La ultraderecha, clave para la estabilidad del Gobierno israelí

La coalición de Netanyahu se mantiene en el poder a pesar de la oposición interna y manifestaciones; la ultraderecha juega un papel crucial en la estabilidad del gobierno israelí

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Jorge Dastis

Jerusalén, 31 may (EFE).- Cuando Benjamín Netanyahu volvió al poder en Israel al frente de una inédita coalición con la ultraderecha, en diciembre de 2022, pocos esperaban que esta nueva alianza acabaría dando a luz al Gobierno israelí más estable de la última década.

Y es que a pesar de las luchas internas, las manifestaciones multitudinarias en Tel Aviv pidiendo elecciones anticipadas y el creciente aislamiento internacional de Israel por la guerra en Gaza (que ya se ha convertido en el conflicto abierto más largo en la historia del país), el Ejecutivo ha logrado superar más de dos años en el poder, el doble de lo que duraron los dos Gobiernos anteriores.

Hay que remontarse a 2015 para encontrar una Administración más estable: el 34º Gobierno israelí, liderado también por Netanyahu, que duró cinco años, aunque los dos últimos en funciones tras disolverse el Parlamento a finales de 2018.

Todavía queda mucha legislatura por delante, pero todos coinciden en que la ultraderecha hará todo lo posible por mantener a Netanyahu en el poder.

"Creo que son matemáticas básicas de primer curso", dice Gideon Ariel, miembro del Comité Central del Likud, el partido de Netanyahu, en una entrevista con EFE.

Ariel explica que tanto Itamar Ben Gvir, líder de Poder Judío y ministro de Seguridad Nacional, como Bezalel Smotrich, al frente de Sionismo Religioso y ministro de Finanzas, están a cargo de "muchos presupuestos muy bonitos", y ninguno quiere arriesgarse a perder influencia y poder en unas elecciones anticipadas, cuyo resultado es incierto.

El político, con 25 años de experiencia en el Likud, destaca que ambos líderes ultranacionalistas ostentan muchísimo poder sin apenas costes, ya que solo cuentan con 14 parlamentarios en el pleno entre los dos (seis de Poder Judío y ocho de Sionismo Religioso).

"Cuantos más miembros de la Knéset (el Parlamento israelí) tiene tu partido, más difícil es para ti, porque tienes que mantenerlos calladitos y felices" y acallar cualquier voz crítica dentro de la formación, explica Ariel.

Para Ori Goldberg, analista político israelí, la estabilidad del Gobierno responde en gran parte a una razón sencilla: la ultraderecha tiene la sensación de que está manipulando a Netanyahu.

"No creo que confíen en él, no creo que les guste, pero creen que se la están jugando", explica Goldberg, lo que le da a sus socios de gobierno un gran aliciente para mantenerle en el poder.

Pero el analista advierte: Netanyahu "es un político muy inteligente, consumado y profesional", algo que no es muy común en Israel. El mandatario sabe adaptarse a cualquier situación, sin que se le identifique con una causa o ideología particular. "Es el israelí por excelencia", opina.

Por eso el futuro de la alianza con la ultraderecha depende, en última instancia, de Netanyahu. "Todo depende de dos cortas sílabas: Bi-bi", defiende Gideon Ariel, utilizando el popular apodo del primer ministro.

El mandatario lleva, en total, más de 15 años en el poder, aunque no todos seguidos. "Para la gente que le apoya, es un gran caballo ganador", explica el político. La ultraderecha lo sabe, y por eso, a pesar de sus amenazas puntuales con abandonar la coalición, al final sus líderes apostarán por Netanyahu, opina Ariel.

A todo esto se une el hecho de que, según Goldberg, no existe a día de hoy una oposición real a las políticas del primer ministro.

"En términos reales, la oposición está de acuerdo con el Gobierno", asegura el analista, que pone de ejemplo la insistencia del mandatario en atacar a Irán para impedir el avance de su programa nuclear.

"Cuando la oposición quiere criticar a Netanyahu no dice: 'Eres un belicista'. Dice: 'No eres suficientemente fuerte'", explica Goldberg. "Si todos los demás son un epílogo descolorido de Netanyahu, ¿por qué no votar por el original?", concluye.

En este momento, solo los dos partidos ultraortodoxos, que representan a la comunidad judía más religiosa tienen la llave para hacer caer al Gobierno. Ambas formaciones, que forman parte de la coalición, acumulan en conjunto 18 escaños, y en la práctica funcionan como un bloque unitario.

Su único interés político es mantener las subvenciones a las escuelas religiosas y eximir del servicio militar obligatorio a los judíos ultraortodoxos, una costumbre muy polémica en Israel que peligra ahora tras una sentencia en contra del Tribunal Supremo.

Golberg explica que, si él estuviera al frente de la oposición, trataría de ofrecer a los partidos ultraortodoxos algún acuerdo para garantizar la exención militar a cambio de su apoyo.

El propio analista admite que es un escenario imposible: las bases de los partidos opositores, mucho más seculares que las de la extrema derecha, pondrían el grito en el cielo si sus líderes aceptaran eximir a los ultraortodoxos del servicio militar obligatorio.

"Netanyahu lleva siendo un mago desde que le conozco. Se sacará algo de la chistera", confía, por su parte, Gideon Ariel. La historia se lo pondrá difícil: ningún Gobierno israelí ha logrado acabar su mandato desde 1992. EFE