Las lluvias en Bolivia dejan más de 50 muertos y miles de familias afectadas

El temporal golpea con fuerza al país, generando evacuaciones masivas y destrucción en comunidades rurales y urbanas

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Una vista de dron muestra
Una vista de dron muestra inundaciones causadas por fuertes lluvias, que han causado graves daños a viviendas, cultivos y ganado dejando a muchas familias en una situación crítica, en Viacha, Bolivia. 15 mar, 2025 (REUTERS/Claudia Morales)

La temporada de lluvias que comenzó en Bolivia en noviembre pasado deja hasta el momento 55 personas muertas, ocho desaparecidos y 590.529 familias entre damnificadas y afectadas, informó este domingo el viceministro de Defensa Civil, Juan Carlos Calvimontes.

En una entrevista con el canal estatal Bolivia TV, Calvimontes precisó que ya son 55 personas fallecidas a causa de las lluvias, deslizamientos e inundaciones, “ocho personas todavía están desaparecidas y se ha evacuado a 103 familias”, sobre todo en las regiones de La Paz, Santa Cruz y Potosí.

También detalló que las familias afectadas llegan a 419.628 y hay otras 170.901 familias damnificadas, para un total de 590.529 familias que han sufrido algún grado de afectación como consecuencia de las lluvias.

Las familias damnificadas son las que padecen de forma directa el impacto de un evento adverso y los afectados lo sufren indirectamente, según las autoridades bolivianas.

Los daños se registran en las nueve regiones bolivianas, en concreto en 6.174 comunidades, señaló Calvimontes.

El viceministro también recordó que las regiones de Beni, Oruro y Chuquisaca declararon el “desastre departamental” y que La Paz y Santa Cruz decretaron la “emergencia departamental”.

De los más de 300 municipios que tiene el país, 232 “están con algún grado de afectación” y se tiene registro de 1.204 viviendas que quedaron “completamente destruidas” por deslizamientos o inundaciones.

Calvimontes sostuvo que, según información del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), se prevé que las lluvias persistirán en abril y que esto derivará en el desbordamiento de ríos en algunas regiones.

También aseguró que está activo desde el pasado 1 de noviembre el “Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas” que se especializa en la atención de emergencias, traslado de ayuda humanitaria y rescates, entre otras actividades.

La gente cruza una calle
La gente cruza una calle inundada después de fuertes lluvias en El Alto, Bolivia, el domingo 23 de marzo de 2025 (AP Foto/Juan Karita)

El comando atendió hasta el momento 70 eventos, con la movilización de 4.078 militares de las tres fuerzas (Ejército, Armada y Fuerza Aérea), según la autoridad.

Este comando entregó ayuda humanitaria por un monto de 3 millones de bolivianos (unos 431.000 dólares) y el Gobierno 31 millones de bolivianos (4,4 millones de dólares) comprometidos para el alquiler de maquinaria pesada en distintos municipios que requieren esta ayuda, sobre todo para mantener despejadas sus carreteras, añadió.

Una de las regiones más afectadas recientemente es la amazónica Beni, donde las lluvias inundaron las tierras de pastoreo, lo que obligó a los ganaderos a mover a sus reses en barcazas de madera hacia tierras más altas.

El Gobierno boliviano anunció hace unos días que la Armada trabaja en la adecuación de un barco que funcionaba como hospital para poder llevar por río hasta 40 toneladas de ayuda humanitaria a las comunidades indígenas de Beni, ante la imposibilidad de acceder a las mismas por tierra o aire.

En medio de estos problemas de orden natural y administrativo, los expertos señalan que es fundamental mejorar la planificación urbana a partir de la actualización del mapa de riesgos y otras herramientas de diagnóstico, hacer más eficiente el proceso de autorización de construcciones, reforzar los controles técnicos y endurecer las sanciones contra los infractores.

Matzurec ilustra la urgencia de corregir las cuestiones administrativas cuando sostiene que “los desastres naturales no existen” porque los desastres ocurren cuando coinciden tres fenómenos: un evento de la naturaleza, la concentración poblacional y la vulnerabilidad de la zona. “Si uno falta, no hay desastre”, concluye.

(Con información de EFE)