
El gobierno de los Estados Unidos anunció este lunes que adelantó dos días la prohibición de viajes provenientes de Brasil. La medida, que originalmente entraría en vigor a las 11:59 PM del jueves 28 de mayo, ahora lo hará el martes 26 a la misma ahora, según indicó la Casa Blanca en un comunicado.
El documento aclara que no se verán afectados quienes se encuentren en un vuelo que hubiera salido hacia el territorio antes de ese horario.
La decisión, firmada por el presidente Donald Trump, modifica la fecha de vigencia de la “Suspensión de entrada como inmigrantes y no inmigrantes de ciertas personas adicionales que representan un riesgo de transmitir el nuevo coronavirus 2019”, que había sido dada a conocer este domingo, así como otras disposiciones generales.
La portavoz de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, señaló el domingo en un comunicado que la medida afecta a los extranjeros que hayan estado en Brasil 14 días antes de solicitar su ingreso a territorio estadounidense. Y estará vigente hasta que el Presidente la rescinda. Es decir, por tiempo indeterminado.
No obstante, las autoridades aclararon que “estas nuevas restricciones no se aplican al flujo de comercio entre Estados Unidos y Brasil”. La prohibición tampoco afecta a ciudadanos estadounidenses y a residentes permanentes legales en el país, así como a otras personas que cumplan algunas de las excepciones previstas por el Gobierno de Trump.
Esta no es la primera medida del estilo tomada por Trump. En enero, antes de que el coronavirus comenzara a extenderse rápidamente por Estados Unidos, el Presidente prohibió la entrada desde China, origen de la pandemia. Y a principios de marzo se prohibió el viaje desde Europa tras el brote en el Viejo Continente.

Brasil ya es, junto con Estados Unidos, el epicentro de la pandemia a nivel global. Este lunes las autoridades sanitarias reportaron 807 nuevos decesos, lo que llevaron el total en el país a 23.473.
La cantidad de nuevos casos positivos, en tanto, fue de 11.687, lo que acercó la cifra a los 375.000. Desde hace días ya que Brasil se ubica segundo en la lúgubre lista de casos de coronavirus confirmados a nivel global solo después de Estados Unidos, que ya registra más de 1,66 millones, según datos de la universidad Johns Hopkins.
El mismo es el caso para la cantidad de fallecimiento diarios. Y considerando que la curva en el país sudamericano está en franco ascenso, mientras que la de Estados Unidos registra desde hace semanas una tendencia que decrece a baja velocidad, es posible que sobrepase a Estados Unidos en lo que respecta a los conteos diarios.
Los países limítrofes también han mostrado preocupación por la manera en que Brasil ha manejado la pandemia. Entre ellos se destaca Uruguay, país con el que Brasil comparte la ciudad fronteriza de Rivera. De hecho, el presidente Luis Lacalle Pou confirmó que habló con su homólogo brasileño, Jair Bolsonaro, para aplicar un “un tratado ya existente de acción binacional sanitaria” en la ciudad, donde el fin de semana dos personas murieron por Covid-19.
“Hemos recogido el visto bueno del presidente brasileño para aplicar ese tratado y en las próximas horas vamos a llevarlo a la práctica”, afirmó, para acotar que hay “preocupación recíproca sobre lo que está pasando en la frontera”.

El abordaje de Lacalle Pou contrasta con el de Bolsonaro, quien ha minimizado la gravedad de la pandemia pese al crecimiento exponencial de las cifras en el país.
Un estudio citado por el diario O Dia estima que habrá un millón de infectados y 80 mil muertos en el país a partir del 21 de junio. "En contramano, no hay acción concreta por parte del gobierno federal contra esto”, expresó la publicación en una dura tapa contra el mandatario.
Esta postura se vio ilustrada nuevamente el domingo, cuando Bolsonaro salió a las calles para participar en un mitin con sus seguidores, sin portar mascarilla y rompiendo las medidas de distanciamiento social. El presidente llegó a la concentración afuera del palacio presidencial en Brasilia con una mascarilla blanca, pero muy pronto se la quitó para saludar a la multitud, estrechar manos y abrazar a sus seguidores. En un momento incluso cargó a un niño pequeño sobre sus hombros.
Aunque Bolsonaro tiene una sólida base que lo apoya - cerca del 30% de los votantes, de acuerdo con encuestas -, enfrenta una gran cantidad de críticos por su manejo de la crisis del coronavirus, y por una explosiva investigación que busca aclarar si obstruyó a la justicia al tratar de proteger a su familia de indagatorias de la policía.
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