Visita de Lula da Silva a Xi Jinping: el mercado brasileño teme una invasión de productos chinos

Brasil y China firmarán 16 acuerdos bilaterales y otros 32 están en negociación para añadirse a la lista

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El presidente brasileño, Luiz Inácio
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, estrecha la mano del presidente chino, Xi Jinping, tras una ceremonia de firma celebrada en el Gran Salón del Pueblo en Pekín, China. 14 de abril de 2023. Ken Ishii/Pool vía REUTERS

Es el segundo viaje de Lula a China en su tercer mandato. El motivo oficial de la visita del presidente brasileño es su participación en la cuarta reunión ministerial del Foro China-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) y un encuentro bilateral con su homólogo Xi Jinping, tras el que tuvo lugar en el G20 de Río de Janeiro el pasado noviembre. Según la diplomacia de los dos países, Brasil y China firmarán 16 acuerdos bilaterales; otros 32 están en negociación y podrían añadirse a la lista. Para el Gobierno de Lula, este viaje tiene sobre todo una fuerte connotación económica pero muchos sectores económicos de Brasil alertan del riesgo de un efecto boomerang, es decir, una invasión de productos chinos y un mayor control de Pekín de sectores estratégicos del país latinoamericano y de sus recursos. Entre los objetivos declarados del gobierno de Lula en este viaje está el de ampliar la variedad de intercambios comerciales. Las exportaciones brasileñas a China siguen muy concentradas en materias primas. Según datos de la Agencia Brasileña de Promoción del Comercio y la Inversión (Apex), del volumen total exportado, la soja representa el 33,4%, el petróleo crudo el 21,2% y el mineral de hierro el 21,1%. Estos tres productos representan el 75,6% del volumen total exportado por Brasil al país asiático.

Al viaje de Lula también participa una amplia delegación de unos 400 empresarios, entre ellos más de 150 representantes del sector agroindustrial con el ministro brasileño de Agricultura, Carlos Fávaro. El objetivo es aprovechar la crisis creada por las sanciones de Trump para ampliar las exportaciones hacia Pekín más allá de la carne y la soja, de las que China es el principal comprador. Al menos nueve sectores están representados en la delegación brasileña: vacuno, avícola y porcino, maíz, etanol de maíz y DDG (residuo de destilación), frutas, café, algodón, cítricos y biotecnología. En 2024, las exportaciones brasileñas a China se acercaron a los 50.000 millones de dólares. Sin embargo, muchos advierten que si Brasil incrementará las exportaciones agrícolas a China, podría pagar un alto precio interno, como la disminución de alimentos para el mercado nacional. Basta analizar los datos de la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) de los últimos 19 años, que registraron una disminución del 43% en el área cultivada con arroz y del 32% para la de frijoles, ambos alimentos esenciales en la mesa de los brasileños. En el mismo periodo, el cultivo de soja creció un 108% y el de maíz un 63%, justo por la presión importadora de Pekín, que es un gran consumidor de ambos ítems. La apertura anunciada por China a finales de abril al mercado brasileño de la llamada pesca extractiva, es decir, la que no es de piscifactoría, también podría repercutir en los recursos pesqueros del país destinados al mercado interno, ya amenazados por la pesca ilegal de Pekín.

El riesgo de una invasión de productos chinos a precios competitivos sigue siendo alto. En el primer trimestre de este año, las importaciones de productos de Pekín en Brasil alcanzaron un nivel récord, sumando un total de 19.058 millones de dólares. Esto representa un aumento del 34,9% en comparación con el mismo periodo de 2024 (14.124 millones de dólares), según datos del Ministerio de Desarrollo, Industria, Comercio y Servicios de Brasil. También expresó su preocupación Gino Paulucci Junior, presidente de la junta directiva de la Asociación Brasileña de la Industria de Maquinaria y Equipamiento (Abimaq), que teme una invasión de maquinaria china barata en Brasil. “China es un importante productor de tractores y aperos agrícolas. Si tienen que tirar algo que está listo o en las fases finales de producción, vendrán aquí”, declaró al sitio de noticias Metrópoles.

