
La población de Camerún está llamada este domingo a las urnas para unas elecciones presidenciales en las que Paul Biya, de 92 años y quien lleva en el cargo desde 1982, busca un octavo mandato al frente del país africano, en medio de la división opositora, que no ha logrado pactar un candidato de unidad, y las dudas sobre la sucesión del histórico líder camerunés.
Biya, quien ya fue primer ministro del país entre 1975 y 1982, cuando ascendió a la Presidencia tras la dimisión por problemas de salud de Ahmado Ahidjo --con lo que lleva ya 50 años en puestos de responsabilidad--, no se ha plegado a los llamamientos para que se apartara y respaldara a otro candidato oficialista, optando por aspirar a otro mandato de siete años.
Así, aspira a prolongar su mandato frente a otros once candidatos en medio de la creciente frustración popular por las dificultades económicas en Camerún, así como las críticas de la oposición por la represión de las fuerzas de seguridad y lo que consideran como esfuerzos para allanar su camino a la Presidencia, incluida la descalificación este año de la candidatura de Maurice Kamto, histórico opositor que se presentó a las últimas elecciones.
El presidente, que ha encabezado pocos actos de campaña por motivos de salud --un tema que fue prohibido del debate público en octubre 2024 en medio de especulaciones sobre su estado--, ensalzó esta semana desde la ciudad de Maroua (norte) el apoyo popular con el que cuenta pese a "las difamaciones e invenciones" sobre él, al tiempo que describió al país como "una tierra de paz y prosperidad".
"Conozco bien los problemas que les preocupan. Conozco las necesidades insatisfechas que les hacen dudar sobre el mañana", sostuvo, antes de recalcar que "estos problemas no son insuperables" y prometer trabajar para hacer frente a la alta tasa de desempleo y mejorar la situación socioeconómica del país africano, "poniendo la situación de mujeres y jóvenes en el centro" de la actuación de las autoridades.
Alrededor de cuatro de cada diez cameruneses vive por debajo del umbral de la pobreza, con un 23 por ciento de la población por debajo del umbral de la pobreza extrema, según el Banco Mundial, que destaca que "la reducción de la pobreza en Camerún se ha estancado durante los últimos 20 años", lo que ha provocado un aumento del malestar con el presidente por la falta de avances.
Pese a ello, Biya aspira a aprovechar la desunión entre la oposición para obtener una nueva victoria, después de que los diversos candidatos no lograran pactar una figura de unidad a pesar del llamamiento formulado por Kamto en este sentido después de la eliminación de su candidatura, cuando apeló a todos ellos, encabezados por Issa Tchiroma Bakary y Bello Bouba Maigari, a dar este paso, si bien el llamamiento cayó en saco roto.
CANDIDATOS OPOSITORES
Tchiroma Bakary, antiguo portavoz del Gobierno de Camerún y exministro de Empleo, figura como el principal candidato opositor tras anunciar en junio que abandonaba el Gobierno ante la creciente frustración popular contra Biya, afirmando al anunciar oficialmente su candidatura que "un país no puede existir al servicio de un hombre". "Debe vivir en servicio a su pueblo", afirmó.
El opositor, de 76 años y líder del Frente de Salvación Nacional de Camerún, espera lograr buenos resultados en el norte del país, su lugar de origen, una zona especialmente sacudida por la crisis económica y la inseguridad debido a las acciones del grupo terrorista Boko Haram y su escisión, Estado Islámico en África Occidental (ISWA), una de las principales amenazas de seguridad para Camerún junto al conflicto con los separatistas de Ambazonia, las dos provincias de mayoría anglófona en el oeste del país.
Otro de los candidatos destacados es Bouba Maigari, quien anunció a finales de junio que aceptaba la nominación a la Presidencia por parte de su partido, la Unión Nacional para la Democracia y el Progreso, optando así por enfrentarse a Biya en las urnas sin llegar a dar el paso de abandonar su cargo al frente de la cartera de Turismo, algo que hizo posteriormente ante las críticas por no dar este paso.
Bouba Maigari, de 78 años, es un histórico aliado de Biya que, de hecho, fue su primer ministro después de acceder a la Presidencia en 1982, si bien ya se presentó en 1992 a las elecciones --quedando en tercer lugar--. En esta ocasión ha recabado el apoyo de otros candidatos que han decidido abandonar la carrera para respaldarle, si bien hay dudas sobre que estos apoyos puedan llegar a ser suficientes para darle la victoria.
Por su parte, Cabral Libii, de 45 años quien quedó en tercer lugar en las elecciones de 2018, por detrás de Biya y Kamto, aspira nuevamente a la Presidencia, figurando como una de las caras de la nueva generación en política en esta campaña electoral, dado que los principales favoritos le sacan varias décadas, incluido el hecho de que el actual mandatario le doble en edad.
Libii, un antiguo periodista y profesor universitario que ahora encabeza el Partido Camerunés para la Reconciliación Nacional, ha intentado jugar estar carta para tender puentes entre la juventud en Camerún, presentándose como una persona con una mayor sensibilidad con sus problemas y más capaz de introducir cambios a nivel político, económico y social para hacer frente a la situación que sufren.
CRISIS DE SEGURIDAD
Las elecciones tendrán lugar nuevamente en un contexto de inseguridad en diversas zonas del país, especialmente ante la persistencia del conflicto armado en las zonas norte y oeste del país, donde viven cerca del 40 por ciento de los alrededor de 3,3 millones de desplazados internos en el país africano, en el que además se ha registrado un aumento de la "retórica incendiaria", según alerta el 'think tank' International Crisis Group.
Si bien el conflicto en las regiones anglófonas estaba en sus primeras etapas durante las elecciones de 2018, en las municipales y parlamentarias de 2020 ya hubo un fuerte impacto de los taques contra instalaciones públicas e incluso equipos oficiales, por lo que existen temores sobre nuevos incidentes en estos comicios, en los que tampoco se espera una alta tasa de participación en estas zonas.
La situación de inseguridad la región de Extremo Norte por los ataques de Boko Haram e ISWA es también motivo de preocupación, siendo además uno de los principales bastiones políticos de Biya, por lo que el partido gubernamental está también a la espera de ver el impacto a nivel de votos del ahondamiento de la crisis humanitaria en esta parte del país africano.
A ello se suma que, según el citado 'think tank', "pocos observadores esperan que Camerún pueda celebrar elecciones libres y justas" debido a la falta de progresos sobre las denuncias en procesos anteriores sobre problemas en el sistema electoral, que ya derivaron en una profunda crisis política tras los comicios de 2018, cuando Kamto se negó a reconocer su derrota denunciando un fraude para favorecer a Biya.
Las citadas tensiones tras las elecciones de 2018 se regitraron importantes protestas que fueron duramente reprimidas por las fuerzas de seguridad, incluida la detención de decenas de miembros del partido de Kamto --entre ellos varios altos cargos--, algo que se ha visto acompañado por una continuada reducción del espacio cívico y político en el país africano por parte de las autoridades.
Todo ello hace temer que el nuevo proceso electoral pueda derivar en una nueva etapa de inestabilidad política en Camerún, vinculada en parte a la ausencia de un plan de transición para salir de la era Biya, quien insiste en mantener el control del país a pesar de las dudas existentes sobre sus capacidades, especialmente debido a que para completar su mandato debería llegar a vivir casi cien años.
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