Carla Samon Ros
Bogotá, 23 may (EFE).- Con la mirada aguda de quien pasó de analizar el poder a ejercerlo, el politólogo y senador Ariel Ávila navega entre la crítica y la empatía al hablar del presidente colombiano, Gustavo Petro: "Le ha ido muy mal gobernando, pero además no lo han dejado", dice en una entrevista con EFE desde el Congreso.
La pregunta de si esto que Ávila llama el "fracaso de Petro" obedece a su incapacidad o al peso de las expectativas desbordadas y un Congreso que no cede, es la que el senador busca responder en su nuevo libro 'Así gobierna Petro'.
Sus páginas trazan la gestión del hombre que en agosto de 2022 formó el primer gobierno de izquierda en la historia reciente de Colombia y advierten que su tropiezo no afecta solo al presidente, sino también "al bloque alternativo y, sobre todo, al sistema democrático colombiano".
Ávila parte de una premisa central: a un gobierno como el de Petro, al que califica "de única oportunidad" y "reformismo radical", no se le perdona nada. Desde ahí, recorre los episodios más polémicos de su mandato: los consejos de ministros televisados, su uso desatado de la red X, la inexperiencia de su equipo, la constante rotación de ministros y escándalos de corrupción.
"Todos esperábamos que esto fuera duro, que existiera inestabilidad política, problemas de gobernabilidad, pero lo que no esperábamos eran tantos casos de corrupción", reconoce el autor, en referencia a los presuntos manejos irregulares de dineros de campaña y contratos públicos en los que han estado implicadas personas cercanas a Petro.
El legislador por Alianza Verde, un partido que al principio se sumó al gobierno de Petro pero luego se dividió en su apoyo al Ejecutivo, explica que, en parte, los problemas de Petro para gobernar son "por culpa de su propio equipo político y sus decisiones".
Destaca rodearse de hombres que han sido denunciados por maltrato, acoso o abuso contra mujeres, como el actual ministro del Interior, Armando Benedetti.
En el libro, Ávila insiste en que Petro sigue siempre un guión de apostar duro, de estar saltando la cerca una y otra vez, en su necesidad de llevar las cosas al extremo en lo mediático.
Y dice que ya era así cuando fue alcalde de Bogotá, entre 2012 y 2016: "Muy poco ha cambiado de él", asegura Ávila, quien en aquel entonces era asesor en una secretaría de la alcaldía y lo vio gobernar la capital a punta de terquedad, confrontación e impulsividad. Con norte, dice, pero no muy amigo de los detalles.
Con esa misma estrategia, continúa el senador, Petro ha intentado impulsar desde su gobierno más de 50 reformas al aparato institucional colombiano. Pero de esas, el Congreso le ha pasado menos de una decena, la mayoría durante la primera legislatura, cuando contó con un buen quórum en las dos cámaras legislativas.
Todo cambió a partir de 2023, cuando, azotado por una controvertida reforma de salud, el Gobierno perdió su coalición amplia y las mayorías legislativas. Ahí, cuenta Ávila, empezó el "saboteo total".
El más reciente episodio de este "bloqueo" es el de la consulta popular, una de las iniciativas bandera de Petro para llevar a las urnas su reforma laboral, que propone, entre otras cosas, reducir la jornada laboral, dar licencias por salud para dolores menstruales y salarios dignos para el campo.
La consulta fue tumbada la semana pasada por el pleno del Senado en una votación que Petro calificó de "fraude". Ávila lo niega y asegura que simplemente el Gobierno no sumó los votos que necesitaba. El senador insiste, además, que la derrota de la consulta en esa cámara es, en realidad, una "total victoria" para Petro.
"Con eso, el presidente dice: ‘Ven, yo tenía razón, no me dejan’ (gobernar)", asevera Ávila, tras recordar que en los últimos meses Petro logró subir su popularidad en las encuestas.
"La consulta popular le servía al gobierno para agitar sus bases, pero sobre todo para adelantar el proceso electoral", agrega el senador, que habla rápido, moviendo vigorosamente las manos y mostrando las muñecas cubiertas de pulseras y un gran reloj, que coronan las mangas poco planchadas de su camisa blanca.
Con el tiempo en contra, Ávila descarta que el Ejecutivo logre pasar alguna reforma más. La única posibilidad, dice, es la laboral: "Ni Gobierno ni oposición están interesados en ningún tipo de acuerdo político a un año de las elecciones. ¿Qué viene de aquí en adelante? Confrontación política y campaña electoral anticipada. Más nada".
Para las elecciones de 2026, el politólogo reconoce que la izquierda lo tiene "muy difícil" para volver a ganar. Está convencido de que Colombia mantendrá un Congreso "muy dividido" y dice que la verdadera incógnita en la carrera presidencial es si el triunfo será para el centro o la derecha.
"Está aún muy abierto", afirma Ávila, antes de sentenciar que "uno de los grandes logros de Petro fue haber pateado el tablero político". EFE
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