Paula Bernabéu
Kiryat Shmona (Israel), 27 nov (EFE).- El alto el fuego entre Israel y el Líbano cumple este jueves un año marcado por los bombardeos prácticamente diarios del Ejército israelí en territorio libanés. Este domingo culminaron con un ataque contra los suburbios de Beirut que mató al líder militar del grupo chií Hizbulá, Haizam Ali Tabatabai.
"Sentimos la tensión en la frontera. Oímos las noticias, oímos al Ejército bombardear. Aún no hay tranquilidad", dice a EFE Tzahi David en la inmobiliaria donde trabaja en la localidad de Kiryat Shmona del norte de Israel, a apenas tres kilómetros del Líbano.
Tras los ataques de Hamás de octubre de 2023, con el intercambio de fuego entre Hizbulá e Israel en la frontera, David tuvo que abandonar su casa y pasó a formar parte de los más de 60.000 israelíes del norte que terminaron desperdigados en hoteles y alojamientos del país.
Volvió el pasado verano tras pasar casi dos años en un hotel de Jerusalén junto a su mujer, que dio a luz poco después de llegar a la ciudad, y sus dos hijos.
En el Líbano, los desplazados del sur del país superaron los 90.000. Cuando Israel intensificó sus bombardeos en septiembre de 2024, la cifra se disparó hasta 1,2 millones de personas, según datos de ONU. Hoy, cifra en unos 64.000 los aún desplazados.
Tregua sin que cese el fuego
A pesar de la tregua, Israel ha bombardeado casi a diario el sur del Líbano bajo el argumento de evitar el rearme del grupo chií. También ha atacado con frecuencia el Valle de la Becá (este) y, en ocasiones (la última el domingo), Beirut.
"Ha habido muchas cosas, pero no un alto el fuego. La guerra total llegó a su fin, pero desde el principio estuvo claro que ninguno de los dos lados pretendía cumplir el compromiso que tomaron al aceptar los términos del alto el fuego", dice a EFE en una llamada el analista Eyal Zisser, vicerrector de la Universidad de Tel Aviv.
El Ejército israelí asegura haber matado a unas 350 personas que identifica como miembros de Hizbulá. La ONU, por su parte, indicaba esta semana que al menos 127 civiles libaneses han muerto en los bombardeos durante la tregua.
A las puertas de la escalada
El ataque de precisión del domingo en Beirut contra el "número dos" de Hizbulá se produjo cuando los medios locales llevaban días recogiendo que Israel escalaría sus ataques con el país vecino si el grupo chií no avanzaba en su desarme.
"En Israel hablamos de la posibilidad de tener unos días de guerra", comenta en un encuentro digital con medios Orna Mizrahi, analista del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional israelí, "pero por ahora no se habla de tropas terrestres".
El país permanece a la espera de la represalia por el ataque en Beirut de un Hizbulá diezmado y con más interés en su propia rehabilitación que en atacar, dice Mizrahi.
Los analistas barajan que el grupo chií podría intentar atacar una de las cinco posiciones que el Ejército israelí ocupa en el sur del Líbano; atentar contra israelíes o judíos en el extranjero o, en menor probabilidad, disparar cohetes contra Israel.
Para Zisser, una escalada del conflicto depende de que alguna de las partes cometa "un error de cálculo" durante la tregua, basada en un balance de poder muy desigual: "Hizbulá no tiene fuerza real para atacar Israel, mientras que Israel puede hacer mucho daño al Líbano".
Israel está reforzando sus defensas aéreas en el norte y lleva a cabo simulacros. Este lunes, el jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, visitó la división militar apostada entre las fronteras con Siria y Líbano para ver estos ejercicios, asegurando que las tropas se preparaban "para la próxima campaña".
"Terminar el trabajo"
En noviembre de 2024, desplazado en Jerusalén, David decía a EFE que Israel "no había terminado el trabajo" en el Líbano y miraba con suspicacia el acuerdo.
El norte alberga todavía muchos partidarios de una campaña dura en el país vecino para desmantelar definitivamente a Hizbulá.
"No sólo pensamos en el corto plazo, pensamos en el largo plazo, para poder tener calma en los próximos 20, 30, 50 años, con suerte. Si seguimos echándolo (el problema) a un lado...", afirma torciendo el gesto.
Es la opinión que comparte Rafael, un francés residente en Israel que trabaja en la obra de una casa de Metula, la localidad más al norte del país y colindante con la frontera: "Hay que eliminar al otro lo máximo posible, asegurarse de que no pueda volver".
Desde los andamios en los que se detiene a hablar con EFE se aprecian, a unos cientos de metros, una serie de edificios destrozados por los bombardeos en la localidad libanesa, desierta, de Kfarkela.EFE
(vídeo) (foto)
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