
Más de 22.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares en apenas una semana por una nueva ola de violencia que ha vuelto a azotar la zona norte de Mozambique, escenario de un conflicto que entra ya en su octavo año y que no muestra visos de solucionarse a corto plazo.
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que ha elaborado este último análisis estadístico, se ha mostrado "muy preocupada" por esta nueva espiral de violencia, en palabras de su representante para el país africano, Xavier Creach, que anticipa un nuevo "punto de inflexión".
Por primera vez desde el estallido del conflicto en 2017, los 17 distritos de la región de Cabo Delgado, la zona cero de esta violencia, se han visto afectados por ataques simultáneos. La actual ola de desplazamiento ya ha empujado a más de 100.000 civiles fuera de sus hogares, aunque el dato acumulado desde 2017 supera los 1,3 millones.
"Después de años de incertidumbre, las familias están llegando a su límite y algunas se quedan pese al peligro mientras otras huyen con pocas esperanzas de regresar", ha advertido Creach. Los civiles denuncian también casos de asesinatos, secuestros y violencia sexual, mientras que los niños pueden verse sometidos a reclutamiento forzoso por parte de grupos armados.
ACNUR considera la crisis del norte de Mozambique "una de las situaciones humanitarias más complejas de la región", ya que a la violencia se suman desastres naturales como ciclones, inundaciones y sequía. Sin embargo, la agencia ha lamentado que sólo ha recibido 66 de los 352 millones de dólares (unos 300 millones de euros) requeridos para este año.
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