Béisbol en mesa: la versión 'a lo cubano' del futbolín que busca pegar un jonrón

Luciano Sanabria crea un innovador béisbol de mesa en Cuba, permitiendo que más personas accedan al deporte nacional y buscando expandir su proyecto a nivel internacional

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Juan Carlos Espinosa

La Habana, 31 may (EFE).- Luciano Sanabria, cubano de 73 años, siempre quiso que su hijo hemofílico jugase al béisbol, un deporte que en su casa, como en la de millones en la isla, es religión.

Ese pensamiento le dio vueltas por la cabeza durante décadas. Hasta que un día decidió hacerlo posible: agarró una sierra y comenzó a dar forma a algunos pedazos de madera.

Fue así como, en 2013, creó el primer béisbol de mesa, una suerte de futbolín pero basado en el deporte nacional del país caribeño.

El juego, patentado por el septuagenario, cuenta con una plataforma giratoria para cambiar entre lanzador y bateador. Los pequeños jugadores de madera se mueven entre las bases como piezas de ajedrez.

Su idea, valga la expresión, fue un pelotazo. Al paso del tiempo, Sanabria, con estudios de Técnica en la antigua Unión Soviética, hizo cinco mesas más. Las últimas se terminaron poco tiempo después de la pandemia de covid-19, cuando la inflación en el país todavía no se había disparado a los niveles actuales.

“Hacerlo hoy sería imposible. Lo hice cuando los precios en Cuba eran otros. Y poquito a poco”, recuerda.

Sanabria empezó a mostrar su invento en eventos organizados por el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder) y fue abriéndose paso para terminar, 12 años después de construir el prototipo, con un sitio fijo en la casa del equipo habanero de Industriales.

“El proyecto gustó mucho”, presume a EFE desde el pasillo central detrás del acceso a las butacas del Estadio Latinoamericano de La Habana, en el que se despliegan tres de sus mesas.

Al final del día, comenta, el juego tiene un propósito pedagógico: no solo quiere que quienes no pueden jugar a la pelota —como se conoce al deporte rey en la isla— tengan la oportunidad de ponchar a su rival o pegar un jonrón, sino que también quiere que más personas se acerquen al béisbol, en un momento en el que el fútbol le está arrebatando terreno en Cuba.

“Este béisbol que se juega en estas mesas tiene la característica de que se parece mucho al del terreno, de manera tal que la persona que no conoce de béisbol, si lo practica aquí primero, cuando ve el juego en el terreno, puede comprenderlo (...) Muchos dicen ‘no, es que no me gusta el béisbol', pero no lo conocen", agrega.

“¡Strike cantado!”, presume un jugador en la mesa de al lado tras lanzar una canica con el resorte que hace posible la labor del pícher.

Sanabria tiene claro que el béisbol en mesa no puede quedarse como una simple anécdota en un rincón del Latinoamericano.

Tiene sueños y los quiere cumplir: “Quisiera lanzarlo al mundo (...) sin falsa ilusión, pero el béisbol es algo que se juega en el mundo, pero no existen estas mesas y si hacemos esto en Cuba podemos hacer salones en lugares en donde el fútbol es la prioridad”.

Su siguiente paso es conseguir un patrocinador que pueda ayudar a que el proyecto del béisbol en mesa comience a ampliarse a otros salones de la isla y, en el medio plazo, dar el salto fuera, al Caribe, América latina y más allá.

Pero para eso, primero, haría falta hacer más mesas, un enorme obstáculo por la falta de recursos básicos fruto de la grave crisis en que está sumido el país.

“Siento que en Cuba, lamentablemente, por la situación económica, no se ha montado en el carril de una producción masiva. Y se ha quedado en el contexto de mi persona, un poco atrapado, porque en mi casa tengo seis, ahora ya pude sacar tres. Pero yo tengo una casa para vivir, no es un taller o una línea de fabricación”, lamenta.

La entrevista se interrumpe por el grito enardecido de la fanaticada. El equipo local empujó una carrera. Entre un ‘inning’ y otro, un grupo de jóvenes se acerca a ver el juego inventado por Sanabria.

“¿Podemos intentar?”, le pregunta uno. “Claro, para eso es”, contesta Sanabria orgulloso. EFE

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