Cynthia y Liliana, el relato de dos mujeres juzgadas por casarse que lograron un refugio para su amor en Sigüenza

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Cuando Cynthia Rivas y Liliana Villalta se dieron el "sí, quiero" hace casi dos años en México, no sabían que sellaban algo más que un compromiso amoroso. Firmaban también una sentencia de exclusión en sus países de origen. Hoy viven libremente su historia en el Centro de Refugiados de Sigüenza (Guadalajara).

Mexicana en el caso de Cynthia y salvadoreña en el de Liliana. Esta pareja de mujeres tuvo que dejarlo todo atrás, familia, trabajo y raíces, y poner destino a España, para salvar su amor.

Se conocieron por Internet y fueron afianzando su relación. Contraer matrimonio no fue un camino fácil. Liliana abandonó El Salvador y marchó a México. Allí estaba permitido el matrimonio entre personas del mismo sexo en algunos estados, pero las corrupción y la discriminación laboral no contribuyó nada a que ni Cynthia, de 36 años y licenciada en Geología y Comercio Internacional, ni la propia Liliana, de 34 años y profesora de Inglés, pudieran mostrar allí libremente su afecto como recién casadas.

Sus dificultades arrancaron porque nada más casarse --hace año y medio-- no querían presentarse ya como amigas sino que se sentían libres y querían presentarse como pareja. Sin embargo, "ahí comenzaron los grandes problemas", afirma Liliana. Ya no las trataban igual en el trabajo.

A Cynthia le empezaron a retirar proyectos, comenzaron a detectar una clara discriminación, exclusión que las llevó a marchar a El Salvador como su única salida porque ahí es donde tenían familia, pero aunque entregaron allí su certificado de matrimonio, "fueron muy cerrados" afirma Liliana. Según Liliana, le llegaron a decir que si el matrimonio hubiera sido con un hombre, le hubiesen dado la estancia para que Cynthia siguiera en el país, pero que así, no.

Tras muchas vicisitudes, en marzo del pasado año decidieron venir a España en busca de una vida mejor y más libre, al saber que desde hace dos décadas, en este país exista una ley que legaliza los matrimonios igualitarios.

Reconocen que venían "temerosas, con miedo a lo desconocido", pero fueron acogidas en Accem de Ciudad Real y desde allí derivadas al Centro de Refugiados de Sigüenza, en Guadalajara, donde permanecen. Hoy residen en la Ciudad del Doncel, bajo el amparo del centro de acogida Accem y mientras, se están formando porque quieren integrarse.

Ambas agradecen que España les ofrezca algo tan básico como revolucionario en otras latitudes: el derecho a amar libremente y a sellarlo en un matrimonio. Y aunque todavía les cuesta adaptarse a este nuevo país y a mostrar libre y públicamente su amor, saben que lo superarán.

El primer paso está dado. Ya se presentan como matrimonio, sorprendidas gratamente de la mentalidad de los españoles. "Decidimos venir a España porque es un país en el que se puede vivir libremente", declara Cynthia, a quien ahora le cuesta mucho menos conciliar el sueño.

"La verdad es que aquí, podemos sentirnos libres para ir de la mano o de presentarnos como pareja, como esposas, sabiendo que no nos van a discriminar por eso", abunda Liliana.

Actualmente, ambas están participando en los cursos de formación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha como auxiliares administrativos con la clara intención de poder integrarse en la sociedad española.

"No queremos ser una carga, queremos aportar", subraya también Liliana. Su propósito, en un futuro, pasa por casarse también en España. "No sabemos si hay todavía si hay alguna forma de legalizar nuestro acta o si tendríamos que casarnos de nuevo, pero es una de las primeras cosas que nos gustaría hacer", remarca la salvadoreña.

El mayor deseo de Cynthia es tener "una vida con paz". "No tenemos que ser una carga porque sabemos trabajar", precisa con cierta incertidumbre aún, pero satisfecha de haber "encajado" bien en este país.