El primer ministro de Sudán insta a la comunidad internacional a declarar las RSF como grupo terrorista

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El primer ministro de Sudán, Kamil Idris, ha instado este jueves a la comunidad internacional a declarar como organización terrorista a las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) y a detener el flujo de mercenarios extranjeros que combaten en su territorio, en un discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas en el que ha asegurado que las paramilitares forman de un "proyecto integral" para "saquear las riquezas" del país y modificar la demografía de la población sudanesa.

"Durante los últimos tres años, el pueblo de Sudán ha estado sujeto a peligros y amenazas existenciales como resultado de los crímenes perpetrados por la milicia rebelde RSF", ha declarado en una intervención en la que ha denunciado "los asesinatos sistemáticos, la tortura, el saqueo, la violación, la humillación y la brutal destrucción de todos los elementos básicos de la vida" por parte de las paramilitares.

Idris ha alertado de que todos estos crímenes son "acciones deliberadas" de las RSF, asegurando que "forman parte de un "proyecto integral para controlar Sudán, saquear sus riquezas y cambiar la demografía de su población".

En este sentido, ha advertido que los "desafíos" que enfrenta su Gobierno incluyen "el empleo de mercenarios extranjeros" en territorio sudanés, un extremo que ya denunció a principios de agosto cuando aseguró que tenía "pruebas" de la participación de mercenarios de Colombia y "algunos países vecinos, patrocinados y financiados" por las autoridades de Emiratos Árabes Unidos (EAU).

Por ello, ha instado a la comunidad internacional a "detener el flujo de armas letales" a las RSF y a "criminalizarlas y declararlas grupo terrorista". "El continuo silencio internacional ante los crímenes de la milicia terrorista rebelde y su asedio a la ciudad de El Fasher, así como sus bombardeos de campamentos de desplazados internos, lugares de culto e instituciones educativas, el saqueo de mercados y de bienes públicos y privados, y la destrucción de centros de salud en todo el país, constituye un estímulo y una luz verde para que estas milicias continúen con sus crímenes y violaciones", ha agregado.

En esta línea, ha afeado el "silencio" de la comunidad internacional aludiendo a la Resolución de 2736 del Consejo de Seguridad que pide la retirada de las RSF de las zonas ocupadas y el levantamiento del asedio a la ciudad de El Fasher, capital de la región sudanesa de Darfur Norte. "Imaginen esto: esta resolución fue adoptada por el Consejo de Seguridad hace más de un año y, hasta la fecha, no ha sucedido nada. ¿Es esto plausible? Reflexionemos un momento. Niños, mujeres y ancianos mueren de hambre, y la comunidad guarda silencio", ha lamentado.

Por otra parte, ha criticado la imposición de sanciones "a pesar del consenso internacional sobre (su) ilegalidad", después de que la Unión Europea haya acordado a principios de esta semana prorrogar 12 meses más las sanciones contra diez individuos y ocho entidades "responsables de desestabilizar Sudán y obstruir su transición política".

El primer ministro ha denunciado que estas "medidas coercitivas unilaterales violan el Derecho Internacional" y ha considerado que "se imponen por razones políticas que amenazan los valores y los vínculos de la cooperación y las relaciones internacionales".

Por otra parte, ha reafirmado su "compromiso" con la hoja de ruta presentada a Naciones Unidas y que incluye un alto el fuego, subrayando que la garantía de la integridad territorial de Sudán es clave para el éxito del proceso de transición civil y presentándola como una línea roja en las negociaciones para una tregua.

"Permítanme decirlo clara y abiertamente: nuestra soberanía e integridad territorial son límites insalvables. Nunca nos rendiremos. Les prometo que nunca nos rendiremos", ha concluido.

La guerra civil en Sudán estalló en abril de 2023 a causa de las fuertes discrepancias en torno al proceso de integración de las RSF en el seno de las Fuerzas Armadas, situación que provocó el descarrilamiento de la transición abierta tras el derrocamiento en 2019 del régimen de Omar Hasán al Bashir, ya dañado tras la asonada que derribó entonces al primer ministro, Abdalá Hamdok.

El conflicto, marcado por la intervención de varios países en apoyo a las partes en guerra, ha sumido al país en una de las mayores crisis humanitarias a nivel mundial, con millones de desplazados y refugiados ante la alarma internacional por la propagación de enfermedades y los daños sufridos por infraestructuras críticas, que impiden atender a miles de damnificados.