
El Departamento de Correccionales de Florida informó que David Pittman, de 63 años, perdió la vida a las 18:12 (hora local) tras la administración de una inyección letal compuesta por un sedante, un agente paralizante y una sustancia que provoca la detención del corazón. Con esta ejecución, el estado de Florida supera la cifra histórica de penas capitales realizadas en un solo año desde el restablecimiento de la pena de muerte por parte del Tribunal Supremo en 1976, totalizando doce ejecuciones en 2024.
Según señaló el Departamento de Correccionales y publicó la agencia de noticias, las autoridades llevaron a cabo la ejecución después de que no prosperaran los últimos esfuerzos judiciales de la defensa de Pittman, que sostenía que el hombre padecía una discapacidad intelectual grave. El Tribunal Supremo rechazó su apelación definitiva el martes anterior al cumplimiento de la sentencia.
David Pittman había sido declarado culpable en 1991 por el asesinato de Clarence y Barbara Knowles, así como de su hija Bonnie Knowles, quienes eran los padres y la hermana de la exesposa de Pittman, Marie Knowles. Los crímenes, ocurridos en 1990, incluyeron también cargos adicionales por incendio y robo, según el expediente judicial. La ejecución de Pittman representa el duodécimo caso en que se aplica la pena de muerte en el estado de Florida en el presente año, conforme consignó el Departamento de Correccionales.
La agencia de noticias detalló que, a nivel nacional, han sido ejecutadas treinta y una personas en Estados Unidos desde enero hasta la fecha de la ejecución de Pittman, y se prevé que esta cifra aumente en los próximos meses, dado que las autoridades de Florida tienen al menos dos penas capitales adicionales programadas. La frecuencia de ejecuciones en el estado muestra un aumento respecto a los años anteriores, marcando un momento relevante en la aplicación de la pena de muerte en el país desde su reinstauración hace casi cinco décadas.
La defensa legal de Pittman recurrió situando como argumento central la discapacidad intelectual del condenado, afirmando en repetidos escritos que se trataba de una condición grave. No obstante, los jueces desestimaron estos recursos tanto en instancias previas como en la resolución final del Supremo, lo que allanó el camino para el cumplimiento de la sentencia.
El caso de Pittman pone el foco sobre decisiones tomadas por tribunales estatales y federales relacionados con la aplicación de la pena máxima y los criterios que se consideran al evaluar las condiciones intelectuales y mentales de los reclusos. Esta última ejecución, según lo reportó el Departamento de Correccionales, formará parte de un registro anual inusualmente alto en la historia reciente del sistema penitenciario floridense y estadounidense.
La ejecución de Pittman, según detalló la agencia, se llevó a cabo con la combinación habitual de tres sustancias, siguiendo el protocolo vigente en el estado. Las autoridades informaron que la muerte fue constatada poco después de la administración del último de los fármacos. El caso y su desenlace vuelven a encender el debate sobre la aplicación de la pena capital, la revisión de apelaciones en casos con alegatos de discapacidad intelectual y el ritmo creciente de ejecuciones en algunos estados norteamericanos.
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