
El director global de Inteligencia en Sostenibilidad de BBVA, Antoni Ballabriga, ha afirmado que la Cumbre del Clima COP 30, celebrada en Belém (Brasil), ha mostrado que "el multilateralismo climático continúa vivo y es capaz de producir acuerdos, pero el ritmo de avance es claramente insuficiente para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París".
En un artículo titulado 'COP30: el multilateralismo persiste, la agenda climática progresa lentamente', Ballabriga ha señalado que en la COP se han visto "avances limitados pero tangibles en adaptación, financiación y transición justa, mientras que la brecha de ambición en mitigación permanece abierta".
En este sentido, ha considerado que "la ausencia de referencias al abandono progresivo de los combustibles fósiles y el hecho de que, aun con 122 nuevos planes climáticos presentados, que suponen el 70% de las emisiones globales, las mejoras no sean suficientes para cerrar la brecha, confirman que la arquitectura global avanza, pero a un ritmo muy inferior al que exige la ciencia".
Ballabriga ha indicado que en adaptación, la COP logró un "avance significativo" con el compromiso de triplicar la financiación anual hasta 120.000 millones de dólares en 2035, acompañado por la adopción de 59 indicadores técnicos del Objetivo Global de Adaptación.
"Aunque queda mucho por definir, desde la gobernanza hasta los mecanismos operativos, la orientación política hacia la resiliencia gana contundencia", ha señalado.
En financiación climática, los países reafirmaron el nuevo objetivo colectivo de 300.000 millones de dólares anuales y 1,3 billones en 2035, pero sin claridad sobre los instrumentos para alcanzarlo. Las decisiones se trasladaron a un programa de trabajo a dos años, lo que, a su juicio, "prolonga la incertidumbre en un ámbito crucial para movilizar capital privado a gran escala".
SEÑALES PARA EL SECTOR FINANCIERO GLOBAL
Según ha afirmado, este balance general ofrece "señales importantes" para el sector financiero global. Así, ha sostenido que "aunque la falta de ambición (reducida en mitigación) pueda interpretarse como una muestra de bloqueo, la realidad es que la COP30 proporciona elementos relevantes para orientar decisiones estratégicas desde la perspectiva de los bancos globales".
En primer lugar, ha afirmado que se refuerza la necesidad de señales de política más claras y estables para impulsar los ciclos de inversión climática que el mundo necesita. "La transición no se acelerará sin marcos regulatorios previsibles, coherentes y capaces de dar visibilidad a los flujos de inversión a largo plazo", ha señalado para indicar que en la última década se ha logrado un progreso global "muy significativo", pero "la alta dependencia de los combustibles fósiles en muchos países y la geopolítica actual fragmentan y dividen las políticas climáticas".
"El rumbo es imparable, pero el escenario actual nos lleva a diferentes trayectorias y diferentes velocidades, lo que significará todo un reto para los bancos globales en su acompañamiento a sus clientes", ha remarcado.
En segundo lugar, ha afirmado que la COP consolidó las 'plataformas país' como aceleradores de proyectos financiables, una tendencia "con potencial transformador en mercados emergentes". En este punto, ha indicado que el anuncio de la creación de 14 nuevas plataformas "confirma que este instrumento está llamado a convertirse en un espacio privilegiado para generar proyectos de calidad, reducir barreras institucionales y mejorar la bancabilidad gracias a una coordinación más robusta entre política pública y financiación privada".
En tercer lugar, ha señalado que la decisión de triplicar la financiación global para adaptación "coloca a la adaptación y resiliencia como una nueva oportunidad emergente de negocio para las instituciones financieras".
El cuarto elemento es el avance en mecanismos innovadores de reducción de riesgos vía financiación público-privada o 'blended finance', "claves para la atracción de capital privado a escala en mercados emergentes".
A su juicio, esta innovación puede convertirse en una herramienta "clave" para ampliar la capacidad de financiación climática sin aumentar la presión sobre los balances bancarios tradicionales.
Por todo ello, ha considerado que "los resultados de Belém no deben interpretarse como una señal de impotencia del sistema multilateral". En su opinión, lo que revela es que "no basta con la gobernanza global", sino que "es indispensable también una acción distribuida, nacional y sectorial, donde las empresas líderes y las instituciones financieras globales tengan un papel como catalizadores de inversión y agentes activos de la transformación".
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