Yonatan Zeingen, hijo de asesinada por Hamás: "Para sanar, no tengo que infligir dolor"

Yonatan Zeingen, hijo de Vivian Silver asesinada por Hamás, afirma que su misión es buscar la paz en lugar de venganza, resaltando la importancia de la convivencia entre israelíes y palestinos

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Núria Garrido Gómez

Tel Aviv, 18 may (EFE).- El asesinato a manos de milicianos de Hamás de Vivian Silver, una de las activistas feministas israelíes reconocida por su lucha por la paz y por los derechos de los palestinos, durante los ataques del 7 de octubre de 2023, no ha despertado en su hijo, Yonatan Zeingen, "un sentimiento de venganza", más bien todo lo contrario: quiere seguir el camino de su madre.

 "El propósito de mi vida ahora es lograr la paz, no quiero venganza. Para sanarme yo, no tengo por qué infligir dolor en los demás", explica a EFE desde su casa en Tel Aviv este israelí, de 36 años, mientras las tropas de su país siguen castigando más de 19 meses después de los atentados de Hamás a la devastada Franja de Gaza.

Zeigen, que se despidió por teléfono de su madre aquella mañana del sábado 7 de octubre poco antes de que los milicianos se infiltraran en su casa en el kibbutz de Beeri y la mataran, cuenta que se libró de vivir aquel infierno "por pura casualidad".

"Fue la primera festividad (era la fiesta judía del sucot en Israel) en la que decidimos mi mujer y yo no ir a Beeri. Me desperté aquí en Tel Aviv con el sonido de las sirenas sin darle importancia hasta que nos dimos cuenta de que estaba sucediendo algo inusual", prosigue.

Aquella jornada sangrienta en la que Hamás arrebató la vida a su madre, Zeingen quedó impregnado de dolor, pero al mismo tiempo cuenta que le sirvió para despertar del "coma político" en el que se había refugiado "para vivir en un lugar donde la vida no es sostenible".

"Me sorprendió la brutalidad de los ataques de Hamás. Pero hasta yo mismo, antes del 7 de octubre, me había aferrado a la fantasía de que podía vivir una vida normal en Israel, trabajando y criando a mis hijos", cuenta.

E insiste: "El 7 de octubre no vino de la nada, de repente. Es parte del contexto de mutuo de deshumanización y violencia. Vino, en definitiva, de estar décadas sin horizonte, sin perspectiva de un futuro diferente al del conflicto y la ocupación".

Su madre, que dejó su Canadá natal y emigró a Israel en la década de los 70, rápidamente quiso adentrarse en las relaciones entre palestinos e israelíes para lograr una convivencia pacífica entre ambos.

Trasladaba pacientes gazatíes a los hospitales israelíes para que recibieran tratamiento y fundó, entre otros, el centro judío-árabe para la cooperación y la igualdad.

"Yo he forjado mi identidad y mis convicciones con los antecedentes de mi madre. Desde muy joven, empecé a participar en algunas organizaciones y pensaba que dedicaría mi vida a esto, pero algo cambió cuando nació mi primer hijo y sentía que no teníamos ningún impacto", cuenta.

Tras la pérdida de su madre y con el horror instalado en la Franja, donde hay ya más de 53.000 muertos, decidió dejar su puesto como trabajador social y dedicarse "plenamente" al activismo.

Su visión y su empeño por cambiar la realidad de su país contrasta con el sentir general de la sociedad israelí anestesiada "por la propaganda" del Gobierno de Benjamín Netanyahu y que, dice Zeingen, ya desde antes de los ataques de Hamás "no veían la ocupación" israelí.

Las calles de las principales ciudades de Israel, como Jerusalén o Tel Aviv, son muestra de ello. Las manifestaciones que exigen el fin de la guerra o denuncian la muerte de los niños gazatíes aglutinan a pocos cientos de personas.

"La mayoría de los israelíes no ven el dolor en Gaza, en absoluto. No ven a los niños muriendo de hambre en Gaza. La propaganda israelí les enseña que todo el mundo está en contra de los israelíes y que necesitamos esta guerra para sobrevivir", explica.

Una encuesta realizada por el Instituto de Encuestas Directas de Israel recogía que el 59 % (frente al 38 % y un 3% indeciso) de los israelíes apoyaba la reanudación de los bombardeos sobre la Franja cuando concluyó la primera fase del acuerdo del alto el fuego a finales de febrero.

"La cuestión es cómo crear las circunstancias para que los israelíes no sienta la necesidad de apoyar una guerra tortuosa", agrega.

Pese al actual escenario, el perfil de Zeigen es el que prevalece entre los activistas pacifistas israelíes y palestinos, tal y como mostró una reciente encuesta en la que se entrevistaron a más de 200 de ellos. El 87 % de los encuestados afirmó no considerar abandonar su activismo tras los sucesos del 7 de octubre y la guerra de Gaza.

"Esto no es una guerra de dos bandos, esto va de las personas que quieren vivir, prosperar y comprender que el único futuro aquí es un futuro compartido, o de las personas que quieren aniquilar, ganar y ser exclusivos en la tierra. Ambas personas están en ambos bandos", concluye Zeingen. EFE

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