La firma del acuerdo de alto el fuego en Líbano cumple un año en pleno repunte de los ataques de Israel

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El alto el fuego pactado en noviembre de 2024 entre Israel y Líbano tras trece meses de combates entre el Ejército israelí y Hezbolá a raíz de los ataques del 7 de octubre de 2023 cumple este jueves un año, periodo marcado por los continuados ataques israelíes contra el país vecino, incrementados durante las últimas semanas en medio de las presiones sobre Beirut para que proceda al desarme del grupo, algo rechazado frontalmente por el partido-milicia.

El acuerdo fue firmado el 27 de noviembre por Israel, Líbano y cinco países mediadores, entre ellos Estados Unidos, para poner fin a un conflicto desatado después de que Hezbolá iniciara el lanzamiento de cohetes contra Israel el 8 de octubre de 2023, abriendo un segundo frente tras los ataques encabezados un día antes por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) contra territorio israelí, que dejaron unos 1.200 muertos y cerca de 250 secuestrados.

El pacto contemplaba una suspensión de las hostilidades durante 60 días de cara al repliegue de tropas israelíes de las zonas que había ocupado durante el conflicto --proceso que sufrió varios retrasos y que aún no ha sido completado, ya que continúan en cinco puntos en territorio libanés--, así como la retirada de las fuerzas de Hezbolá al norte del río Litani, en línea con la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, aprobada tras el conflicto en 2006.

Asimismo, derivó en la creación de un comité integrado por cinco países para supervisar la aplicación del acuerdo, que abrió la puerta al despliegue del Ejército de Líbano en al sur del Litani, un proceso marcado por diversos obstáculos y la continuación de los ataques por parte de Israel, que argumenta que actúa contra Hezbolá y que no viola el acuerdo, a pesar de las críticas de Beirut, el grupo y Naciones Unidas.

Estas discrepancias derivan de la posibilidad de recurrir a la legítima defensa, puesto que Israel argüye que lleva a cabo estos ataques para impedir intentos de Hezbolá para reconstruir sus capacidades militares, gravemente dañadas durante el conflicto, en el que murieron muchos de sus principales líderes políticos y militares, incluido su histórico secretario general, Hasán Nasralá.

La Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano (FINUL) afirmó la semana pasada que desde la entrada en vigor del acuerdo había documentado 10.000 "violaciones" por parte de Israel, incluidas 7.500 en el espacio aéreo libanés y 2.500 cometidas por tierra, antes de afirmar que había hallado y entregado al Ejército libanés 360 almacenes de armas, sin pronunciarse sobre su propiedad.

Por su parte, el portavoz de la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Thameen al Kheetan, afirmó el martes que al menos 127 civiles han muerto en ataques perpetrados por Israel, al tiempo que alertó del "incremento" de los bombardeos, incluido uno lanzado recientemente contra un campamento de refugiados palestinos cerca de Sidón y otro contra Beirut, el primero desde la entrada en vigor del alto el fuego.

Al Kheetan sostuvo que el ataque contra el campamento de refugiados de Ain al Hilwé se saldó con la muerte de trece civiles, entre ellos once niños, y pidió una investigación "rápida e imparcial" por posibles violaciones del Derecho Internacional Humanitario, después de que Israel afirmara que todos los fallecidos eran integrantes de Hamás.

El citado ataque se vio seguido por otro durante el fin de semana contra Beirut que se saldó con la muerte de cinco miembros de Hezbolá, entre ellos el 'número dos' y líder del brazo militar del grupo, Haizam Alí Tabatabai, incrementando los temores de un derrumbe definitivo del alto el fuego.

RIESGO DE COLAPSO

De esta forma, los reiterados ataques por parte de Israel, incluidos estos últimos, han provocado un endurecimiento de las críticas desde Hezbolá, que ha exigido a las autoridades de Líbano que deje de lado sus exigencias para un desarme del grupo --algo exigido por las autoridades estadounidenses e israelíes-- para centrarse en responder a la amenaza que suponen las acciones de Israel.

Así, el jefe del Consejo Ejecutivo de Hezbolá, Alí Daamush, destacó el lunes desde Beirut durante el funeral de Tabatabai y el resto de muertos en el ataque israelí que el país vecino "debe preocuparse" sobre una posible respuesta del grupo, al tiempo que reiteró que este tipo de operaciones no harán que la formación cambie su postura ni su rumbo a nivel político o militar.

"Esto no afectará nuestra voluntad, nuestra determinación o la decisión de continuar nuestro camino. Por contra, aumentaremos la determinación y la perseverancia. Esto hará que nos ciñamos más firmemente a lo correcto de nuestra elección y decisión. No cambiaremos nada", sostuvo, antes de hacer hincapié en que el principal problema de Líbano "es la agresión sionista", no las armas de Hezbolá.

En esta línea, el parlamentario del bloque encabezado por Hezbolá, Hasán Ezedín, incidió el martes en que el bombardeo israelí contra Beirut supone "una agresión contra todo Líbano, no contra Hezbolá o la cúpula de la resistencia, ya que los atacados son ciudadanos libaneses que viven en territorio libanés".

"Nadie puede subestimarnos (...) en este país, ya que formamos el pilar fundamental para construir una verdadera patria y establecer un Estado justo y capaz a partir del principio de fuerza en la protección y el principio de la justicia en la atención", dijo, según recogió la agencia estatal libanesa de noticias, NNA.

Estas afirmaciones han llevado al primer ministro, Nawaf Salam, a asegurar que el Gobierno está "tomando precauciones" ante el riesgo de un nuevo conflicto y a recordar que el país "está en una situación de guerra, cuya intensidad aumenta". "Está adoptando la forma de una guerra de desgaste sesgada", alertó, al tiempo que pidió a la comunidad internacional que actúe para garantizar el cumplimiento del alto el fuego, incluida la retirada de las tropas israelíes de Líbano.

DESAFÍOS PARA LA ESTABILIZACIÓN

La situación ha provocado que miles de desplazados libaneses no hayan podido regresar aún a sus hogares, en parte debido a la destrucción causada por los ataques de Israel contra infraestructura, a lo que se suma su reciente construcción de un muro que cruza la Línea Azul y penetra en territorio libanés.

"Además de matar y herir a civiles, los ataques israelíes contra Líbano han destruido y dañado infraestructuras civiles, incluidas viviendas, carreteras, industrias y lugares en obras", indicó Al Kheetan, quien aseguró que estas acciones "han dañado gravemente los esfuerzos de reconstrucción y los intentos de los desplazados internos de volver a sus hogares en el sur de Líbano".

"Todos los desplazados internos deben poder volver a sus hogares y la reconstrucción debe ser apoyada, no socavada", insistió, antes de cifrar en unas 64.000 las personas que siguen desplazadas en Líbano, sin perspectiva por ahora de poder regresar a sus hogares.

En este contexto, Acción Contra el Hambre, Oxfam e Insecurity Insight destacaron la semana pasada que muchos agricultores del sur de Líbano no pueden acceder a sus tierras por el desplazamiento, los ataques israelíes y la contaminación de las mismas a causa de la ofensiva de Israel, que amenazan la seguridad alimentaria y el sustento en algunas de las áreas más fértiles y productivas del país.

Estas organizaciones alertaron de que la destrucción de diversos centros de producción y distribución de alimentos, incluido el histórico mercado de Nabatiyé, ha profundizado las dificultades económicas de las comunidades libanesas, afectando al sector agrícola y dañando la economía rural, con un impacto que podría resonar durante años, incluso si se consigue mantener en pie el cese de hostilidades.