Asesinato de expolítico ucraniano en Madrid, un crimen ligado al contexto bélico en Europa

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Madrid, 21 may (EFE).- El asesinato a tiros en mitad de una calle de Madrid de Andréi Portnov, exasesor del expresidente ucraniano Víktor Yanukóvich, es el último de otros hechos criminales ocurridos en España desde que comenzó la guerra en Ucrania y que los expertos vinculan al contexto de guerra que vive Europa.

Portnov, político y abogado, fue jefe de la Administración del expresidente Víctor Yanukóvich, el gobernante prorruso que cayó tras la revolución del Maidan (2013-2014), y contaba con sanciones de EEUU contra él por "acusaciones creíbles de utilizar su influencia" para corromper a los tribunales y "socavar los esfuerzos para reformar” Ucrania.

También figuró en una lista negra de la UE por estos hechos y llegó incluso a ser investigado por el servicio secreto de Ucrania por su afinidad con Rusia, aunque el Tribunal General de la UE terminó por levantar el embargo sobre sus bienes y fue exonerado en diferentes causas en Ucrania.

Se desconocen las causas de su asesinato frente a un colegio en Madrid, pero pueden estar vinculadas a su apoyo a Rusia. Todas las hipótesis del motivo del crimen están abiertas.

Sin embargo, para el analista del Centro de Seguridad Internacional de la Universidad Francisco de Vitoria Román D. Ortiz "es una señal más de que Europa está en guerra, que, en realidad, la guerra de agresión que está librando Rusia contra Ucrania va más allá de Ucrania y se extiende a toda Europa".

"La crisis que está pasando en Ucrania llega a España y de alguna manera, más allá de que es posible que haya conexiones con cuestiones criminales en este caso, lo cierto es que este tipo de actividades criminales y redes mafiosas son parte de la crisis que está pasando en Europa del este", apunta a EFE este experto.

Desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, se han cometido varios delitos de gran repercusión mediática que involucran a rusos y ucranianos en España, país con una importante población de expatriados de ambos países.

En 2022, se enviaron seis cartas bomba a objetivos en toda España, incluyendo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, las embajadas de Ucrania y Estados Unidos, y oficinas gubernamentales. Un funcionario español jubilado cuyas búsquedas en redes sociales sugerían simpatía por Rusia fue encarcelado por estos delitos.

Ese mismo año, un empresario ruso, Serguéi Protoseniu, junto a su esposa e hija, exgerente de la empresa Novatek (la mayor productora independiente de gas de Rusia), murió, junto a su esposa e hija (que tenían heridas de arma blanca), en lo que se calificó como suicidio.

En 2022, hasta cinco empresarios con vínculos a la rama gasística rusa murieron, con disparos o en extrañas circunstancias calificadas como suicidios en Rusia o el exterior.

Y en febrero de 2024, un piloto ruso que desertó a Ucrania con su helicóptero unos meses antes fue encontrado muerto por múltiples heridas de bala en el aparcamiento de su bloque de apartamentos cerca de Alicante (este de España), en un asesinato que según medios internacionales estaba atribuido a sicarios rusos.

España cuenta con una gran comunidad ucraniana, que comenzó a llegar –al igual que la rusa– en la década de los noventa del siglo XX con el inicio de la expansión inmobiliaria y las oportunidades de trabajo.

De los 20.000 rusos y 20.000 ucranianos que había en el 2000, el número fue creciendo hasta que al comienzo de la guerra, en 2022, había unos 100.000 rusos y 100.000 ucranianos en el país. Las cifras se desparejaron tras invasión, y los ucranianos ahora son unos 210.000.

"Al poco de iniciarse la invasión se aprobó la directiva de protección temporal comunitaria y bajo ese paraguas es bajo el que han venido los más de 100.000 ucranianos en los últimos 2 años en España, que es el cuarto destino europeo de refugiados ucranianos", explica a EFE el investigador para dinámicas sociales y económicas de las migraciones del Real Instituto Elcano, José Pablo Martínez.

Portnov, como muchos de estos ucranianos llegados en los últimos años, tenía permiso de residencia temporal en España por circunstancias excepcionales desde hace un año, según han informado a EFE fuentes próximas a la investigación.

La comunidad ucraniana se ha mostrado sorprendida por el crimen y por saber que Portnov vivía en España, en una adinerada ciudad cerca a Madrid.

El presidente de la comunidad ucraniana en España, Yutiy Chopyk, dijo a EFE que se debe investigar por qué estaba en el país –especialmente cuando sus postulados eran antieuropeístas– y aseguró que hay que mirar el crimen por el lado "mucho más económico que político".

Si bien la mayoría de los migrantes de estos países están ocupadas en labores precarias de cuidado y hostelería, una pequeña minoría está conformada por grandes fortunas rusas –algunas con vínculos con el Kremlin y redes criminales– y ucranianas atraídas por el clima y, en su momento, la burbuja inmobiliaria.

"El Gobierno español no está haciendo todo lo que debería hacer para garantizar la seguridad frente a la presencia de actores vinculados con servicios de inteligencia de países hostiles, en particular con los de Rusia. No se trata de que lo esté tolerando; pero no está tomando todas las medidas diplomáticas y de seguridad que se hacen necesarias frente a este tipo de amenaza", considera Ortiz.