El recuento oficial de fallecidos tras intervenciones militares de Estados Unidos contra embarcaciones sospechosas de tráfico de drogas llegó a 82 personas, según cifras difundidas por el Mando Sur. Esta cifra se consolidó tras el fallecimiento de cuatro hombres en una reciente acción armada dirigida a una presunta narcolancha en aguas internacionales del Pacífico oriental, intervención reconocida por el Departamento de Defensa como parte de una campaña ampliada de vigilancia y neutralización de rutas empleadas por bandas criminales para el narcotráfico. Southcom detalló que la más reciente operación se ejecutó el jueves e involucró a la Fuerza Operativa Conjunta “Lanza del Sur”.
De acuerdo con la información divulgada por Southcom a través de sus canales oficiales y citada por medios estadounidenses, la embarcación atacada estaba bajo el control de una organización designada como terrorista, lo que motivó la orden de intervención. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, confirmó que este tipo de operaciones no solo continuarán, sino que experimentarán una expansión en función de los hallazgos de inteligencia, siempre que se confirme la doble condición de transporte de estupefacientes y vinculación con estructuras catalogadas como terroristas.
Según informó Southcom, las acciones armadas iniciaron formalmente a finales del verano y han consistido en 21 intervenciones militares, repartidas entre el Pacífico oriental y la zona del Caribe, desde septiembre. La estrategia implementada parte de la premisa de que la inteligencia militar debe validar la participación de las embarcaciones interceptadas en actividades ilícitas antes de autorizar el uso de fuerza letal. Desde el Pentágono se sostiene que dichas operaciones se enmarcan en la directriz de seguridad hemisférica, articulada entre el Departamento de Defensa y otras agencias federales, y cuentan con la autorización expresa del secretario de Defensa.
Southcom, citado por medios estadounidenses, ha hecho énfasis en que las personas a bordo de las embarcaciones son identificadas oficialmente como “narcoterroristas”, denominación reiterada en comunicados y publicaciones oficiales para referirse a los tripulantes objeto de las ofensivas militares. La campaña recurre a herramientas tecnológicas avanzadas, como drones, sistemas de reconocimiento remoto y armamento de precisión, con el objetivo de interrumpir los corredores marítimos empleados habitualmente por redes criminales dedicadas al tráfico internacional de drogas.
El medio Southcom indicó que la metodología para seleccionar objetivos se basa en la confirmación mediante inteligencia de dos parámetros indispensables: la existencia de cargamentos de drogas y la relación comprobada con organizaciones incluidas en la lista de grupos terroristas conforme a criterios estadounidenses. La comprobación de ambos elementos se considera condición imprescindible para validar el uso de fuerza letal en cada caso.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, declaró que las misiones “apenas han comenzado”, expresando que el elevado número de muertes refleja tanto la dimensión del fenómeno como el nivel de compromiso del gobierno de Estados Unidos con la neutralización de redes criminales. Según las declaraciones recogidas por Southcom, la persistencia en esta estrategia responde a la evaluación constante que realiza la inteligencia militar sobre el riesgo planteado por organizaciones de narcotráfico y grupos terroristas en la región.
De acuerdo con lo informado por Southcom, la Fuerza Operativa Conjunta “Lanza del Sur” mantiene un despliegue activo a partir de datos proporcionados por tecnología de vigilancia marítima y aérea, habilitando intervenciones en áreas identificadas por su alta incidencia en el tráfico de estupefacientes. Estos operativos han sido observados y documentados por medios estadounidenses, quienes han contrastado los recuentos oficiales y procesado la información pública procedente del Pentágono.
Las autoridades militares insisten en que la campaña se desarrolla en un marco legal y político que establece la legitimidad de la presión militar y del uso armado contra presuntas amenazas multifacéticas, vinculadas tanto al tráfico transnacional de drogas como al terrorismo internacional. Según publicó Southcom, estas acciones buscan obstaculizar la llegada de estupefacientes a mercados internacionales, desequilibrando las rutas navales históricamente dominadas por redes delictivas.
El seguimiento de las operaciones reportó que desde septiembre se han realizado 21 intervenciones, todas bajo el escrutinio de organismos de seguridad y derechos humanos. Estos organismos, citados por medios estadounidenses, han expresado diversas inquietudes acerca del impacto y las consecuencias de la estrategia militar en la región. No obstante, desde las autoridades estadounidenses no se han producido hasta el momento anuncios de modificaciones en la política ni en la táctica implementada.
Southcom señaló que la ofensiva actual aprovecha bases estratégicas navales y aéreas distribuidas en la zona para reforzar la vigilancia y el control de las rutas consideradas prioritarias. La política de intervención permanece “en evaluación constante” y las directivas permiten una posible intensificación del ritmo operativo si la inteligencia detecta un incremento en el volumen de drogas transportadas por los corredores seleccionados como de alto riesgo.
Los comunicados oficiales difundidos por Southcom resaltan el carácter integral del abordaje militar, que se amplía o adapta dependiendo de la información actualizada sobre las amenazas. Las operaciones combinan ataque de precisión, monitoreo remoto y análisis de información en tiempo real con la intervención de fuerzas especializadas, como la Fuerza Operativa Conjunta “Lanza del Sur”.
Finalmente, el medio Southcom remarcó que la insistencia sobre la categorización de los objetivos como organizaciones terroristas designadas y sus tripulantes como narcoterroristas responde a la estrategia de fortalecer la legitimidad de la campaña tanto en el plano interno como internacional, apoyándose en la interpretación legal vigente y en la aprobación de altos responsables políticos y militares en Estados Unidos.
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