
Cinco vecinos de Paiporta (Valencia) que vivieron la riada de 1957 y la dana del 29 de octubre de 2024 relatan las diferencias entre ambas catástrofes y coinciden en que, en la localidad paiportina, la riada "no fue nada" en comparación con la barrancada del pasado año: "Esta vez ha sido criminal".
Así lo afirman los testimonios de Conchín Ferrandis, Ramona Romero, Conchín Tarazona, Josep Joaquim Mateu y José Motes Andreu, cinco vecinos y vecinas que sobrevivieron tanto a la riada de 1957 como a la dana que asoló gran parte de la provincia de Valencia en 2024, dejando 229 víctimas mortales y daños materiales multimillonarios.
Sus testimonios forman parte de un reportaje, impulsado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Paiporta, proyectado este lunes en el Museu de la Rajoleria, dentro de los actos que estos días se están desarrollando en la localidad para conmemorar el primer aniversario de la dana.
El audiovisual recoge las vivencias personales de estos cinco vecinos y vecinas, que relatan con valentía cómo afrontaron ambas catástrofes y cómo el pueblo de Paiporta supo levantarse cada vez con más fuerza.
En concreto, Conchín Tarazona (nacida en Paiporta en 1950) relata que, en la riada de 1957, les avisaron de que se había salido el barranco y comenzó a entrar agua en la tienda de comestibles de su familia, en una planta baja, por lo que subieron a zonas altas los sacos de arroz y otros alimentos, pero "ni mucho menos" el agua subió como en 2024, que en su casa alcanzó los 2,40 metros. "No tiene nada que ver, lo de ahora ha sido una catástrofe grandísima", insiste.
El 29 de octubre, Tarazona explica que estaba en casa cuando avisaron de que el barranco se había desbordado, por lo que ella, que vivía en planta baja, "pensando que sería medio metro" de agua abrió la puerta y la puerta la tiraba hacia detrás.
El agua comenzó a subir y a tirar los muebles de su casa y tuvo que agarrarse durante tres horas a un mueble, con el agua "helada", desde donde vio "pasar toda la dana por el cristal, a una velocidad como un rayo". "Era horrible", lamenta, "me faltó un palmo para ahogarme".
En la misma línea, Ramona Romero --nacida en 1938 y llegada a Picanya a los cinco años-- rememora que la riada del 57 no provocó tantos daños en las casas de las localidades de Picanya o Paiporta; mientras que ahora "están todas en tierra".
El 29 de octubre de 2024, Romero indica que estaba preparándose para ir a misa, cuando su hija le alertó de que llegaba la barrancada, ante lo que la mujer pensaba que le gastaba una broma. Finalmente, subió a casa de su hija, en el tercer piso, ya que ella vive en una planta baja. En su domicilio, se derrumbó el tabique del patio por la fuerza del agua, que llegó a una altura de "más de tres metros".
"NO SABÍA SI MIS HIJOS ESTABAN VIVOS"
Por su lado, Josep Joaquim Mateu (nacido en 1937 en Paiporta) recuerda que, en la riada de 1957, estaba trabajando en un almacén y les avisaron que venía la barrancada. "Si tardamos un poquito más, no podemos pasar, nos quedamos allí", apunta, aunque recalca que esa "fue una barrancada fuerte, no la habíamos conocido aún como aquella", pero "mansa" en cuanto a daños en la localidad paiportina.
"Aquella magnitud comparada con esto, nada. Aquello no provocó desastre, arrancó árboles, hizo algo de mal, pero en comparación con esto, nada", reitera, y subraya que "la magnitud" de la de 2024 "no la esperábamos nadie". "Esta vez ha sido criminal", sostiene.
Mateu rememora que su hija pequeña, que trabaja en Beniparrell, salió antes de trabajar el 29O porque se estropeó una máquina. En caso de haber salido a la hora habitual, las 19.00 horas, expresa que ella "hoy no viviría, pero categóricamente". Él, agrega, estuvo a punto de ir a cambiar el coche, recién comprado, que tenía aparcado al lado del barranco. "Menos mal que no lo quité, sino no estaría aquí tampoco", relata.
Tras la barrancada, apunta que estuvo "lo menos 16 o 17 días sin salir de casa", porque las calles tenían coches amontonados, además de cañas y muebles y "no podías salir para nada". "Lo más criminal fue que estuvimos tres días sin agua, sin luz y sin teléfono. No sabía si mis hijos estaban vivos o muertos", lamenta.
"AHORA HA SIDO EL NO VA MÁS"
Por su lado, el paiportino José Motes recuerda que en la riada del 57 su padre y él no pudieron ir a trabajar al no poder pasar sobre el barranco y ayudaron a un hombre a subir los sacos de azúcar y otros productos que se podían estropear con el agua. Al llegar al taller de su tío, el hombre estaba llorando porque se había inundado todo y "se estropearon muchas cosas".
En la dana de octubre, cuando comenzó a entrar agua su mujer y él pusieron mantas para intentar absorberla, pero llegó un momento en que su hijo les dijo que subieran a la planta de arriba, cuando "ya había un montón de agua", donde tuvieron que estar tres días. "A mi hijo le vino justo para subir, porque la nevera le cayó encima", recuerda.
Por último, Conchín Ferrandis, nacida en Paiporta en 1944, señala que en la riada del 57 "venía mucha agua", pero "como ahora no, ni pensarlo". "Ahora ha sido el no va más", expresa y precisa que en su casa el agua llegó a 2,50 metros.
"Estábamos arriba (de casa), porque aquí se lo llevó todo. Todos los muebles y todo, no nos dejó nada", manifiesta, al tiempo que insiste en que la riada "hizo daño, pero como ahora ni pensarlo".
LUTO OFICIAL
Tras la proyección del audiovisual, la concejala de Cultura, Esther Torrijos, ha agradecido a los protagonistas que hayan permitido entrar en sus casas y que hayan sido "tan valientes, tanto por lo que vivisteis, como por contarlo".
Como gesto simbólico, Torrijos ha entregado a cada uno de ellos de un bonsái, que representa la resistencia y capacidad de renacimiento del pueblo de Paiporta, en homenaje al histórico eucalipto centenario ubicado junto al barranco del Poyo, testigo de las dos riadas y que "ya la ciudadanía identifica como 'el árbol de la resistencia'".
El acto concluyó con una intervención artística a cargo de los músicos locales Néstor Calderer y Edu Comelles, quienes ofrecieron un concierto de piano muy especial, ya que el instrumento utilizado fue un piano dañado durante la dana, que aún conserva restos de barro, como símbolo de la unión entre arte, memoria y resiliencia.
Este homenaje forma parte de la programación especial organizada por el Ayuntamiento de Paiporta con motivo del primer aniversario de la dana, una serie de actividades conmemorativas destinadas a honrar la memoria de las víctimas, reconocer la solidaridad de la ciudadanía y reflexionar sobre la fortaleza del municipio frente a la adversidad.
Además, el consistorio ha decretado tres días de luto oficial (28, 29 y 30 de octubre) y este miércoles 29 de octubre, a las 19.30 horas, se celebrará una vigilia en recuerdo de las víctimas en la explanada del Ayuntamiento.
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