Los relatos de las siete cuadras frenéticas de un ómnibus que perdió el control y terminó en la playa de Montevideo

Pasajeros narraron los fatídicos minutos en un ómnibus que iba a 100 kilómetros por hora en plena ciudad, cruzó canteros, atravesó un muro y saltó sobre las dunas de arena

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El chofer de un autobús perdió el control y terminó en la orilla de la playa en Montevideo 2

La imagen fue impactante: un ómnibus perdió el control, atravesó la rambla de Montevideo y terminó en la playa. Ese sábado, previo a las elecciones nacionales de Uruguay, la presencia de un bus en la arena llamaba la atención de cualquiera que pasara por la costanera de la capital uruguaya. El accidente sería fatal: con el paso de los días se confirmaría que una mujer falleció como consecuencia de las lesiones que sufrió.

El accidente ocurrió hace prácticamente medio año y, con el paso de los meses, los pasajeros comenzaron a contar sus relatos. Además, hay varios procesos judiciales abiertos.

Además de un juicio que busca responsabilidades penales, los damnificados por el accidente del ómnibus de la empresa Cutcsa pueden acudir a la Justicia civil en busca de una indemnización económica, informó semanas atrás el noticiero Telemundo de Canal 12.

Los reportes iniciales sugieren que una falla en el sistema de frenado

“Es complicado continuar después de lo que pasó porque quieras o no tenés el miedo de que pase otra vez. O la incertidumbre de estar arriba un ómnibus te acompaña por el resto de tu vida. Cutcsa nunca se comunicó con ninguno de nosotros para ver cómo estábamos”, contó a ese medio Matías Muniz, uno de los pasajeros.

La oferta de la empresa como indemnización fue de USD 700. “Son cifras muy bajas y simbólicas. Es un valor simbólico para que no firmes por nada y que la investigación se cierre”, lamentó. “Parece que por tener suerte, no tener lesiones graves y no morir en el intento, Cutcsa no se va a hacer cargo de mi situación. Es una indignación muy grande por parte de todos los pasajeros porque sufrimos daños, tenemos secuelas en la parte mental y hay que seguir el día a día.

Todo cuesta plata, se quejó el pasajero. Muniz narró que tiene que pagar cuentas y que, si quisiera ir a un psicólogo para tratar el trauma, no le saldría barato.

Matías Muniz, uno de los
Matías Muniz, uno de los pasajeros del ómnibus de Cutcsa que terminó en la rambla (Captura Telemundo/Canal 12)

El pasajero que no se quería subir a esa línea

El ómnibus que traspasó la rambla y quedó sobre la arena era de la línea 121 de la empresa Cutcsa. Es una opción que a Sandro no le gustaba tomar para ir al trabajo. El recorrido es demasiado largo y el viaje se le hace lento. Pero ese sábado fue particular: las otras líneas demoraban en llegar y se encontró a una compañera en la parada.

Así lo narró al semanario uruguayo Búsqueda, que narró las historias de otros pasajeros que se subieron a ese 121 ese día fatal.

Daniela era su compañera de trabajo y, desde el inicio, ambos notaron que un comportamiento extraño en el chofer. Para empezar, por el lugar en el que frenó para que subieran: estaba bastante lejos de la vereda. Luego, comenzó a cruzar semáforos en rojo, a saltearse paradas. A frenar. A acelerar.

Eran cerca de las siete de la mañana de ese sábado y había poco tránsito en Montevideo. Daniela en un momento pensó en tomarse un taxi, pero finalmente decidieron seguir en el colectivo. “Ya veníamos advirtiendo que algo le pasaba, que estaba quemado, estaba locazo, pero nunca imaginamos que iba a hacer esto”, contó la mujer.

¿Qué es “esto”? Cruzar el cantero central de una calle de Montevideo, acomodar el coche contraflecha y salir a toda velocidad hacia la rambla. “El tipo apretó el acelerador, pasó el cantero. Y después siempre me quedó la pregunta: ‘¿si estaba dormido, por qué no se dio contra un árbol’?”, señaló.

Fueron ocho cuadras frenéticas contra mano.

Además de Sandro y Daniela, había 13 pasajeros más. Y todos gritaban: “¡Pará, hijo de puta, nos vas a matar, pará!”. “¡¿Qué hacés?!”. Algunos se arrimaban a la puerta, tocaban el timbre para pedir que se querían bajar. Gritaban. Intentaban hablar con el chofer. Le pedían que frene.

Daniela se puso sobre el borde del asiento, casi en cuclillas, y escondió la cabeza en sus brazos. Sandro se agarró con fuerza de los asientos de adelante.

El ómnibus pasó a más de 100 kilómetros por hora por la calle, cruzó otro cantero, atravesó un muro y pegó un salto sobre las dunas de la arena hasta que se detuvo en la orilla del mar.

Sandro ahora necesita volver a trabajar porque vive de un seguro de paro que no supera los USD 350 Y no puede creer que el chofer esté en su casa, según relató a Búsqueda.

“Estoy quemado con la Justicia, que dice que se durmió el hombre. Ahora no vamos a arreglar nada. Ya lo que pasó, pasó. Capaz que tuvo un mal día, pero hubiera dicho: ‘bájense, que me voy a matar’. Y sí, matate sol. Yo qué tengo que ver si estás loco. No tengo rencor, no gano nada, pero espero que la Justicia se haga cargo. Fue un atentado. No quiso matar a todos. Una locura”, comentó.