El pasado 16 de abril, el vicepresidente Geraldo Alckmin, sin mencionar ningún país, había comentado los aranceles de Trump diciendo que “el gobierno brasileño monitoreará los picos de importación”. Ese mismo día, la empresa automovilística china GWM descargó 900 coches en Brasil en el puerto de Victoria, en el estado de Espirito Santo, como lleva haciendo desde hace meses la empresa china BYD en previsión del esperado aumento de Brasil de los impuestos a la importación. BYD presentó recientemente dos solicitudes a la Cámara de Comercio Exterior de Brasil (Camex), organismo compuesto por 11 ministerios, para que reduzca los aranceles de importación y no los aumente hasta el 35%, como está previsto en julio de 2026. “Es una afrenta y una falta de respeto hacia el Estado brasileño y hacia los trabajadores y todo el sector”, declaró Igor Calvet, de la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles, al diario O Estado de São Paulo. Según Calvet, “Brasil ha perdido cuota de mercado en América Latina en los últimos diez años. Antes teníamos el 25% del mercado de vehículos de motor, que incluye coches ligeros, camiones y autobuses. Hoy estamos en el 13%. China tiene el 25%”.

El mundo exhibe una demanda
El mundo exhibe una demanda sostenida, con Brasil y Australia aprovechando la guerra de aranceles entre China y Estados Unidos. (AP)

Antes de la visita de Lula a China, el ministro de la Casa Civil, Rui Costa, viajó para preparar las principales negociaciones. Entre ellas se encuentra la del corredor bioceánico que conectará América Latina con el océano Pacífico, pasando por Argentina, Brasil, Chile y Paraguay. Para Pekín, un corredor crucial para el éxito del megapuerto de Chancay, en Perú. Según los expertos, sin una conexión directa con Brasil, que es el principal socio comercial de China en la región, el puerto peruano puede perder su papel estratégico para el gobierno de Xi Jinping a largo plazo, considerando que la mayoría de las exportaciones brasileñas se realizan actualmente a través del océano Atlántico. El problema es que el corredor bioceánico está permitiendo a Pekín aumentar su control en áreas estratégicas de las infraestructuras del gigante latinoamericano. No es casualidad que a finales de abril una delegación china llegó a Brasil para explorar nuevas oportunidades de inversión en infraestructuras viarias, ferroviarias y fluviales en la Amazonia, cruciales para la puesta en marcha del corredor bioceánico.

Junto a Rui Costa también estuvo presente la presidenta de la petrolera nacional Petrobras, Magda Chambriard, que busca asociaciones e inversiones en China para los astilleros brasileños, así como en petróleo, del que China es uno de los principales compradores. “Estamos aquí para proponer la ampliación de la asociación entre Brasil y China en inversiones de petróleo y gas”, dijo Chambriard. En Pekín, Brasil también negocia acuerdos sobre transporte urbano con empresas chinas como la estatal China Communications Construction Company (CCCC) y Windey Energy.

La mayor apertura del sector espacial brasileño a China y a los nuevos miembros del grupo BRICS, como Irán, también trae consigo muchas incógnitas, sobre todo en relación con los riesgos de monopolio, control tecnológico y espionaje. Marco Antonio Chamon, presidente de la Agencia Espacial Brasileña (AEB), anunció a finales de abril que Brasil está trabajando para incluir a los nuevos miembros del grupo BRICS en la constelación de satélites de teledetección creada en 2021 por el bloque. Según él, el objetivo es “reducir la asimetría tecnológica espacial entre países” y “discutir la sostenibilidad en el espacio” para vigilar el medioambiente. Recibirán datos estaciones terrestres situadas en Cuiabá, Moscú (Rusia), Shadnagar-Hyderabad (India), Sanya (China) y Hartebeesthoek (Sudáfrica). En la constelación BRICS, Pekín está presente con los satélites GF-6 y ZY-3/02 y, junto con Brasil, con el satélite CBERS-4. Durante la visita a China que precedió a la llegada de Lula, el ministro de la Casa Civil, Rui Costa, también se reunió con representantes de SpaceSail, empresa china con la que Brasil negocia la compra de servicios de Internet vía satélite en sustitución de Starlink de Elon Musk que hasta la fecha da cobertura en zonas remotas como la Amazonia. Sin embargo, la empresa china afirma tener actualmente solo 40 satélites en órbita, lo que, según los expertos, podría no garantizar la misma cobertura en el gigante latinoamericano.

