Decenas de miles de personas protestan en Italia contra los planes presupuestarios de Meloni

En diferentes ciudades italianas, sindicatos calcularon medio millón de asistentes en más de cincuenta marchas, con escuelas, hospitales y transporte ferroviario paralizados, mientras trabajadores piden aumentos salariales, reforma fiscal y rechazan cambios propuestos en pensiones y sanidad

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Las concentraciones masivas en distintas ciudades de Italia han enviado una serie de demandas sobre la política económica actual y la protección de los derechos laborales, impulsando la convocatoria de una huelga nacional de alcance multisectorial. Según la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL), alrededor de medio millón de manifestantes participaron en más de cincuenta acciones de protesta y movilización a lo largo del país, en una jornada de huelga general que, de acuerdo a los sindicatos, tuvo un apoyo del 68 por ciento. El objetivo principal de las protestas, detalló CGIL, es manifestar el rechazo a los lineamientos presupuestarios impulsados por el Gobierno de Giorgia Meloni, así como exigir medidas concretas frente a la precariedad laboral y el elevado costo de vida.

El medio CGIL informó que, entre las ciudades con mayor concentración, Florencia destacó por congregar a cerca de 100.000 personas en una marcha finalizada en la plaza de Carmine. Allí estuvo presente Maurizio Landini, secretario general del sindicato, quien expresó la postura del movimiento sindical: "La mayoría de los trabajadores, jubilados y quienes mantienen este país a flote no están de acuerdo ni aceptan el plan económico de este Gobierno", destacó Landini, en declaraciones recogidas por CGIL en un comunicado.

Tal como publicó CGIL, las protestas se extendieron por todo el territorio italiano, articulando una serie de reclamos centrales, entre ellos la necesidad de aumentar salarios y pensiones, frenar el crecimiento de la edad de jubilación, implementar una reforma fiscal que garantice justicia y progresividad, y rechazar propuestas de rearme. También exigieron mayores recursos destinados a la sanidad y la educación pública. Estas demandas reflejan la preocupación extendida entre diferentes colectivos laborales, jubilados y estudiantes, quienes han denunciado de manera reiterada la insuficiencia de las políticas públicas ante la inflación y la pérdida de poder adquisitivo.

La paralización afectó múltiples servicios, según consignó CGIL. Las escuelas, hospitales y el sistema postal funcionaron de manera limitada o vieron su actividad totalmente interrumpida. Uno de los sectores más impactados fue el ferroviario: tanto trenes de larga y media distancia como el transporte público local sufrieron cancelaciones y retrasos, lo que repercutió en la movilidad de miles de ciudadanos. Los sindicatos explicaron que estas acciones buscan visibilizar el descontento ante un modelo de ajuste económico considerado perjudicial para los trabajadores y los usuarios de los servicios públicos esenciales.

De acuerdo con CGIL, los trabajadores han hecho énfasis en el rechazo a eventuales recortes a prestaciones y derechos adquiridos, y a políticas que, a su juicio, agravarán la desigualdad y la inseguridad social. La organización de la huelga involucró a todas las ramas de la economía, con la participación de empleados públicos y privados de distintos ámbitos, lo que según CGIL, refleja la transversalidad de las inquietudes expresadas.

El seguimiento de la huelga experimentó variaciones por región y sector, pero CGIL ha subrayado que la dimensión de las marchas y la interrupción de actividades demuestran el nivel de rechazo a las políticas del Ejecutivo. Además de la cuestión salarial y de pensiones, los manifestantes hicieron hincapié en la defensa de la sanidad y la educación públicas, insistiendo en que la reducción de recursos en esos ámbitos compromete el futuro de las próximas generaciones.

El medio CGIL detalló en su comunicado que el mensaje de los asistentes ha sido uniforme en las diferentes ciudades y regiones, en la línea de solicitar "más justicia social y menos desigualdades". Las pancartas y consignas presentes aludieron a temáticas recurrentes del movimiento sindical italiano, como los reclamos frente a la precarización del empleo, la protección a los trabajadores con menor estabilidad contractual y la necesidad de que la fiscalidad sea revisada para redistribuir de manera equitativa la presión contributiva.

Landini, líder sindical, enfatizó en la concentración de Florencia que los sindicatos continuarán organizando movilizaciones si el gobierno no responde a las demandas planteadas. Insistió, tal como reportó CGIL, en que las políticas de ajuste y las reformas propuestas en materia de pensiones y sanidad "no podrán ser aceptadas" por quienes, según sus palabras, vienen sosteniendo el tejido social y económico del país.

La huelga general y las marchas asociadas forman parte de una serie de medidas de presión que, como indicaron fuentes sindicales citadas por CGIL, pretenden reabrir el diálogo con el Ejecutivo sobre cuestiones estructurales de la política económica y social italiana. La convocatoria se inscribe en el marco de una secuencia de protestas impulsadas en semanas anteriores, en las que ya se habían señalado déficits en la gestión gubernamental para contener el aumento de la pobreza y el deterioro de los servicios públicos.

El impacto de la movilización se reflejó tanto en la gran visibilidad pública de los actos como en los problemas logísticos generados por la paralización parcial de la vida cotidiana en diferentes ciudades. Desde la óptica sindical, el seguimiento y el eco alcanzados constituyen un llamado de atención al gobierno para revisar las estrategias presupuestarias y atender las demandas planteadas en materia de salarios, pensiones, sistemas fiscales, sanidad y educación, como reportó CGIL en sus diferentes comunicaciones a lo largo de la jornada.