Los huevos revueltos, igual que la tortilla francesa o los huevos duros, son uno de los platos más versátiles de la cocina: sirven para un desayuno rápido y también para salvar muchas cenas. En la mayoría de hogares españoles se preparan con una pizca de sal, un toque de pimienta (si apetece) y una sartén con aceite de oliva o mantequilla, según la costumbre de cada casa. A veces se enriquecen con tropezones como jamón serrano, setas, espárragos o gambas cuando se busca un resultado un poco más completo.
Pero si lo que se busca es una versión más cremosa, sedosa y casi "de restaurante", existe un truco sorprendentemente simple que transforma por completo el plato: añadir un poco de nata para montar (sin azúcar) a la mezcla antes de cocinarla. Este recurso, poco habitual para la mayoría, es sin embargo muy utilizado por chefs como Gordon Ramsay, Thomas Keller o Jennifer Paterson, que recurren a la nata espesa o a la crème fraîche para conseguir revueltos muy tiernos y jugosos.
La clave está en incorporar aproximadamente una cucharada de nata por huevo antes de batirlos. No se trata de nata montada, sino de nata líquida con alto contenido graso, que aporta una cremosidad notable y evita que el huevo se reseque durante la cocción. Al mezclarse con los huevos, forma una emulsión muy suave que redondea el sabor y mejora la textura final, logrando ese acabado sedoso que buscan los chefs.
CÓMO PREPARAR UNOS HUEVOS REVUELTOS "DE BRUNCH"
Para lograr el resultado deseado, basta con seguir un procedimiento sencillo. Primero, bate los huevos con la nata y añade una pizca de sal, solo lo justo para que la mezcla quede uniforme. Después, calienta una sartén antiadherente a fuego medio-bajo con un chorrito de aceite de oliva o un poco de mantequilla. Vierte la mezcla y remueve con movimientos suaves, llevando el huevo desde los bordes hacia el centro para conseguir una cocción homogénea.
Es importante mantener una temperatura baja para evitar que el huevo se cuaje en exceso. Cuando aún tenga un aspecto brillante y ligeramente húmedo, retira la sartén del fuego: terminará de cocinarse con el calor residual.
POR QUÉ FUNCIONA TAN BIEN ESTE TRUCO
La nata aporta una grasa extra que suaviza la mezcla y ayuda a cocinar el huevo lentamente sin que pierda humedad. El resultado es un revuelto más tierno, de textura sedosa y con un sabor más profundo. Además, la crema actúa como estabilizante al calor, evitando que el huevo se endurezca o se vuelva gomoso.
Para elevar aún más la receta, puedes añadir cebollino fresco picado, un poco de queso pecorino o parmesano rallado, unas gotas de aceite de trufa o una pizca de sal en escamas justo antes de servir. Son detalles sencillos que convierten unos huevos revueltos cremosos en un plato perfecto para un brunch casero o un desayuno más especial.
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