
La fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025, se ha mostrado este martes fascinada por España y por sus rituales. "Adoro España y me encantaría seguir trabajando aquí", ha afirmado.
Iturbide se ha pronunciado en estos términos en una rueda de prensa ofrecida en Oviedo, días antes de que recoja el galardón este viernes en Asturias.
La artista mexicana ha recordado su trabajo en El Rocío y ha reconrdado ante los periodistas su experiencia, cuando vio a la gente baliando y vivió de primera mano sus rituales. Terminó durmiendo en el suelo y un gitano, viéndola en esas condiciones, terminó dándole dinero para que pudiera tomar un café, ha recordado ante los periodistas.
"Soy mestiza y tengo muchos abuelos que vinieron de España y quiero tanto a México como quiero a España", ha apuntado Iturbide, que se ha mostrado "feliz" de recibir el premio Princesa de Asturias. Ha agradecido el reconocimiento "de todo corazón".
Preguntada por el impacto que pueden tener las nuevas tecnologías en el futuro de la tecnología, Iturbide se ha mostrado tranquila. "Yo creo que el mundo de la fotografía, como todo, va a seguir cambiando, pero creo que la fotografía analógica va a seguir existiendo, porque mucha gente, muchos fotógrafos que se han dedicado al digital, han vuelto a la analógica".
Sobre los motivos de que ella utilice esa técnica, Iturbide ha indicado que es algo "personal" porque así aprendió. "Para mí hay dos momentos decisivos; cuando tomo con sorpresa lo que veo y cuando con sorpresa me gusta o rechazo lo que he tomado", ha explicado. Le gusta seguir trabajando con papel y revelar rollos. Es un "ritual".
Además no utiliza rollos de color. "Para mí, mi fotografía tiene que ver con la abstracción, donde el gris, el blanco y el negro y por eso hagan una conjunción", ha explicado.
Ha rechazado Iturbide que la encajen en el estilo denominado realismo mágico. "Son etiquetas que nos ponen los europeos", ha lamentado. "Ustedes han calificado a Vargas Llosa, a García Márquez de escritores de realismo mágico; leanlos ahora y verán que no tienen nada que ver", ha apuntado.
"Son etiquetas que nos ponen, porque somos latinoamericanos y los europeos, mil disculpas, pero acostumbran a ponernos etiquetas que no nos corresponden; yo soy mexicana, mi país es maravilloso y es lo que fotografío", ha zanjado.
Por último, le han preguntado a Iturbide si ha tenido más dificultades en su trabajo por ser mujer. Ha respondido que no. "En absoluto, he sido la más feliz fotografiando como mujer, he tenido a suerte de que en los lugares donde he ido me han ayudado, no he tenido problemas con la gente o compañeros, he convivido con las mujeres y con los hombres de cada lugar y nunca he tenido ningún problema", ha dicho. "Y soy feminista", ha apostillado.
Graciela Iturbide nació en Ciudad de México el 16 de mayo de 1942. En 1969 comenzó sus estudios en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Autónoma de México (UNAM) (Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2009), con la intención de convertirse en directora de cine, pero a raíz de conocer el trabajo del fotógrafo Manuel Álvarez Bravo y de asistir a sus clases se vio atraída por esta disciplina. Entre 1970 y 1971 trabajó como asistente de Bravo.
Dueña de una mirada innovadora, la lente de Iturbide ha retratado la realidad social no solo de México sino de muchos lugares a los que ha sido invitada para trabajar.
En los años setenta viajó por Latinoamérica, principalmente por Cuba y Panamá, y en 1978 fue comisionada por el Archivo Etnográfico del Instituto Nacional Indigenista de México para documentar la población indígena del país con proyectos en los que fotografió, por ejemplo, a los pueblos seri y de Juchitán. Este último dio lugar al libro Juchitán de las mujeres (1989).
Posteriormente prosiguió su labor en Cuba, Alemania Oriental, India, Madagascar, Hungría, Francia y Estados Unidos, época que dio lugar a numerosos trabajos destacados por su profundidad artística y su sentido poético.
Con el tiempo, su gusto por el retrato y la descripción de la naturaleza humana ha ido cambiando en busca de nuevos objetivos como paisajes u objetos encontrados, que su mirada dota de una visión trascendental a través del uso característico del blanco y negro. Iturbide ha protagonizado exposiciones individuales en algunos de los centros e instituciones artísticas más importantes del mundo. Ha recibido numerosos galardones.
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