Javier Castro Bugarín
Taipéi, 20 may (EFE).- El primer año de William Lai como presidente de Taiwán ha transcurrido en medio de una creciente polarización política, marcada por los conflictos en el Legislativo, una campaña para revocar a decenas de parlamentarios y la amenaza de un juicio político (‘impeachment’) en su contra.
Si bien el mandatario se impuso con holgura en las elecciones presidenciales, el gobernante Partido Democrático Progresista (PDP) perdió su mayoría en el Yuan Legislativo (Parlamento), actualmente controlado por el Kuomintang (KMT) y el Partido Popular de Taiwán (PPT), formaciones favorables a estrechar lazos entre Taipéi y Pekín.
Esta realidad de un Ejecutivo sin mayoría parlamentaria, situación inédita en Taiwán desde inicios de la década de los 2000, se ha traducido en una intensa disputa entre los dos mayores partidos de la isla, el PDP y el KMT, que cuentan con un largo historial de oponerse el uno al otro en prácticamente todos los frentes.
"La sociedad observa con desazón el estancamiento interno durante el primer año de Lai, como si Taiwán estuviera regresando al caos político de principios de los años 2000", afirma a EFE Wen Ti-Sung, investigador no residente del Global China Hub del Atlantic Council.
Nada más tomar posesión de sus escaños, los parlamentarios de la oposición buscaron fortalecer la supervisión del Legislativo sobre el Ejecutivo, algo que derivó en la aprobación, el pasado 28 de mayo, de un polémico paquete de reformas que fue declarado parcialmente inconstitucional por el Tribunal Constitucional.
Estas reformas buscaban reforzar las facultades de investigación de los legisladores y pretendían obligar al presidente a ofrecer un discurso sobre el estado de la nación ante el Parlamento y a responder preguntas, una medida que, según el Constitucional, vulneraba la separación de poderes.
Unos meses después, el KMT y el PPT volvieron a hacer valer su mayoría para elevar a diez el número mínimo de jueces necesarios para que el Tribunal Constitucional pueda atender un caso, lo que, en la práctica, dejó al organismo sin el quórum necesario para operar: de los quince jueces que debería tener, hoy sólo ocho están en funciones.
El Parlamento también sancionó el presupuesto de este año con recortes superiores a los 6.800 millones de dólares respecto a la propuesta original del Ejecutivo y congelamientos de otros 4.570 millones distribuidos en cientos de partidas, incluidas algunas del ámbito militar, comprometiendo la capacidad defensiva de Taiwán frente a China.
En este contexto de fuertes fricciones entre oficialismo y oposición, surgió un movimiento que se ha convertido en el epicentro del debate político en Taiwán: el proceso revocatorio contra 34 legisladores del KMT que, en caso de prosperar, podría devolver la mayoría parlamentaria al PDP.
Aunque este fenómeno no tiene líderes definidos, cobró especial impulso a través del jefe del grupo legislativo del PDP, Ker Chien-ming, quien pidió la expulsión masiva de los miembros del KMT del Parlamento.
El KMT, por su parte, ha tratado de promover la revocación de 15 parlamentarios del PDP, en una operación plagada de irregularidades que han llevado al registro judicial de varias sedes del partido y a la investigación de algunos de sus miembros por reunir firmas falsas.
"Me gustaría que (el PDP) aceptara el resultado del proceso democrático y se sentara a negociar con la oposición, en lugar de usar maniobras políticas antidemocráticas para intentar destituir a los representantes que sus ciudadanos eligieron en elecciones libres y justas", señala a EFE Michael Cunningham, del Centro de Estudios Asiáticos de la Fundación Heritage.
El proceso revocatorio y las sucesivas investigaciones judiciales han sembrado el nerviosismo en el seno del KMT, cuyo presidente, Eric Chu, ha planteado la posibilidad de presentar un ‘impeachment’ contra Lai, al que ha definido abiertamente como un "dictador".
En esta suerte de callejón sin salida, todavía existe "mucho margen" para el acuerdo entre el PDP y el KMT, apunta Cunningham, aunque "ninguna de las dos partes parece quererlo".
"Parece que casi todos en el sistema político de Taiwán están anteponiendo los intereses de su partido a los del país. Eso es peligroso para Taiwán y para su joven y frágil democracia", lamenta el investigador. EFE
(foto) (vídeo)