
Desde que empezaron a recuperarse los primeros pacientes con COVID-19, allá por 2020, los especialistas comenzaron a observar que algunas personas presentaban síntomas que persistían más allá de la infección viral. Es lo que dieron en llamar long COVID, COVID prolongado o síndrome post COVID, y abarca un abanico amplísimo de síntomas.
Entre los más frecuentes prevalecen la anosmia y la ageusia, la pérdida del olfato y el gusto. Y si bien los especialistas creían que era cuestión de tiempo que ambos sentidos sean recuperados, recién ahora se cumplen dos años desde los primeros infectados por el SARS-CoV-2. Así es que, un reciente estudio acaba de demostrar que la mayoría de los pacientes que experimentaron una pérdida o disfunción de estos sentidos, debido a la infección por el nuevo coronavirus, informaron una recuperación completa a los dos años del inicio de la enfermedad.
Según una nueva encuesta transversal realizada en Italia y cuyos resultados fueron publicados en JAMA Otolaryngol Head and Neck Surgery, alrededor del 7% de los pacientes con COVID-19 seguían funcionalmente anósmicos incluso un año después de la infección inicial, por lo que, para comprender y estimar la persistencia a largo plazo de estos síntomas, se decidió examinar la prevalencia de dos años y la tasa de recuperación de la anosmia y la ageusia.

Para el trabajo, los investigadores de la Universidad de Trieste, Italia, examinaron algunos de los síntomas más frecuentes de COVID-19 experimentados a largo plazo por personas infectadas: anosmia y ageusia, o pérdida del olfato y el gusto.
Habiendo realizado previamente un estudio sobre la prevalencia de los síntomas del gusto o el olfato en pacientes levemente sintomáticos al inicio de la infección y luego cuatro semanas, ocho semanas y seis meses después, el investigador principal Paolo Boscolo-Rizzo, recurrió a los mismos pacientes, adultos que habían dado positivo por COVID-19 a través de una prueba de PCR en el Hospital General de Treviso en Italia entre el 19 y el 22 de marzo de 2020, para examinar la prevalencia de dos años.
Los investigadores examinaron a 168 pacientes (90 mujeres y 78 hombres) con una mediana de edad de 55 años, a los que les hicieron las mismas preguntas de seguimiento a los dos años que en las fechas mencionadas anteriormente.

De los 168 participantes, 108 personas informaron disfunción del olfato o del gusto al inicio de la infección por COVID-19. Ese número disminuyó a 64 personas a las cuatro semanas, 29 a las ocho semanas y 27 personas a los seis meses. En la marca de dos años, sólo 14 personas informaron una pérdida continua del gusto o el olfato, lo que indica que el 88,2% de los pacientes que experimentan pérdida o disfunción de los sentidos del gusto y el olfato se recuperan por completo dentro de los dos años.
Para los autores del trabajo, sus conclusiones deben interpretarse con cautela debido a varias limitaciones, incluido el hecho de que los datos fueron autoinformados en base a encuestas transversales, así como por el hecho de que la muestra de pacientes fue relativamente pequeña y geográficamente limitada. Además, el estudio sólo examinó a los pacientes que experimentaron síntomas leves en el momento de la infección y no examinó a los que habían experimentado síntomas más graves.
A pesar de las limitaciones, Boscolo-Rizzo confía en que los resultados son precisos. “Al contrario de lo que se suele informar, se debe asegurar a los pacientes que la recuperación del deterioro del olfato o del gusto puede continuar durante muchos meses después del inicio -precisó el investigador-. Estos resultados se aplican a pacientes infectados en el período pre-Ómicron. De hecho, se ha observado que el COVID-19 impulsado por la variante Ómicron del SARS-CoV-2 afecta con menos frecuencia y menos gravedad la función quimiosensorial”.
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