
El Ejecutivo brasileño ha reconocido este jueves que "hubo un problema", pero no "un fallo" cuando aproximadamente 150 manifestantes irrumpieron, causando daños materiales e hiriendo al personal de seguridad, en el recinto de la Cumbre del Clima COP30 que se está celebrando estos días en Belém, en el estado nororiental de Pará, unos hechos por los que Naciones Unidas ha instado a Brasil a mejorar su seguridad, entre otros asuntos.
El secretario extraordinario para la COP30 de la Casa Civil --el gabinete de la Presidencia--, Valter Correia, ha explicado que, a raíz del incidente, "esa misma noche" se celebró una primera reunión con "todos" los responsables. "Se reconoció que hubo un problema. Que hubo un fallo, no", ha indicado en declaraciones recogidas por el diario brasileño 'Folha', donde ha concedido que "hubo un problema quedó claro".
"Lo corregimos mediante un esfuerzo conjunto de todas las fuerzas de seguridad del país. Hicimos un diagnóstico y encontramos áreas de mejora", ha manifestado, aludiendo a un mayor despliegue de personal militar cerca del pabellón de la conferencia. Asimismo, ha señalado que se completó el contingente de seguridad, que era insuficiente debido a supuestos problemas con la empresa contratada.
Correia, que ha afirmado que la ONU habría reconocido la resolución del problema en un encuentro ese miércoles, ha abordado de este modo la carta enviada en la víspera a Brasilia por parte del secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés), Simon Stiell.
La misiva presentaba también quejas sobre la infraestructura del pabellón principal de la COP30, como la falta de aire acondicionado para refrigerar el espacio, la escasez de agua en los baños y las inundaciones en algunas zonas.
Con todo, el responsable brasileño ha subrayado que el número de camiones cisterna de agua se ha duplicado y que se están realizando ajustes en el sistema de aire acondicionado, dejando las preocupaciones de la ONU "totalmente resueltas".
"Cuando se instala una estructura temporal de 150.000 metros cuadrados, se cuenta con un proyecto técnico que se evalúa, aprueba e implementa. Pero en los primeros días, al someterla a tal presión y albergar a 25.000 personas, es natural que surjan problemas", ha esgrimido. "El primer día fue bastante difícil, mejoró y mañana será mejor que hoy", ha prometido.
Además de sus preocupaciones en términos de seguridad, Stiell describió toda una serie de problemas de infraestructuras que estarían afectando al evento, apuntando a casos de problemas de salud relacionados con el calor debido a los problemas de ventilación, así como a oficinas fuera de los estándares acordados, en mal estado o, directamente, no aptas para su uso.
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