
Mientras Brasil se enfrenta al brote de coronavirus más mortífero del mundo, el número de víctimas mortales es cada vez mayor entre los jóvenes, una tendencia preocupante que algunos expertos atribuyen a una variante local del virus que ha empezado a extenderse a otras partes del mundo. “Estamos viendo una prevalencia de pacientes más jóvenes, sin comorbilidades, internados con cuadros muy graves”, advierte el doctor Jaques Sztajnbok supervisor colmada unidad de cuidados intensivos (UCI) del hospital Emilio Ribas, de San Pablo. “Parece una situación frecuente en todas las UCI de Brasil”, agrega preocupado el médico de 55 años.
Es que en lo que va del mes han muerto en Brasil unas 2.800 personas menores de 40 años a causa del coronavirus, más del doble que en el mismo período de febrero y casi el triple que en enero, según datos del gobierno.
Las personas mayores siguen constituyendo la gran mayoría de las muertes por Covid-19 en Brasil, como en prácticamente todos los países, pero la proporción de jóvenes brasileños que mueren ha aumentado ligeramente: alrededor del 6% de las muertes de Brasil este mes han sido de personas menores de 40 años, frente a menos del 5% en febrero.
Según los datos oficiales, las muertes de brasileños de 30 a 59 años empezaron a aumentar en diciembre y en casi tres meses pasaron de 20% a casi 27% del total.

Los jóvenes también están enfermando más que durante las anteriores oleadas de la pandemia, según dijeron los médicos locales a Forbes, CNN y Bloomberg esta semana, y las UCI de los hospitales brasileños están tratando ahora con frecuencia a pacientes más jóvenes de Covid-19 que antes. “La mitad de los pacientes internados en nuestras enfermerías tiene menos de 60 años- apunta Luiz Carlos Pereira Junior, director del Emilio Ribas-, hace un año eran un 35%.”
Algunos expertos han culpado a la nueva variante del coronavirus que ha asolado Brasil en los últimos meses y ha contribuido a alimentar un brutal resurgimiento del Covid-19: la cepa p.1 es aterradora porque puede ser más contagiosa que las versiones anteriores y capaz de reinfectar a las personas. Los estudios sugieren que podría ser hasta dos veces más transmisible y podría reinfectar al 25-61% de las personas que han tenido covid-19.
La variante descubierta por primera vez en la ciudad de Manaos, en el oeste del país, ha sido la responsable del aumento espectacular de las infecciones y las muertes, y se ha detectado en Estados Unidos, Europa y otras partes de América Latina.
Los vecinos del país están cerrando sus puertas de golpe. Perú, Colombia y Argentina suspendieron los vuelos desde el país. Sólo dos de los diez principales países de destino de los brasileños siguen abiertos para ellos. “Si Brasil no se toma en serio, seguirá afectando a toda la vecindad allí y más allá”, advirtió Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud.
Que una variante como la p.1 haya nacido en Manaos no es ninguna sorpresa, aseguró a The Economist Natalia Pasternak, microbióloga que dirige el Instituto Questão de Ciência, que aboga por el uso de la ciencia para dar forma a las políticas. La primera oleada en la ciudad fue tan grave que algunos pensaron que se había alcanzado la inmunidad de grupo. Los residentes se agolparon en las playas a la primera oportunidad, dando a la p.1 un rápido comienzo de vida. Cuando salió de la selva, otras partes del país le dieron la misma bienvenida. Aunque en Brasil se realiza muy poca secuenciación genética como para saber con certeza su grado de propagación, los estudios realizados en el estado de São Paulo identifican la variante en el 80-90% de los casos.
La p.2, otra variante preocupante de Río de Janeiro, también se está extendiendo.

“Hay un virus mucho más transmisible por ahí”, dijo la bióloga brasileña Natália Pasternak a la CNN. “Va a infectar a más gente, incluso a más jóvenes”, adelantó.
307.112 brasileños que han muerto de Covid-19 desde el inicio de la pandemia, según datos del gobierno, una cifra de muertos mayor que la de cualquier otro país, aparte de Estados Unidos. En las últimas semanas, Brasil ha superado a Estados Unidos en número de infecciones y muertes diarias, convirtiendo su brote de Covid-19 en el peor del mundo.
El país, de 212 millones de habitantes, enfrenta el “mayor colapso sanitario y hospitalario” de su historia, según la Fundación Fiocruz. De los 27 estados, 25 tienen una ocupación igual o superior al 80% en las UCI. Y la internación de una población más joven aumenta la presión.
En 18 estados hay escasez de fármacos como los bloqueadores neuromusculares, que se utilizan cuando los pacientes están conectados a respiradores. En seis estados el suministro de oxígeno es peligrosamente bajo, según el Ministerio de Sanidad. El Foro Nacional de Gobernadores advierte que la escasez amenaza con provocar “un colapso dentro del colapso”.
San Pablo, por ejemplo, registró el jueves pasado la primera muerte por falta de un cupo en una UCI. La víctima: un hombre de 22 años.

“La permanencia en las camas UCI casi se duplicó (de 15 a 28 días). Eso se explica porque hemos recibido jóvenes que resisten más la enfermedad que los viejos”, indicó Graccho Alvim, presidente de la Asociación de Hospitales Privados de Rio de Janeiro, al diario Globo.
Además, Brasil tiene menos reglas de distanciamiento social que algunos otros países, y el presidente Jair Bolsonaro se ha opuesto abiertamente a los cierres, se ha burlado de las personas que se preocupan por el coronavirus y ha presionado a los gobiernos locales para que levanten las restricciones.
“La seriedad escasea”, denuncia The Economist para explicar por qué el mal manejo de la pandemia en Brasil es una amenaza para el mundo. “Bolsonaro ha pregonado curas de curanderos, ha arremetido contra los bloqueos y ha tratado de impedir la publicación de datos. Acaba de despedir al tercer ministro de Sanidad (un general del ejército) desde que comenzó la pandemia. Las vacunas no son para él, ha afirmado Bolsonaro. Su gobierno tardó en pedirlas, a pesar de que fabricantes como Pfizer y Janssen las habían probado en Brasil”, acusa.
Este mes, el gobierno federal aceptó finalmente comprar la vacuna de Pfizer y la dosis única de Janssen. Complementarán las vacunas de AstraZeneca y la china CoronaVac que ya se están administrando. Brasil también ha iniciado la producción nacional. Fiocruz ha entregado sus primeras dosis caseras de AstraZeneca; el Instituto Butantan de São Paulo ha empezado a fabricar CoronaVac.
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