El huracán Melissa, que ya azota la isla de Jamaica, se perfila ahora hacia nuevos destinos en el Caribe con un peligro que va mucho más allá de los vientos: su desplazamiento lento amenaza lluvias torrenciales, marejadas ciclónicas y una devastación prolongada.
Según informes recientes, Melissa ya ha alcanzado la categoría 5 en la escala de huracanes, con vientos sostenidos superiores a los 260 km/h. Pese a esa fuerza extrema, lo que más alarma a los meteorólogos es su velocidad: se desplaza a apenas unos 5 km/h, lo cual le permite descargar lluvias durante horas o incluso días sobre la misma zona.
Este estancamiento meteórico convierte a Melissa en una tormenta cuya destrucción puede venir más del agua que del viento: como se señaló, “las mismas comunidades permanecen atrapadas bajo sus bandas giratorias durante horas o incluso días”.
Según los modelos de trayectoria más recientes, el huracán avanzará hacia el sudeste de Cuba en las próximas horas. Se espera que toque tierra entre la noche del martes y la madrugada del miércoles, antes de continuar su desplazamiento hacia las Bahamas.
Aunque algunos expertos estiman que perderá fuerza al interactuar con tierra, las condiciones del mar —aún cálidas— podrían mantenerlo como un sistema peligroso. La BBC informó que el centro de Melissa conserva vientos sostenidos superiores a los 280 kilómetros por hora, un registro que lo ubica en el máximo nivel de la escala Saffir-Simpson.
Desde Estados Unidos, el Servicio Nacional de Meteorología indicó que por el momento no hay indicios de un impacto directo sobre territorio continental, aunque advirtió que los remanentes del sistema podrían generar lluvias intensas y oleaje en la costa este en los próximos días. Los expertos coinciden en que, aunque se debilite, Melissa seguirá siendo una amenaza significativa para el Caribe occidental y el Atlántico central.

La combinación de alta temperatura marina, humedad y un desplazamiento tan pausado conforman el escenario ideal para una catástrofe prolongada. Según CNN, “Melissa se mueve despacio, pero cada hora sobre el Caribe significa más lluvia, más erosión y más vidas en riesgo”. En las últimas décadas, los científicos vienen advirtiendo sobre el aumento de este tipo de huracanes lentos, potenciados por el cambio climático y el calentamiento de los océanos.
Mientras la tormenta avanza, los equipos de rescate se preparan para enfrentar días difíciles. Las imágenes que llegan desde Jamaica muestran calles convertidas en ríos, techos arrancados de cuajo y miles de personas buscando refugio en escuelas e iglesias. En el resto de la región, la sensación es de incertidumbre: Cuba refuerza su sistema de defensa civil y las Bahamas ya declararon estado de emergencia.
Melissa es, por ahora, la tormenta más poderosa del año en el Atlántico y podría convertirse en una de las más destructivas de la última década.
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