Aumentan a 17 los muertos por el frío y las lluvias causadas por la tormenta polar en Gaza

El fallecimiento de Said Abdin, un recién nacido de 29 días que murió por las bajas temperaturas y la insuficiente protección en Jan Yunis, representa uno de los casos más significativos dentro del actual escenario de emergencia en la Franja de Gaza. Según informó el diario Filastin, la tormenta polar bautizada como Byron ha puesto de manifiesto la extrema vulnerabilidad de la infancia y acentuado los peligros que enfrentan los desplazados internos, en un contexto marcado por el deterioro de las condiciones de vida y la escasez de refugios adecuados tras la intensificación del conflicto armado. Tal como reportó Filastin, el temporal ha provocado hasta la fecha al menos 17 muertes, incluyendo cuatro menores, amplificando la crisis humanitaria entre miles de personas desplazadas que han perdido sus hogares y acceso a recursos básicos debido tanto al conflicto como a las adversas condiciones meteorológicas.

De acuerdo con las cifras recopiladas por Filastin y contrastadas con la cobertura de otras fuentes internacionales, más del 90 por ciento de los campamentos de desplazados en Gaza han quedado inundados tras la reciente tormenta. Esto ha provocado el colapso de decenas de estructuras improvisadas, como tiendas de campaña y alojamientos temporales, y ha dejado sin resguardo a miles de personas que dependían de esos espacios para su supervivencia. Mahmud Basal, portavoz de Defensa Civil, explicó a Filastin que al menos 90 edificaciones presentan daños estructurales graves, situación que complica aún más la emergencia en la región. Las destrucciones no solo afectan a tiendas precarias sino también a construcciones de material, lo que ha dejado a su vez a centenares de familias expuestas al frío y a la intemperie, sin acceso a la protección mínima necesaria contra las lluvias y las bajas temperaturas.

La crisis humanitaria en Gaza se ha visto agravada por el desplazamiento masivo producto de la ofensiva militar israelí posterior al 7 de octubre de 2023, según describió Filastin en su reporte. El aumento sostenido del número de desplazados ha coincidido con la llegada de la tormenta polar, lo que ha generado una superposición de emergencias: la humanitaria derivada del conflicto armado y la climática vinculada a las lluvias extremas y el frío. Personas que recientemente perdieron sus viviendas a causa de los bombardeos ahora se ven obligadas a permanecer en condiciones insalubres y expuestas, incrementando los riesgos epidemiológicos y de mortalidad.

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, citado por la prensa internacional, indicó que al menos 55.000 familias y cerca de 30.000 menores han resultado afectados directamente por el fenómeno climático y las consecuentes inundaciones. Según advirtió Guterres, la protección de la infancia requiere respuestas inmediatas y efectivas, haciendo hincapié en la importancia de implementar medidas específicas para salvaguardar la vida y el bienestar de los menores ante una situación marcada por la destrucción y la insuficiencia de recursos.

La respuesta de la comunidad internacional se ha visto obstaculizada por los daños sufridos en la infraestructura existente. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), a través de comunicados recogidos en diversos medios, remarcó la necesidad de aumentar el suministro de materiales para la reconstrucción de refugios duraderos, considerando que la precariedad de los alojamientos es una de las principales causas de los recientes decesos. Según destacó el CICR, la falta de instalaciones adecuadas no solo deja a los desplazados más expuestos a las tempestades, sino que también retrasa la llegada de ayuda humanitaria.

Philippe Lazzarini, comisionado general de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), subrayó ante medios internacionales que las y los menores en Gaza están sometidos a la amenaza constante del frío y las inundaciones, sin un periodo de alivio después de los bombardeos y la destrucción de sus hogares. Lazzarini señaló que los desplazamientos forzados empujaron a las familias a instalarse bajo refugios improvisados o entre escombros, lo que incrementa los peligros tanto para la salud como para la integridad física de los niños.

La UNRWA señaló que miles de sus trabajadores permanecen en el terreno desplegados en tareas de evacuación de agua, reparto de mantas y distribución de atención médica básica. No obstante, la agencia remarcó que las restricciones al ingreso de suministros continúan frenando la entrega efectiva de ayuda humanitaria, influyendo directamente en la capacidad de contener el impacto de la crisis sobre la población más afectada por la tormenta.

En coincidencia con las preocupaciones de la UNRWA, el Comité Internacional de la Cruz Roja insistió, según la prensa internacional, en que el aumento de la ayuda externa, en particular el suministro de materiales de construcción y provisiones urgentes, es crucial para evitar un agravamiento de la situación en los campamentos y zonas damnificadas. Los daños sufridos tanto en las infraestructuras permanentes como temporales dificultan la llegada y distribución de asistencia, al tiempo que elevan el riesgo para aquellas personas que dependen estrictamente del auxilio internacional.

Mahmud Basal, en declaraciones recogidas por Filastin, apeló a la comunidad internacional para mantener el apoyo y evitar un incremento adicional en la cifra de víctimas. Según expresó, los recursos locales están sobrepasados y las capacidades de respuesta se encuentran mermadas frente a la magnitud de la tormenta y las condiciones derivadas del conflicto.

Antes del episodio climático actual, la población de Gaza ya enfrentaba una escasez crónica de bienes y servicios esenciales. Según Naciones Unidas y agencias citadas por medios internacionales, la limitada disponibilidad de abrigo, atención médica y alimentos ha empeorado después de la tormenta polar, incrementando la presión sobre sistemas de salud y asistencia que ya funcionaban al máximo de su capacidad. La interacción entre infraestructuras destruidas, alojamientos saturados y bajas temperaturas crea obstáculos adicionales para los equipos de ayuda y para las familias desplazadas, cuya demanda de apoyo incrementa a diario.

Las restricciones derivadas del bloqueo y las hostilidades en Gaza continúan impidiendo el paso fluido de suministros básicos, lo que condiciona la cobertura mínima de necesidades en los campamentos y refugios. Según informan Naciones Unidas y el CICR, la circulación limitada de ayuda humanitaria constituye uno de los retos principales para evitar nuevos decesos y proporcionar atención oportuna a quienes se encuentran en mayor vulnerabilidad, especialmente niños y familias con miembros enfermos o ancianos.

Las autoridades locales y representantes de organismos internacionales que conversaron con Filastin y otros medios advirtieron sobre la amenaza persistente del invierno y de futuras tormentas, que sitúan a la población desplazada en una situación de permanente riesgo. Esta circunstancia refuerza la urgencia de una respuesta humanitaria sostenida y de la coordinación internacional para facilitar recursos, materiales y personal en el terreno.

En el marco descrito por el diario Filastin y los testimonios de Naciones Unidas, el CICR y la UNRWA, la emergencia en la Franja de Gaza se configura por una superposición de crisis: la derivada del conflicto armado y la asociada a fenómenos meteorológicos extremos. La combinación ha sobrecargado los sistemas de asistencia y ha dejado a numerosas personas en condiciones de vida críticas, expuestas tanto a los efectos de la violencia como del clima. Las perspectivas a corto plazo dependen del refuerzo de la entrega de ayuda y de la reconstrucción de refugios que aseguren protección básica, especialmente para la población infantil, como subrayaron organismos internacionales en sus declaraciones a la prensa.