
(Bloomberg) -- Esta semana, la administración Trump tardó apenas 24 horas en dar un nuevo giro a su política hacia Venezuela, en medio de disputas internas en la Casa Blanca y con el destino de una inversión clave de Chevron Corp. en juego.
Los bonos venezolanos se dispararon el martes, luego de que un funcionario estadounidense anunciara que el proyecto petrolero de Chevron en el país obtendría una prórroga de su exención de sanciones. Pero apenas un día después, el secretario de Estado contradijo esa afirmación con un tuit nocturno.
“Allí se está librando un Juego de Tronos”, dijo Jorge Rodríguez, el principal negociador de Venezuela, al acercarse la fecha límite para la renovación de la exención.
El episodio fue la última señal de la lucha interna en la administración estadounidense sobre cuánta presión ejercer sobre el gobierno de Nicolás Maduro. El bloque liderado por el secretario de Estado Marco Rubio, partidario de una línea dura, se enfrenta a quienes promueven una flexibilización estratégica para obtener cooperación en temas como la migración.
“Los recientes vaivenes en la política venezolana han dejado inversionistas, y francamente a todos los demás, con la cabeza turbia”, declaró Geoff Ramsey, miembro sénior del Atlantic Council en Washington. “La pregunta es si la administración puede articular estos dos enfoques en una rutina coherente de ‘policía bueno, policía malo’”.
Donald Trump ha enviado señales contradictorias. Aprobó originalmente la exención que está por expirar, pero también se ha alineado públicamente con la postura dura de Rubio, como lo mostró en redes sociales a comienzos de este año.
Esta semana, parecía que el sector moderado, representado por el enviado especial Richard Grenell, había tomado la delantera tras alcanzar un acuerdo con Caracas para liberar a un veterano de la Fuerza Aérea de EE.UU. detenido en Venezuela. A cambio, se prometió una prórroga de 60 días para Chevron.
“El presidente Trump autorizó esa prórroga si logramos generar algo de confianza”, dijo Grenell en el pódcast War Room de Steve Bannon. “Hoy lo hemos conseguido. Así que se concederá la prórroga”.
Los tenedores de bonos venezolanos y quienes abogan por el levantamiento de las sanciones recibieron con agrado la noticia. Pero en Florida —donde la política venezolana influye electoralmente— hubo descontento. La Casa Blanca necesitaba apoyo republicano para aprobar el paquete fiscal de Trump en la Cámara de Representantes.
La congresista María Elvira Salazar, quien representa a Miami, dejó claro en una breve entrevista el miércoles que Trump no obtendría su voto si se extendía la exención. “El presidente ha dado su palabra”, dijo.
El tuit de Rubio llegó pocas horas antes de la votación de la ley en la Cámara, que Trump calificó como “¡la más importante que se firmará en la historia de nuestro país!”.
La administración negó que existiera cualquier contradicción.
“No hay confusión”, dijo Tammy Bruce, portavoz del Departamento de Estado, en una rueda de prensa. “Muchas personas pueden tener muchas opiniones. Pero las decisiones se toman bajo la dirección del presidente Trump”.
Grenell declinó hacer comentarios. Chevron y el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca no respondieron a nuestra solicitud de comentarios.
En su pódcast del jueves, Maduro dijo que si los estadounidenses quieren abandonar completamente Venezuela y no producir nada aquí, es su decisión.
Las tensiones van más allá de la política energética. Grenell aspiraba a ser secretario de Estado, cargo que finalmente asumió Rubio. Ambos realizaron visitas paralelas a Caracas este año. Grenell también lidera las gestiones para que Venezuela acepte deportados, una de las prioridades migratorias de la Casa Blanca.
Y mientras Grenell, como enviado especial, volaba a Antigua para finalizar el acuerdo sobre los rehenes, Rubio tenía que emitir la documentación necesaria para extender la exención de las sanciones. Hasta el momento, eso no ha sucedido.
También intervino en el debate Laura Loomer, activista de derecha cercana a Trump, quien apoyó públicamente la prórroga. “¿Por qué querría que China se hiciera con los activos petroleros estadounidenses y destruyera 15.000 puestos de trabajo en el sector energético?”, escribió en X, respondiendo a Rubio. “Voy a esperar a ver qué dice el presidente Trump al respecto. Él es quien manda”.
Nota Original: Trump Team Split on Venezuela Policy Puts Chevron in Limbo (1)
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