
La placenta es el órgano que se desarrolla en el útero durante el embarazo. Es una estructura que provee oxígeno y nutrientes al bebé en crecimiento. Para mejorar la sobrevida y reducir secuelas en bebés extremadamente prematuros, cuatro grupos de científicos en el mundo (que trabajan en los Estados Unidos, Australia, Japón, Canadá y España) están desarrollando sistemas que podrían funcionar como placentas artificiales.
Días atrás, durante en el Congreso Mundial de Medicina Fetal que se realizó en Valencia, el equipo de investigadores de España presentó los resultados preliminares de la placenta artificial que está en camino. También publicaron resultados en la revista Biomedicines.
En la primera fase experimental, la placenta artificial se probó en ovejas y se logró alcanzar hasta 12 días de supervivencia del feto.
La iniciativa en España está liderada por el doctor Eduard Gratacós, que pertenece al BCNatal, un centro de referencia internacional en medicina fetal del Hospital Clínic de Barcelona y del Hospital Sant Joan de Déu. Cuenta con el apoyo de la Fundación “la Caixa”.

Aunque más del 90 % de los embarazos llegan a término con normalidad, la vida fetal sigue siendo una de las fases de mayor riesgo para el ser humano. Uno de los principales problemas no resueltos aún es la prematuridad extrema (seis meses o menos), una casuística que afecta a 25.000 familias cada año solo en Europa.
La supervivencia de prematuros extremos, incluso en unidades de excelencia médica, es baja (del 25 al 75 %), y una proporción relevante de los sobrevivientes presentan secuelas.
Antes de los seis meses de embarazo, los pulmones, los intestinos y el cerebro del feto están poco desarrollados y no se encuentran preparados para funcionar de forma correcta.
Un recién nacido prematuro extremo es, en realidad, un feto que debe sobrevivir en un entorno muy antinatural. Con menos de 1.000 gramos de peso, estos bebés precisan soporte respiratorio y alimentación por vía intravenosa para poder mantenerse con vida, pero esto puede provocar complicaciones y tener un impacto en su vida futura. Por esa razón, la placenta artificial puede ser una solución que mejore la calidad de vida de estos neonatos.

Los investigadores lleva adelante el proyecto de la placenta artificial con la idea de reproducir y prolongar las condiciones fisiológicas del útero materno para permitir que los órganos de los recién nacidos de 6 meses o menos se desarrollen correctamente. Significa que al usarse la placenta artificial, el bebé podría seguir como un feto pero fuera del útero materno. De esta manera, se podrían aumentar las posibilidades de supervivencia y se minimizarían las secuelas que sufren muchos de los neonatos.
El grupo de investigación liderado por el doctor Gratacós está integrado por más 35 investigadores de diferentes disciplinas (varias especialidades de medicina, biología, ingeniería, enfermería) y la colaboración de otros 35 profesionales. Además, el proyecto dispone de varios comités supervisores que integran a expertos en otros ámbitos (en derechos reproductivos y bioética, entre otros), y a madres y padres de niños prematuros.
Lo que lograron es el un primer prototipo integrado de placenta artificial que ha ido aumentando las horas de supervivencia de forma exponencial hasta llegar a los 12 días en buenas condiciones fetales.
El prototipo desarrollado incluye un entorno protegido compuesto por un contenedor translúcido fabricado en material biocompatible. Se conecta con un sistema de circulación de líquido amniótico que permite mantener al feto en un entorno líquido aislado de los estímulos exteriores. Pero se encuentra accesible para realizar controles ecográficos y permitir la monitorización continua del feto.

Además, otro de los grandes avances logrados hasta ahora ha sido la creación de un sistema de circulación extracorpórea. Está compuesto por una membrana oxigenadora y un sistema de piezas (tubuladuras) específicamente diseñadas para facilitar la circulación sanguínea y su oxigenación, que simula lo que se produce de manera natural en la vida intrauterina gracias a la placenta materna y el cordón umbilical.
El equipo español ha trabajado también en la creación de un sistema de monitorización no invasivo en tiempo real que permite mantener una vigilancia permanente de forma remota para poder tener un control intensivo del estado y desarrollo del feto por parte del equipo médico. Diseñaron protocolos propios de soporte médico que incluyen la administración de nutrición, hormonas y otras medicaciones, y que prevén los posibles escenarios clínicos y las actuaciones médicas necesarias para revertirlos.
De acuerdo con el doctor Gratacós, se trata de ”uno de los proyectos de investigación más disruptivos y singulares que se pueden realizar hoy en medicina fetal. Solo disponer de una plataforma experimental como la que se va a construir ya permitirá investigaciones paralelas de gran importancia para entender el desarrollo fetal normal y anormal”.

En los próximos tres años, el proyecto entrará en una segunda fase. Se espera ampliar el tiempo de supervivencia de los actuales 12 días a más de 3 semanas. Para eso, el equipo del proyecto centrará sus esfuerzos en una mejora tecnológica, en colaboración con la industria, que permita optimizar los dispositivos médicos utilizados, como las cánulas o las membranas oxigenadoras.
Además, en estos años el proyecto deberá diseñar y describir los protocolos necesarios para la transición a la vida neonatal; es decir, el nacimiento del feto desde la placenta artificial a la vida extrauterina. Esto implicará que el bebé empiece a usar sus pulmones como cualquier recién nacido.
El equipo también realizará experimentos en otro modelo animal grande como es el porcino para poder demostrar la capacidad de transferir el sistema a otras especies. Los estudios clínicos podrían realizarse en dos ó tres años, según estiman los investigadores.
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