Familiares de defensores de Mariúpol esperan su retorno en el canje negociado en Turquía

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Marcel Gascón

Kiev, 20 may (EFE).- Con motivo del tercer aniversario de la rendición ucraniana en la acerería de Azvostal en Mariúpol, decenas de familiares de los soldados capturados entonces se manifestaron este martes en Kiev para exigir su inclusión en el canje de mil prisioneros de cada bando acordado por las delegaciones de Ucrania y Rusia el viernes pasado en Estambul.

“Esperamos que entren en el intercambio todos los integrantes del 74º Batallón Separado de Reconocimiento”, dice a EFE durante la marcha Olena Gólubova, cuyo marido, Mikola, pertenece a ese componente de la inteligencia militar ucraniana y fue hecho prisionero un día como hoy de 2022 después de la caída del puerto del mar de Azov de Mariúpol en manos rusas.

Tres años después de que los soldados ucranianos se vieran obligados a bajar las armas tras el agónico asedio al que fueron sometidos en Azovstal, y pese a la promesa de que se les dispensaría un trato humanitario, Olena y los familiares de muchos otros soldados cautivos de su batallón o de otras unidades de las fuerzas ucranianas que defendieron Mariúpol no han podido hablar ni una sola vez con sus seres queridos.

“En tres años no he tenido ningún contacto. Ni cartas, ni llamadas de teléfono. Nada”, dice a EFE Natalia Kravtsova, madre de un joven soldado del batallón Azov capturado en Mariúpol, en la región oriental de Donetsk.

“Confiamos mucho en que el intercambio se haga realidad y que el mayor número de gente posible pueda volver a casa”, declara Kratsova, que es uno de los rostros más habituales en las manifestaciones que se celebran regularmente para que los prisioneros de guerra no sean olvidados por la sociedad ucraniana.

Condenas en “juicios farsa”

“En tres años sólo han vuelto a casa once de nuestros chicos”, dice a EFE en referencia a los miembros del 74º Batallón Hanna Katránich, cuyo marido, Vitali, también sigue privado de libertad en Rusia.

Katránich explica que fue capturada una compañía entera -formada por decenas de soldados- del batallón.

Además de con torturas y los malos tratos que casi sin excepción denuncian haber sufrido los prisioneros de guerra ucranianos liberados, recuerda Katránich, Rusia castiga a los soldados ucranianos que captura condenándoles por pretendidos crímenes de guerra en procesos que las organizaciones proderechos humanos de referencia han calificado de juicios farsa.

“Mi marido, Vitali, ha sido condenado a 24 años en la República Popular de Donetsk”, dice Hanna en referencia a la entidad separatista en la región oriental anexionada por Rusia.

Esta condena hace más difícil que el marido de Hanna sea incluido en el canje, que debe materializarse en los próximos días y semanas.

“Los rusos no quieren retornar a los combatientes condenados”, dice la mujer, que sin embargo espera que el hecho de que tanto Ucrania como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) le consideren a su marido un prisionero de guerra haga posible su inclusión en un canje.

“Confiamos en que nuestro país haga todos los esfuerzos posibles para retornar a todos los combatientes a casa”, agrega.

Ellos también quieren vivir

Desde la plaza del Maidán en Kiev los familiares de los prisioneros de guerra caminan enarbolando banderas de Azov, del 74º Batallón de Reconocimiento, de la Infantería de Marina ucraniana y de otros componentes de las fuerzas ucranianas que participaron en la defensa de Mariúpol.

Muchas de las mujeres llevan sobre los hombros banderas ucranianas con los nombres y las fotografías de sus maridos, hijos, padres y hermanos.

“¡Tres años de torturas! ¡Ellos también quieren vivir! ¡Ellos gritan, pero no se les escucha!”, son algunos de los lemas que corea a viva voz Elia Derektorenko mientras los manifestantes pasan por delante de las terrazas de los restaurantes y se cruzan con los transeúntes.

El marido de Derektorenko, Andrí, también forma parte del 74º Batallón y cumple ahora tres años como prisionero de guerra.

"No tengo ningún contacto. Ninguna llamada. Recibí una sola carta de él, en 2024. De sus camaradas liberados sé que le permitieron escribir pero las cartas no las enviaron. Él tampoco recibió mis cartas”, dice la mujer.

Sobre la posibilidad de que su marido sea incluido en el intercambio de prisioneros Elia afirma que tiene “una gran esperanza”.

“Será el mayor intercambio de toda la guerra, mil por mil. Espero que entre ellos esté él y por fin pueda volver a abrazarlo”, declara. EFE

(foto)(vídeo)