Mujeres presas iniciaron protesta en cárcel de Uruguay tras suicidio de reclusa que estaba por salir libre

Las privadas de libertad comenzaron a tirar objetos a las afueras del penal y hasta quemaron colchones; la mujer había intentado suicidarse unos días antes y fue dada de alta

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El suicidio de una presa en Uruguay, que estaba por recuperar la libertad, generó una protesta en la cárcel de Mujeres (@ECapillera)

En la cárcel de mujeres de Uruguay había fuertes gritos que se escuchaban desde la calle. El contenido de esos reclamos era prácticamente inaudible –apenas se logra identificar que algunas reclusas suplican que abran las puertas–. Los golpes se reiteran y, de fondo, se escuchaban voces que suplican. Una mujer, ella sí con claridad, expresó: “Vamo’ arriba, gurisas. ¡Es por una piba! La piba está en la celda muerta, gurisas”.

Esos reclamos no parecen tener respuesta.

La protesta de las mujeres que estaban presas en la cárcel de mujeres se dio tras el suicidio de una de las reclusas, que estaba por irse en libertad, informó El Observador. El caso ocurrió en las primeras horas del domingo, cuando unas mujeres encontraron el cuerpo sin vida de Katerine Maidana, ‘Katy’, como le decían.

Elsa Capillera, dirigente del opositor Partido Colorado de Uruguay, escribió en la red social X alertando de la situación. “Una reclusa, a días de recuperar su libertad, se quitó la vida en prisión. No es la primera vez que lo intentó. En lugar de recibir la atención mental que necesitaba, la trasladaron de módulo. Y la historia terminó en tragedia”, contó Capillera.

“Urge atender la salud mental en nuestro país. ¡No podemos seguir mirando para otro lado!”, señaló.

Es que a Katy le quedaba poco tiempo para cumplir su sentencia. Pero el miércoles previo –cuatro días antes de su muerte–, la reclusa había tenido un intento de suicidio. En esa ocasión fue llevada a un hospital y luego derivada a un psiquiatra de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), el prestador de salud estatal de Uruguay. Un día después, Katy recibió el alta.

Ya en el penal, Katy fue trasladada a otro piso dentro de la cárcel de mujeres. Pasó a estar en “los quintos”, como se denomina a uno de los peores lugares del centro penitenciario y que los funcionarios consideran el “infierno”, según consignó El Observador. Las causas de ese traslado se desconocen. En ese lugar, fue que se encontró el cuerpo de Katy.

Una cárcel de mujeres en
Una cárcel de mujeres en Uruguay (Presidencia)

La Organización de Funcionarios de Centros Penitenciarios (Ofucipe) detalló que las autoridades tardaron varias horas en retirar el cuerpo, algo que generó molestia en el resto de las privadas de libertad, según informó el medio uruguayo. Este malestar motivó que comenzaran a protestar en las rejas de sus celdas, como quedó reflejado en los videos difundidos en redes sociales.

La protesta escaló con el paso de las horas y las presas comenzaron a tirar objetos hacia afuera del penal. Y hasta quemaron colchones.

El reclamo se volvió incontrolable. La Guardia Republicana –una fuerza de seguridad especial del país– tuvo que ingresar a la cárcel para controlar la protesta.

Los funcionarios de las cárceles aseguran que hay una falta importante de funcionarios, algo que no les permite llegar a tiempo a las urgencias. Esta semana se dio otra situación grave: una reclusa tuvo un shock alérgico y solo había un funcionario civil en todo el penal.

Una cárcel de mujeres en
Una cárcel de mujeres en Uruguay (Presidencia)

El sistema carcelario en Uruguay atraviesa una fuerte crisis. Desde el inicio del siglo, la población carcelaria viene creciendo un 6% en promedio todos los años. Pero desde 2018, el promedio de aumento de las mujeres privadas de libertad es de un 18%: un ritmo tres veces mayor.

La mayoría de las mujeres que tienen hijos en las cárceles cometieron delitos vinculados a las drogas y en general provienen de contextos de “alta vulnerabilidad”, según informes oficiales. En general, tienen dificultades para su inserción social y laboral, antes de pasar por las cárceles. También sufrieron violencia de género, explotación sexual y se expusieron a tareas de riesgo para sostener a sus hijos.