruanos y de vuelta, una de las migraciones de colibríes más largas del mundo.
Además, determinaron que las dos poblaciones eran -en realidad- dos especies distintas. “Son tan diferentes entre sí como los chimpancés lo son de los bonobos”, dijo el autor principal, Chris Witt, de la Universidad de Nuevo México, en un comunicado.

“Las dos especies coinciden en sus zonas de hibernación a gran altitud. Es llamativo que hasta ahora nadie había descifrado el misterio del colibrí gigante y, sin embargo, estas dos especies hayan estado separadas durante millones de años”, agregó.
Una de esas dos especies reside todo el año en el altiplano. Es ligeramente más grande y por lo tanto la especie de colibrí más grande del mundo hoy. Los científicos la llamaron “colibrí gigante del norte”, y su nombre científico es Patagona chaski.
“Decidimos utilizar chaski como nombre, ya que en quechua significa mensajero, y se refiere a los corredores que transportaban bienes y mensajes a través del imperio Inca. Estos corredores tenían la capacidad de moverse rápidamente a través de grandes distancias y alturas, al igual que estas increíbles aves”, comentó Ricote.

En cuanto a la otra especie se sigue llamando colibrí gigante del sur (Patagona gigas) y es la que tiene una de las migraciones ida y vuelta más largas registradas. Puede dar una vuelta desde Chile, pasando por la Argentina, Bolivia y Perú en el otoño. Luego vuelve al Desierto de Atacama en primavera hasta su zona reproductiva en la costa de Chile central, puntualizó la bióloga Jessie Williamson, quien fue la primera autora del estudio.
El gigante del Sur consigue hacer sus largas migraciones con paradas de aclimatación. “Son muy parecidas a las que hacen los montañistas humanos, para poder aclimatar su fisiología a la falta de oxígeno que conllevan las grandes altitudes. Toda una hazaña”, comentó Ricote.
“Ambas especies toman néctar de flores comunes en toda su área de distribución y también comen insectos. Estamos trabajando en estudios adicionales para examinar la variación de la dieta”, contó Williamson a Infobae, quien contó también con la colaboración de Francisco Bozinovic, ganador del Premio Nacional de Ciencias 2020 y destacado ecofisiólogo chileno. Como este investigador falleció en enero del año pasado, los científicos dedicaron el trabajo a su memoria.

Por los estudios genómicos, también se reveló que el colibrí gigante del norte se separó del gigante del sur hace más de 2 millones de años.
Consultado por Infobae, el doctor Facundo Palacio, de la sección Ornitología del Museo de La Plata que de la Universidad Nacional de La Plata e investigador del Conicet, comentó a través del estudio publicado en la revista PNAS se encontraron que había dos especies distintas de colibrí gigante que son casi indistinguibles en tamaño y plumaje. Una que migra desde el nivel del mar hasta los Andes, y otra que tiene poblaciones residentes en las altas montañas de los Andes. Este último grupo, al que los autores han denominado Picaflor gigante del norte (Patagona chaski), presenta un pico, alas y cola más largos que el linaje del sur, y pasó a ser la especie de picaflor más grande del mundo”.

En otras palabras -señaló Palacio-, “sabíamos que la especie más grande de picaflores habitaba en el sur de Sudamérica. Sin embargo, la nueva clasificación de una sola especie en dos, hace que la segunda se convierta en la más grande del mundo”.
Desde el punto de vista evolutivo, el estudio permite entender más sobre lo que se conoce como “especiación críptica”. A pesar de que pueden distinguirse por sus características morfológicas, “las sutilezas han disimulado la separación en dos especies de colibríes durante casi dos siglos -sostuvo Palacio-. Los análisis moleculares revelan que se trata de poblaciones genéticamente distintas y reproductivamente aisladas, habiendo experimentado una divergencia de aproximadamente 2-4 millones de años, un período geológico relativamente reciente”.
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