“Lo que queremos es que el comercio sea justo, equilibrado y que todos puedan vender y comprar con equidad. Brasil solo puede hacer mucho, pero junto con China, India y Sudáfrica, y junto con los demás países que forman los BRICS, es mucho más fuerte”, declaró Lula a los corresponsales chinos en Brasil antes de partir. Sin embargo, asusta la decisión de China y Brasil de eliminar el dólar de sus transacciones comerciales, un paso significativo hacia la desdolarización del comercio internacional. Según un reciente informe del sitio de noticias financieras Watcher Guru, Brasil y China, ambos miembros del grupo BRICS, hace tiempo decidieron efectuar los pagos de sus intercambios comerciales utilizando sus respectivas monedas locales, con el objetivo incluso ideológico de reducir la dependencia del dólar estadounidense. Así lo confirmó a la agencia de noticias rusa TASS Tatiana Rosito, secretaria del Ministerio de Hacienda de Brasil. “El comercio en monedas locales ya está teniendo lugar, por ejemplo, entre Brasil y China”, dijo, y agregó que para el país latinoamericano no hay problemas con los pagos con China en sus respectivas monedas nacionales. “Del lado brasileño no hay obstáculos para ello”, especificó Rosito.

El presidente de Brasil Luiz
El presidente de Brasil Luiz Inacio "Lula" da Silva. REUTERS/Maxim Shemetov/Pool

El ex presidente del Banco Central de Brasil, Roberto Campos Neto, ya había advertido de los riesgos y dificultades de negociar activos en moneda china debido a la limitada convertibilidad del yuan, ya que el gobierno de Pekín mantiene un estricto control sobre los flujos de capital. Además, está el problema de la insuficiente infraestructura financiera para apoyar las transacciones en moneda local. El riesgo es que aumenten los costes y tiempos de las transacciones, lo que resta eficacia al comercio. Por eso Pekín está presionando al sistema bancario brasileño, y lo hace con su habitual estrategia de comunicación de mostrarse como un “país amigo”, en la que presenta la imagen de ser uno de los socios más fiables.

China ha dicho que está interesada en el sistema bancario brasileño, en particular en el mecanismo de pagos instantáneos Pix, que es uno de los buques insignia de la innovación financiera del Banco Central de Brasil. “Podemos aprender del pix. Podemos inspirarnos en las historias de éxito en Brasil con la integración de pix en el sistema financiero”, dijo Ben Shenglin, miembro de la Junta de Banca y Fintech de la provincia de Zhejiang, durante un reciente evento en China que precedió al viaje de Lula. El 27 de marzo también se firmó un Memorando de Entendimiento entre la Bolsa brasileña (B3) y las bolsas de Shanghai y Shenzhen, que permite la cotización de fondos cotizados chinos en la bolsa brasileña y viceversa.

Sin embargo, en un reciente artículo, el diario financiero Wall Street Journal (WSJ) alertaba de que el Gobierno de Pekín ha dejado de divulgar muchos datos sobre su economía, casi siempre cuando se han tornado negativos, lo que dificulta la comprensión de la gravedad de la situación. “En la mayoría de los casos, las autoridades chinas no han dado ninguna razón para la suspensión o no publicación de datos. Sin embargo, la ausencia de estas cifras ha coincidido con la segunda economía más grande del mundo luchando contra una deuda excesiva, un mercado inmobiliario en caída libre y otros problemas, lo que ha llevado a las autoridades a recurrir a intervenciones autoritarias para controlar la narrativa”, escriben Rebecca Feng y Jason Douglas en el WSJ. En abril de 2024, el capital extranjero invertido en las bolsas chinas cayó en 2.000 millones de dólares en cuestión de semanas. Desde entonces, se ha dejado de publicar en tiempo real las inversiones y desinversiones de los operadores extranjeros en las bolsas chinas. También en este sentido, la alianza de Lula con Xi Jinping podría tener un impacto muy problemático en Brasil.